La presencia de Cristina Fernández de Kirchner en Catamarca y la depuración final de las listas de candidatos, por parte de la Justicia Electoral, abrirán la recta final de una campaña política que, aparentemente, está ganada por la apatía y algún desinterés de la ciudadanía. En este aspecto, hay que decirlo, se trata de una situación nueva y distinta de oportunidades anteriores, en las que también se discutió el poder. Ni siquiera existe la efervescencia de marzo de 2009, cuando una simple elección provincial se convirtió en un duelo nacional que atrajo, en campaña, al extinto presidente Néstor Kirchner y, a la hora de los festejos, a los radicales Cobos o Gerardo Morales. La pregunta obligada, que escuchamos de la gran mayoría de los políticos, es obvia: ¿qué está pasando?
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La presencia de Cristina es considerada, tanto por los radicales como los peronistas, vital para el devenir de campaña. El discurso que ofrezca esta tarde en la fábrica ENCATA puede tener influencia decisiva entre los catamarqueños, dada su altísima imagen positiva. Allí centra sus esperanzas el kirchnerismo que, de la mano de Lucía Corpacci y Dalmacio Mera, viene pregonando a los cuatro vientos que hay que unir a la provincia con la Nación en un accionar de total coordinación, tal como ocurre con las vecinas Santiago del Estero, Tucumán o La Rioja. Los radicales anhelan que la cuestión quede encerrada, mentalmente hablando, dentro de nuestras fronteras y que su base electoral imponga condiciones.
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Queda poco, pero algo queda. Nos referimos a las definiciones en la Justicia Electoral, donde falta confirmar un par de candidaturas que se consideran importantes, como la de los intendentes de Recreo, Paclín y Valle Viejo, esta última con características de “bomba política”. En horas, esto se resuelve y ya nada frenará el caamino final hacia el 13 de marzo. Quizá con esto cambie esta extraña apatía que se vive en todos los rincones de la provincia, a escasos días de una batalla electoral que definirá, de aquí a 2015, el poder provincial.