La empresa todavía no entregó la obra

La inauguración del estadio fue sólo una “pantomima”

La megaobra que Eduardo Brizuela del Moral presentó hace cuatro meses de la mano de Julio Cobos, ni siquiera fue entregada. El Gobierno mantiene una fuerte deuda con la firma constructora.
martes, 22 de marzo de 2011 00:00
martes, 22 de marzo de 2011 00:00

A cuatro meses del acto de inauguración del Estadio catamarqueño, debe señalarse que la apertura de las instalaciones no fue más que una pantomima, una puesta en escena, un simulacro para la foto de campaña.
La polémica obra, cuya utilidad es todavía una incógnita, ni siquiera se encuentra en manos del Estado, porque la empresa constructora no la entregó.
Desde aquel lejano noviembre de 2010 en que se simuló la terminación del trabajo y se presentó a la sociedad una estructura inconclusa, hasta este marzo de 2011 que está en su epílogo, poco ha cambiado. Y la situación será la misma mientras el Gobierno no cancele la fuerte deuda que mantiene con la empresa constructora.
Las imágenes de la “fiesta inaugural”, en las que el gobernador Eduardo Brizuela del Moral aparece recorriendo el campo de juego junto al vicepresidente Julio Cobos, son apenas un detalle de la escenografía montada “para la popular”.
Por esa razón, el desaparecido césped del estadio se echó a perder sin que ningún futbolista catamarqueño pudiera pisarlo.
Por esa razón, mientras la Selección Argentina de fútbol se sumó a la fiesta de inauguración del nuevo estadio sanjuanino, aquí se presentó apenas un torneo infantil con delegaciones amateurs, sin estrellas, sin catamarqueños. Por esa razón no se puede jugar un clásico Villa Cubas-San Lorenzo: porque el estadio es una obra que todavía no se entregó.
Ya no se trata de indagar qué inexplicable orden de prioridades impulsó a Brizuela del Moral a construir un estadio en una ciudad donde miles viven sin agua potable, sin energía eléctrica, en calles de tierra, sin seguridad, con escuelas en pésimo estado y hospitales sin personal.
La pregunta ahora, con el gasto consumado (¿alguna vez se informará detalladamente cuantos millones se gastaron en la obra?), apunta a saber cuál fue el sentido de inaugurar una obra antes de tiempo, presentándola a la comunidad catamarqueña como si estuviera culminada, cuando se sabía que era un acto ficticio.
Cuatro meses después, la firma constructora aguarda que el Gobierno pague lo que debe, y no hay fecha cierta para la entrega. El costoso césped quedó inutilizado, y no se puede ni siquiera pensar en programar un partido de fútbol.
Quedan de la inauguración, entonces, apenas las fotos para el recuerdo de los funcionarios saludando.
Un beneficio ínfimo en relación con el dinero invertido en una obra que nadie necesitaba, que nadie pidió y que, hasta el momento, nadie de Catamarca ha podido utilizar.

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