Desde la bancada periodística

La Unión Cívica Radical, detenida en el tiempo

sábado, 22 de septiembre de 2018 00:19
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Huelga decirlo. Desde que el Frente Cívico perdió el poder, la UCR de Catamarca –su principal exponente- sufre un proceso de descomposición que, para desgracia suya, no se detiene y cada día que pasa tiende a agravarse. 
Aquel “Waterloo” del 13 de marzo de 2011, cuando Brizuela del Moral cosechó menos votos de los esperados, se parece demasiado al retiro de las tropas napoleónicas de aquella desconocida localidad belga donde, en 1815, sucumbió el ejército francés.
La diferencia frente a estos dos hechos, separados por más de 200 años, radica en que hubo quienes aceptaron la derrota y quienes no. Napoleón Bonaparte inició entonces el camino del exilio. La UCR vernácula se mantuvo con vida, pero al no comprender la caída – ¡por algo había ocurrido!- fue desmoronándose en el tiempo y, cuando han pasado casi siete años, su presente es de franca debilidad.

La convención del absurdo
El sábado pasado, sin publicidad y sin ánimos de ejercer ni una triste autocrítica, se reunieron los convencionales y acordaron darle autoridad al máximo órgano de deliberación partidaria. Antes y después de un trámite absolutamente formal, hubo discusiones que hablan a las claras del retroceso y la descomposición institucional que amenaza, ahora sí, con complicar un diagnóstico de pronóstico reservado.
Un humilde militante y afiliado, exfuncionario de niveles intermedios alguna vez, excandidato a una mísera concejalía en otra, se presentó en la sede de calle Chacabuco y, con base en la letra fría de la Carta Orgánica, pidió la reparación de no menos de seis situaciones irregulares de hecho.
Por toda respuesta recibió el desprecio y las recriminaciones de sus propios correligionarios. No solo lo consideraron un apóstata partidario. Hasta lo amenazaron con la agresión física.
Así fue como Enrique Sir –de él hablamos- dejó la convención convencido de que, solitariamente, había invadido campo enemigo. Aparte que despreciaron sus presentaciones, le dijeron de todo, inculpándolo de andar propagando las miserias internas que, según sus objetores, deben discutirse “puertas adentro”, precisamente el lugar donde jamás, desde hace 28 años, se abre el debate.
Lo que ocurrió con Sir, claramente, pasó de ser una anécdota. Resulta inconcebible que por pedir que se cumpla con la Carta Orgánica se lo tache de anarquista. Mucho más que “sugerirle” lo de “puertas adentro”, lo conminaron a que no hable, que se calle y se vaya a su casa. Un acto de autoritarismo que, en poco tiempo más, será pelotazo en contra. Ocurrirá cuando la UCR orgánica toque fondo.

Expresión minoritaria
Pero la convención, más que el apriete descomedido a Sir (bien que lo aplaudían cuando recorría las redacciones periodísticas denunciando a Marcos Denett o a otros funcionarios provinciales), dejó lecturas preocupantes para el sector que hoy, casi de facto, ejerce la conducción.
A las cosas hay que llamarlas por su nombre. El castillismo, que se adueñó de la orgánica partidaria, no es más que un sector minoritario dentro de la alianza Cambiemos y no tiene chance alguna de volver al poder provincial. Cuando más, podría empujar el carruaje del triunfo.
Por cierto, el aserto merece explicaciones políticas.
Dentro de la misma UCR hay una oposición que no tiene cargos en el comité provincial ni en la convención, pero resulta más creíble y con mayor capacidad electoral por la figura de Brizuela del Moral. Se calcula que en cualquier batalla –una Primaria, por ejemplo- lleva ventajas.
Pero también le lleva ventaja la Coalición Cívica que, con Manzi, tiene un precandidato a “goberna” instalado y con el apoyo inestimable de Elisa Carrió, la mujer con línea directa a Macri, como lo acepta el propio Macri.
Por si no faltaran contras, queda el PRO, o sea el partido del presidente. Si no consigue imponer un candidato propio, por lo que se sabe, va a apoyar a Manzi o, quién sabe, a Brizuela del Moral antes que a cualquier castillista, donde no asoma ningún “paladar negro” con reales pretensiones. En ese rango, queda claro, no pueden ubicar a Roberto Gómez, la gran sorpresa de la última PASO al haber conquistado el 40% de los votos provinciales. Es que Gómez es de Gómez, impulsado por Juana Fernández. Nada que ver con el castillismo.
Si en este esquema de sumas y restas habría que hacer, como en el deporte, una tabla de posiciones, no nos equivocaríamos en afirmar que la orgánica partidaria que, el sábado pasado, estuvo representada por Lobo Vergara, Marita Colombo y Víctor Luna, ha quedado a la cola de las expectativas. Ni siquiera el apoyo de algunos intendentes, como Jorge Coronel, podría cambiar el ordenamiento.
Más claro. Ganarle al gobierno es tarea complicada, pero si alguien le llega a ganar, seguro que no será el castillismo.

Aprender de la derrota
Como lo dijimos en el introito, la caída electoral de 2011 todavía cala hondo en la formación política que gobernó Catamarca por 20 años y supo ser, sin exageración, una maquinita electoral casi invencible. Hasta que perdió y, en términos de acciones e ideas, se transformó en la nada misma.
Bien podríamos afirmar que la UCR se quedó en el tiempo. No avanzó desde aquel glorioso 1991 cuando Arnoldo Castillo le cortó la racha al saadismo. Permanece detenida pensando, quizá inconscientemente, en un determinismo histórico que, aunque no se divisa, la devuelva al poder a través de un expediente muy difícil de repetir como sería una eclosión social o una intervención federal.
Las causas del presente sin expectativas pueden ser muchas, pero hay una que resalta nítida. Del “Waterloo” de hace siete años no se aprendió nada y la historia, en ese sentido, suele ser cruel.
A propósito de lo expresado, el notable escritor alemán Gunter Grass, sabiamente, supo explicar la derrota. Para él, “enseñaba lecciones más profundas que la victoria”, y añadía: “Los vencedores llegan a la conclusión de que ellos mismos y su visión del mundo están justificados y validados y no aprenden nada. Los perdedores, en cambio, tienen que reevaluar todo aquello que creían que era verdad y por lo que merece la pena luchar y, en consecuencia, tienen una oportunidad de aprender, por el camino más difícil, las lecciones más profundas que la vida imparte”.
De estos pensamientos, algunos radicales deberían tomar nota y actuar en consecuencia. Han equivocado la estrategia al cerrar al partido y reducirlo a una especie de secta donde ni siquiera se acepta que se traten violaciones a una Carta Orgánica que, como autoridades, están obligados a cumplir.
Acallar a un afiliado, a fuerza de reprimendas y amenazas de violencia física, significa cambiar principios fundacionales del Frente Cívico al que tanto evocan los jerarcas que aluden a la mística de los 90. De la UCR orgánica ya dijimos todo. Vive en el pasado y anda peleando posiciones éticas con Enrique Sir.

El Esquiú
 

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Comentarios

22/9/2018 | 06:47
#149005
Que podemos esperar de Víctor Luna??? Si no tiene moral hace lo que quiere con la justicia. Es golpeado.usa el cargo para tapar sus conductas de mala persona .

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