La conservación del parque “Adán Quiroga” y el Circuito de la Vida no es precisamente un lujo. Mucho más en esta época, cuando aprieta el calor y los empleados municipales, en su mayoría, disponen de licencia. Ambos predios muestran un aspecto deprimente, donde el verde está totalmente desdibujado, los árboles y las plantas no se riegan ni se cuidan con regularidad, los pasajes y canteros son apenas sendas polvorientas, y la basura se acumula sistemáticamente para convertir al gran pulmón de la Capital en algo escasamente atrayente, tanto para los cientos y cientos de deportistas que allí concurren o las familias que, especialmente en fines de semana, eligen el lugar para esparcimiento.
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Ojalá muy pronto, en cuanto el municipio reordene sus recursos humanos, toda la zona pueda ser mejorada y recuperada para el uso público. También la provincia, a través de la Secretaría de Deportes, debería colaborar en este objetivo, en función de la gran utilidad que presta a la ciudadanía en general. Allí practican actividad física tanto jóvenes como gente mayor, deportistas de distintas especialidades, planteles futbolísticos de varios equipos federados y hasta agrupaciones independientes, lo cual habla por sí solo de la importancia que tiene el amplio parque de la zona norte.
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Por si no faltaran buenos motivos para hermosear la zona, además, la realidad de estos días estaría creando condiciones favorables para un peligroso fenómeno que se ha instalado en la Argentina: el de las ocupaciones, tipo parque Indoamericano. Si todo está abandonado, si los basurales y los malos olores abundan, si no hay cuidadores, si los animales van a pastar, en fin, si esa sensación se mantiene en el tiempo, a nadie debería extrañar que alguien pretenda apropiarse de terrenos que se ofrecen como probables asentamientos. Cuidado con lo que estamos diciendo.