33 de mano

miércoles, 19 de diciembre de 2018 00:00
miércoles, 19 de diciembre de 2018 00:00

Lejos de ser académica o algo por el estilo, la definición se ajusta a la realidad. “Petardo (vulgarmente llamado ‘cuete’): cartucho lleno de pólvora que en un extremo tiene una mecha y en el otro un pelotu…” A este calificativo solamente hay que agregarle un par de palabras para tener en claro el panorama: torpe y negligente. Está claro que se le podrían sumar otros –muchos- adjetivos, pero para muestra basta un botón. Agradecemos de paso al amigo Daniel por permitirnos el uso de su publicación en Facebook. Lo expresado viene a cuento de una información publicada por El Esquiú.com en el transcurso de la semana pasada sobre que se aplicarán  multas de hasta 50 mil pesos a quienes vendan pirotecnia sonora en la ciudad. En tal sentido, personal de la dirección de Inspección General de la Municipalidad de la Capital inició los operativos de control en todo lo que tiene que ver con la venta de elementos pirotécnicos en el ámbito de San Fernando del Valle. Disposición que, suponemos desde el sentido común, se aplicará –y ojalá sea con los mismos valores- de igual manera en todos los municipios del ámbito provincial. A todo esto, padres de niños con autismo, en numerosas provincias, se organizan para pedir la prohibición de la venta de fuegos artificiales con ruido. Por ejemplo, Celia Gerardi, titular de la fundación Autismo y Discapacidad, de Tucumán, dio a conocer que la institución trabaja con un equipo interdisciplinario que realiza diagnósticos y tratamientos en pacientes con autismo y que motorizan la campaña “Pirotecnia Cero”, que se difunde en todo el país. Nos apresuramos en destacar la iniciativa comunal capitalina, en la esperanza de que no habrá amiguismo ni padrinazgos políticos para aquellos “pícaros” (es una forma de decir) que intenten violar las normas de seguridad y la ordenanza vigente y vender pirotecnica “bajo poncho”. Nada de mirar para otro lado ¡Duro con ellos!
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Quedan pocos días para la llegada de las tradicionales fiestas de Nochebuena y posteriormente Fin de Año. Y no son pocos los que se arman con toda la pirotecnia posible para meter el peor ruido que uno se pueda imaginar y, a la vez, desafiar algo que bien se puede evitar: el peligro. Cabe preguntarse a esta altura de los acontecimientos: ¿los que provocan esos estruendos y esos estallidos infernales no tienen un niño en la casa? ¿No tienen a una persona mayor conviviendo con ellos? ¿No tienen un pájaro o un perro que les hace compañía durante todo el año? ¿Por qué maltratarlos y hacerlos sufrir para sacarse el tonto gusto de hace explotar todo lo que esté al alcance de la mano en nombre de no sabemos qué diversión? Tengamos un poquito de consideración y respeto por el vecino, en cuya vivienda puede haber niños o ancianos con alguna enfermedad. Y si están sanitos: ¿por qué enfermarlos llenándolos de angustia y miedo con ese festival absurdo de un “cueterìo” que parece no terminar jamás? Hay que tomar conciencia: estos malditos ruidos hacen un daño tremendo. ¡Qué poco nos importa el otro cuando damos rienda suelta a tanta irresponsabilidad! Otra vez apelamos al sentido común: los que se empeñan en quemar la plata de la manera más estúpida, se preguntaron alguna vez cuántos kilos de pan o cuántos platos de comida se podrían adquirir para darle de comer a tantos niños que sufren hambre todos los días. O cuántos pares de zapatillas se podrían comprar para proteger esos piecitos descalzos que andan pidiendo “alguito” para llevar a la pancita vacía en los barrios. Hay gente y animales que sufren con el show idiota de la pirotecnia. Cada estampida de un petardo es dañosa a la salud de las personas y los animalitos. No hay razón para aplaudir la imbecilidad. Porque como dice el tango, se corre el riesgo de que te llamen gil. Que la Nochebuena sea eso: una buena noche. Sin los innecesarios ruidos tontos. 

Heridos

Frente a la proximidad de las Fiestas, y pese a las advertencias sobre su uso, se sabe que la pirotecnia volverá a estar presente otra vez en las manos de chicos y grandes, con sus consecuencias de siempre.
Esas consecuencias, son que más de mil personas por año son asistidas en instituciones sanitarias del país a raíz de lesiones provocadas por la manipulación indebida de pirotecnia, y la mitad de ellas son niños, según advierten los especialistas, quienes vuelven a exhortar a no utilizar esos productos en las fiestas.

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