El Secretario

sábado, 25 de septiembre de 2010 00:00
sábado, 25 de septiembre de 2010 00:00

Mañana se cumple una instancia clave del cronograma electoral con vistas a las elecciones internas del 31 de octubre que, en tiempo y forma, fueron programadas por el Partido Justicialista de Catamarca. Se trata del cierre del período de afiliaciones, tarea que para nada fue intensa, ni siquiera parecida a la interna fallida que se iba a realizar en el año 2009, cuando un fallo anuló la intervención que ejercía el tucumano Vargas Aignasse. Depués se vienen dos plazos que terminarán de definir si esta compulsa se hace con la participación de todos, con la participación de algunos o, directamente, no se hace: el 4 de octubre hay que mostrar el padrón definitivo, el que debe incluir a los casi 50.000 afiliados y, por tratarse de una elección abierta, a los ciudadanos independientes que no estén afiliados a ningún partido; y al día siguiente, 5 de octubre, se deben presentar las nóminas de candidatos. Lo demás, oficialización de listas, alianzas y presentación del voto, resultan más formalidades que otra cosa.


Los plazos electorales por una vereda. La realidad por la otra. Después de las negociaciones llevadas adelante en Buenos Aires, queda la sensación de que esta interna puede, si no se produce rápidamente un golpe de timón, terminar naufragando en las complicadas aguas de un partido que nunca termina de definir su rumbo. Con sólo decir que, durante la conducción de Luis Barrionuevo, que se remonta a 2003, se hicieron múltiples anuncios de internas, se programaron otras tantas y, a la hora de la verdad, nada, lo decimos todo. Atentí con esto: se critica mucho “el dedo” para escoger candidatos de los radicales, pero, “¿por casa cómo andamos?”


Hasta hoy, faltando menos de diez días para poner los candidatos, solamente dos sectores parecen decididos a disputar la interna y ninguno tiene la fuerza necesaria en términos de representatividad. Uno es el llamado Peronismo Federal, que alienta el veterano ex gobernador setentista Hugo Alberto Mott, y el otro es un sector que en otros tiempos se dio en llamar renovación y que, hoy por hoy, tiene poco de renovación. Es más: sus integrantes, contradictoriamente, basan la acción en función de las odiosas renovaciones. Para peor, Raúl Jalil, que es el jefe natural del espacio, coquetea dentro de la mega alianza que se viene construyendo desde hace una semana atrás.
 

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