Tras el logro de Palestina en la ONU

Israel autoriza 3.000 nuevas viviendas en Jerusalén y Cisjordania

Benjamin Netanyahu y sus ministros aceleraronn la planificación de los asentamientos y preparan represalias contra palestinos.
viernes, 30 de noviembre de 2012 00:00
viernes, 30 de noviembre de 2012 00:00

La reacción tardó poco en llegar. No habían pasado 24 horas desde que los palestinos lograran ante la Asamblea General de la ONU el reconocimiento mundial a su proyecto de Estado, cuando el Ejecutivo israelí lanzó la represalia-bomba. El Gobierno de Benjamín Netanyahu permitirá la construcción de 3.000 viviendas en Jerusalén Este y en Cisjordania, según confirmaron fuentes oficiales, tras una filtración a la prensa israelí.

El crecimiento de los asentamientos es precisamente el gran punto de desencuentro entre la comunidad internacional y en particular la Unión Europea e Israel. Esa distancia quedó plasmada en los resultados de una votación que ilustra el creciente aislamiento internacional del actual Ejecutivo israelí. Nueve países apoyaron a Israel frente a 138 que secundaron la iniciativa palestina en la ONU.

Esta nueva y voluminosa expansión de las colonias torpedea los esfuerzos internacionales para alcanzar una solución pacífica al conflicto de Oriente Próximo y toca una fibra extremadamente sensible, que en la jerga diplomática se conoce como E-1. Se trata de una zona cercana a Jerusalén, que de construirse, impediría la continuidad territorial entre el norte y el sur de Cisjordania. Hasta ahora, Washington se ha opuesto a cualquier tipo de urbanización en esta zona. Para los palestinos, construir en E-1, y enlazar la nueva colonia con el asentamiento de Maale Adumin, equivaldría poco menos que a una declaración de guerra.

“La decisión que se adoptó es la de permitir la construcción de 3.000 unidades de viviendas en Jerusalén y en Cisjordania”, confirmaron las fuentes oficiales. “El Gobierno también inició el proceso para planear y mapear en E-1”, añadieron.

Fuentes diplomáticas israelíes interpretan el anuncio como una respuesta política contundente a la resolución propuesta por los palestinos y aprobada en la ONU. Acelerar la expansión de los asentamientos forma parte de la batería de amenazas que Israel hizo llegar a los palestinos durante los días previos a la votación y con la que pretendía que el presidente Mahmud Abbas se echara para atrás y renunciara a llegar hasta la ONU. Las amenazas no surtieron efecto y ahora empiezan a conocerse las primeras represalias. Recortar las cuotas de agua a las que los palestinos tienen acceso o disminuir el número de permisos de trabajo para los palestinos que trabajan en Israel son otras de las medidas que los israelíes barajan.

Más de medio millón de colonos israelíes viven incrustados en los territorios palestinos ocupados; una cifra que no dejó de crecer desde 1967. Hace más de dos años que las llamadas conversaciones de paz se encuentran en punto muerto, en parte debido a este asunto. Los palestinos se niegan a sentarse a la mesa de negociación con los israelíes hasta que no cese la construcción en Cisjordania y Jerusalén Este.

“Esta es una provocación de (el primer ministro Benjamín) Netanyahu al mundo occidental”, sostiene Meir Margalit, concejal del Ayuntamiento de Jerusalén y responsable de la parte oriental de la ciudad. Margalit cree sin embargo que las palabras del Gobierno pueden ser solo una amenaza vacía; que para hacerse efectiva tiene que superar numerosos trámites que podrían demorarse hasta un año.

Más allá de la filtración de los planes urbanísticos, apenas hubo el viernes reacciones en Israel a un batacazo diplomático de proporciones inéditas. Políticos y también algunos analistas israelíes centraron sus esfuerzos en minimizar la relevancia de la victoria palestina. Consideran que la Asamblea General de la ONU es una institución anitisraelí por naturaleza y que por lo tanto el resultado era esperable. Pero al margen de la abrumadora superioridad numérica de los votos, lo que a Israel de verdad le preocupa es haber perdido lo que llaman el “voto de calidad” en alusión a las democracias occidentales. En total, sólo nueve países votaron en contra de la propuesta palestina y a favor de Israel. De ellos, varios de limitada relevancia política, incluidas las repúblicas de las Islas Marshall, de Palau y de Nauru.

A cambio perdieron el apoyo de destacados países europeos como Italia o Francia y sobre todo vieron cómo por primera vez Alemania, el gran pilar sobre el que se cimentan las relaciones israelo-europeas, pasaba del no a los palestinos a la abstención.

El País

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