Columna políítica

sábado, 25 de septiembre de 2010 00:00
sábado, 25 de septiembre de 2010 00:00

Buenos Aires confirmó una apreciación exclusiva dada por El Esquiú en su edición del pasado miércoles, en referencia a eventuales candidatos de la oposición. Decíamos textualmente: “Más allá de Pastoriza hay otros candidatos…..en esa hipótesis se anota el dúo Lucía Corpacci-Dalmacio Mera…..el cuarto hombre es el ex diputado Raúl Jalil”. No queda más que poner la firma: las candidaturas peronistas saldrán de este cuarteto”. Y efectivamente ésa es la conclusión a que han arribado, tras reunirse con los intendentes aliados de Catamarca, los popes nacionales del Justicialismo. De hecho, ya se puede trasmitir a la sociedad una noticia concreta sobre las próximas elecciones: el Frente para la Victoria solo, o aliado con el PJ u otras fuerzas, llevará en las principales candidaturas al cuarteto ya bendecido: Pastoriza-Corpacci-Mera-Jalil.


La elección no es nada caprichosa. Tres de los cuatro nombrados anteriormente, con la excepción de Dalmacio Mera, participaron de la fórmula que pudo vencer, por única vez en veinte años, durante la primavera de 2005, al Frente Cívico y Social. En aquella oportunidad capturó la banca de diputado nacional el ingeniero Eduardo Pastoriza (Corpacci era la número dos y Jalile el número tres), aunque también resultaron electos el radical Genaro Collantes y José Luis Barrionuevo, quien quedó relegado al tercer lugar en el recuento de votos, bastante lejos de los dos primeros. Cinco años después, la idea es repetir la fórmula y conformar a los distintos sectores. ¿Será posible?


Haya unidad o anarquía, se acuerde o no se acuerde, se gane o se pierda, el presente comentario deriva en una situación, por lo menos, novedosa. La vieja guardia del peronismo, representada por el ex gobernador Ramón Saadi y el ex diputado nacional Luis Barrionuevo ha quedado relegada a un clarísimo segundo plano. Por más esfuerzos que hagan, al menos mientras no cambie el firmamento nacional, deberán ir a la cola de los hechos que producen los más jóvenes. Eso sí: tienen todavía fuerza para negociar y hasta para vetar candidaturas y, llegado al caso, hasta para aliarse entre ellos para enfrentar al aparato nacional. Seguramente no ganarán, pero ojo, la cosecha de votos que puedan alcanzar le podría facilitar el triunfo al radicalismo. Y en política todo es posible. ¿O no?
 

Comentarios

Otras Noticias