El trabajo de los médicos y su relación con la sociedad, desde un buen tiempo a esta parte, no pasa por los mejores momentos. Según estadísticas confiables a nivel país, un profesional por día sufre una agresión de parte de los ciudadanos, lo que dista considerablemente del respeto y hasta la devoción que, por ejemplo, los guardianes de la salud inspiraban a nuestros abuelos. ¿Cuáles son los motivos que han cortado un vínculo tan fuerte? Varios. La mayoría de ellos tiene que ver con los cambios operados en la vida ciudadana y el funcionamiento de las instituciones, especialmente aquellas donde los médicos desarrollan sus tareas, esto es, clínicas privadas y el hospital público.
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Precisamente gran parte de los problemas con los médicos se produce en los hospitales públicos donde, a toda hora, la demanda de atención es cada vez mayor. Miles y miles de personas transitan los pasillos hospitalarios, tienen esperas de varias horas y no reciben respuestas adecuadas, lo que deriva en las agresiones a que hacemos referencia. Si a las malas condiciones de trabajo, le sumamos los casos de mala praxis que se repiten con frecuencia o los llamados desde los barrios derivan, en algunos casos, en asaltos a los mismos médicos, llegamos a conclusiones terroríficas para la tranquilidad que requiere alguien que atiende la salud de la población. Menos que menos si las ambulancias para llegar a los barrios deben ir custodiadas por un patrullero.
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“Queremos volver a trabajar con guardapolvo blanco y estetoscopio, no con chalecos antibalas”, escuchamos decir a un médico durante un reportaje televisivo. Es un símbolo de una realidad que pronto puede comenzar a exteriorizarse en Catamarca, donde las condiciones laborales están descuidadas y las sufre la gente. De igual manera, hay profesionales que juegan a hacer negocio con la medicina y con ello, que no se equivoquen, le están agregando combustible al fuego.