El 14 de febrero pasado, el IPV entregó 18 viviendas en la zona norte, junto a otras 52 unidades que se repartieron en plena época de elecciones. En la entrega hubo acto oficial, corte de cintas y la presencia de gabinete de gobierno completo. Si bien la gente recibió sus casas, pareciera que pertenecen a ese tipo de ciudadanos a los que nadie tiene en cuenta.
Josefa Bazán comentó a este diario que desde que le asignaron su vivienda, la Municipalidad de la Capital y el IPV “jamás aparecieron y el barrio quedó a la deriva.
“A nosotros no nos dividieron los terrenos, la mayoría de las casas se llueven, a otras las entregaron sin grifería. No pasa nunca el camión de residuos, entonces todo el mundo tira la basura en una gran fosa que quedó de cuando las máquinas trabajaban para construir el barrio”, se quejó Josefa que vive allí junto con su marido y seis hijos.

“No les importamos”

Por otro lado, Julia recuerda que si bien la casa les llegó después de varios piquetes, quieren tener sentido de pertenencia y convertirse de a poco en un barrio, pero este anhelo va en contra de la ausencia de obras de infraestructura y de servicios (agua potable, desagües cloacales y pluviales, red eléctrica y vial, equipamiento urbano y un intenso trabajo social con los habitantes de ese territorio) que los excluyen de la ciudad.
Lo cierto es que estos vecinos que conforman el otro mapa de la ciudad y que llegaron de modo informal con la ciudad preexistente,también son ciudadanos.
“Nosotros sentimos que no les importamos. Cuando vamos a reclamar que, por ejemplo, nos den una respuesta a las casas que no tienen grifos, cuando usamos una tenaza, en el IPV nos responden ‘de qué se se quejan, confórmense con que tienen dónde vivir’ y no es así”, se quejó Julia.