Columna Política
Tal como lo “secreteamos” ayer, el anuncio que el gobernador tiene “el apoyo de todos los sectores” para aspirar a un tercer mandato, no ha caído bien dentro de los territorios radicales. Las voces celestes, o sea las del castillismo, se multiplican para asegurar que no fueron consultados y, cuando afirman que el tema es desconocido por otras líneas que tienen plena identificación dentro del Partido, prolongan las dudas. Así nomás es. El consenso, un arma imprescindible para la paz interna dentro del Frente Cívico, todavía no se ha logrado para esta avanzada oficialista y alguna discusión de fondo habrá. Por ejemplo, el jefe comunal de Valle Viejo ha planteado con todas las letras la necesidad de internas para los cargos electivos y la iniciativa cuenta con adhesiones. Aparte del tema en si mismo, en este caso, lo dice nada menos que el hombre que enfrentó recientemente al aparato partidario y, aparte de consagrarse cómodo ganador de su distrito, por un puñado de votos no consiguió la minoría del Comité Provincial.
Si lo de Gustavo Jalile es un reto muy grande para los consensos, ni que hablar de Ricardo Guzmán que, cautelosa y silenciosamente, ha venido preparándose para lanzar su candidatura a gobernador. Como no puede aspirar a un tercer mandato como intendente de la Capital y, supuestamente, no le interesa volver a la Legislatura, todas sus energías están puestas en el salto final hacia la Casa de Gobierno. Una de las cartas de negociación que podría ofrecer el oficialismo sería la candidatura a diputado nacional, pero se trata de una banca que recién se disputará en las elecciones nacionales de octubre. Guzmán y los guzmanistas, lo repetimos, quieren otra cosa.
Más allá de cómo se defina el tema, que nadie lo dude, la decisión de Eduardo Brizuela de continuar en la gobernación hasta el año 2015 tiene una trascendencia extraordinaria. Pasaría a la historia, en caso de derrotar al peronismo en el mes de marzo, por ser el primer ciudadano con tres períodos consecutivos (2003-2007, 2007-2011 y 2011-20915) de gobierno. Pero los laureles de un hecho político de esta naturaleza chocarán contra los humores públicos que, generalmente, reniegan de los intentos de eternizarse en el poder. Los hechos dirán cómo se escribe esta historia.