Para el electorado catamarqueño, las elecciones de octubre son una oportunidad de consolidar los vínculos con el proyecto nacional y popular que conduce la presidenta Cristina Fernández. El contundente respaldo a Lucía Corpacci, expresado en marzo, mostró el interés catamarqueño por ligarse al programa de crecimiento con equidad, justicia y memoria iniciado por Néstor Kirchner, terminando así con el aislamiento propuesto por el Frente Cívico, que en 20 años cultivó alianzas oportunistas de ocasión con los liderazgos nacionales sin proponerse formar parte de un proyecto serio de nación. Los discursos chauvinistas exaltando una provinciana abstracta y los logros exclusivos del poder brizuelista, mientras miles de hermanos se sumían en la miseria, esperanzados en un único horizonte de ciudadanía puesto en el empleo estatal, finalmente quedaron enterrados en la propuesta humanista y de inclusión que gobernará a partir de diciembre.
Pero la nueva hegemonía tiene todavía un desafío en octubre donde deberán revalidarse los resultados de marzo y mostrar la mejor representación para el Congreso que acompañará la segura reelección de la presidenta Cristina. Es en esa perspectiva que la definición de los candidatos no es materia menor. La ocasión demanda contar con una boleta que exprese el perfil de militancia comprometida tanto con el proyecto nacional como con los problemas concretos de los catamarqueños de carne y hueso, de modo que esa representación acompañe y fortalezca la gestión gubernamental que iniciara la compañera Lucía Corpacci. Y como lo ha señalado la Presidenta, es también el momento de abrir el camino a la militancia joven, de modo que se pueda fortalecer cuadros políticos que sostengan en el tiempo la proclama de “Nunca Menos” de lo que se ha alcanzado hasta ahora. Y a la vez, que sirva para ratificar la alianza que se ha visto el 13 de marzo entre las nuevas generaciones de catamarqueños con el proyecto que lidera la Dra. Corpacci.
Sin vueltas, las elecciones de octubre precisan candidatos leales a Cristina y al modelo de gestión que encarna. No se trata de demandar a los próximos candidatos una lealtad boba o de caricatura como la que pinta la oposición cuando se refiere a nuestros diputados y senadores. La lealtad que reclama el momento es militante y creativa, es decir, comprometida con los desafíos cotidianos de consolidación del modelo y con capacidad para insertarse con identidad en los debates que den forma al país para todos que estamos construyendo.
La lealtad se acompaña con el tesón en la solución de los problemas de los catamarqueños. Necesitamos representantes que sean gestores dinámicos y facilitadores de los proyectos que satisfagan las demandas de desarrollo de la provincia, los municipios y las instituciones.
Por fortuna, contamos con compañeros militantes que pueden dar cuenta de probada lealtad al proyecto y a la gestión de nuestra presidenta y a la vez han demostrado capacidad de llevar adelante las políticas activas de inclusión promovidas por el gobierno nacional. El espacio nacional y popular encolumnado en el peronismo cuenta con reservas para que los catamarqueños tengamos buenas opciones en octubre que garanticen consolidar el modelo de justicia y equidad.

Ramón Giménez