Desde la bancada periodística

La pobreza del discurso político

sábado, 12 de enero de 2019 00:00

El catamarqueño que regularmente siga las alternativas de la vida política de la provincia, aquel que se interese por las noticias ubicadas en las primeras páginas del diario, y en particular quien observe la marcha de los acontecimientos despojado de un sentimiento de pertenencia partidaria; podrá advertir con facilidad la pobreza discursiva de la mayoría de los dirigentes.
Esta limitación no responde a la falta de preparación de los principales exponentes de las fuerzas mayoritarias, sino al laberinto que ellos mismos construyeron como campo de acción, donde todo se limita a un repertorio básico, previsible y muchas veces directamente vacío.
Esta situación queda expuesta de modo contundente en épocas preelectorales, como la que nos toca, donde casi todos los protagonistas se revelan interesados casi exclusivamente en su propia suerte, con una cosmovisión tan minúscula que involuntariamente alimenta el posterior desinterés popular, del que luego los mismos dirigentes reniegan.
Este año se renovarán los máximos espacios de poder en la provincia. Existe incluso la posibilidad real de que se convoque a la ciudadanía a expresarse en las urnas durante el mes de marzo. Y como máxima extensión de plazos, se votará en octubre. Unas pocas semanas, o unos pocos meses,  darán forma a la cuenta regresiva hacia un próximo mandato de cuatro años, que definirá el destino institucional de Catamarca hasta 2023.
Quienes participan con legítimas aspiraciones en la puja directa por ocupar espacios electivos en la función pública, son también las personas que con regularidad se procuran lugares visibles en los medios de comunicación, porque esa presencia se reconoce como condición sine qua non para tener alguna oportunidad.
Pero al revisar el conjunto de declaraciones y pronunciamientos que el conjunto de aspirantes a cargos públicos ofrece, ese subgrupo social que se dio en llamar “la clase política”, se encuentra un mensaje virtualmente ajeno a las inquietudes del resto de los catamarqueños. DIgamos, el conjunto mayor, que no integra “la clase politica”.

Sin distinción
No hay grandes diferencias entre representantes de las distintas fuerzas políticas en lo que a métodos comunicacionales se refiere.
Casi todos comparten el mismo rumbo metódico. Y así se refleja en el repaso de los canales que visitan con periódica frecuencia: diarios, radios, medios digitales, redes sociales.
Un repaso general permitirá ver las referencias permanentes a encuestas, los acuerdos y desacuerdos relacionados con enfrentamientos y alianzas que resuelven su posicionamiento interno, las especulación en torno a los nombres que aseguran mayor simpatía o adhesión, y un interminable caudal de declaraciones que como único fin tienen descalificar o atacar al adversario, con cuestiones que muchas veces se enfocan en asuntos más personales que de la gestión.
Es toda una rareza que alguien escape a esos límites impuestos por nadie, pero que demarcan el terreno en el cual nuestros políticos se mueven desde hace años.

La deuda
Lo que brilla por su ausencia, no sólo en esta campaña virtualmente ya iniciada sino en las anteriores, son las propuestas.
La mayoría de los candidatos se enfoca en los números necesarios y en la competencia aritmética específica para alcanzar el triunfo, pero son poquísimos, cada vez menos, quienes construyen su camino en base a ideas y proyectos de ciudad o provincia.
De este modo, los grandes temas provinciales se convierten en una cuestión lateral o inexistente, y hasta se dejaron de lado las presentaciones de aquellas “plataformas electorales” que se utilizaban en el retorno de la democracia, cuando cada sector asumía un compromiso, u ofrecía un planteo general de sus convicciones y acciones a desarrollar.
Hoy la competencia se personaliza, y por ello el esfuerzo central se concentra en generar empatía hacia el candidato propio y alentar el rechazo hacia el candidato ajeno: lo que el votante sienta se impone a lo que piensa, entre otras razones porque prevalece una subestimación general del electorado.
No puede desdeñarse en este análisis una realidad que parece corroborada por los acontecimientos recientes: en distintas latitudes se ve triunfar candidatos a caballo de campañas publicitarias, sin mayor profundidad en el contenido.

Inquietudes
Pero quizás Catamarca merezca un poco más, y los propios ciudadanos tengan derecho -sino a exigir- al menos a esperar una campaña más seria, que intente cruzar la cómoda frontera de los slogans y los afiches, para recibir un menú más consistente, donde exista la posibilidad de optar entre distintos caminos y formas.
Los temas que generan inquietud y aguardan decisiones son múltiples, y sería interesante que los precandidatos examinen realmente cuál es el rumbo que consideran más promisorio.
Podemos mencionar algunos, sólo a modo ilustrativo.
La población de Catamarca tiene una dependencia extrema del Estado, con un organigrama público descomunal que no guarda relación entre gasto de sueldos de personal y eficiencia en los servicios que se prestan. Es una estructura elefantiásica que crece y crece sin sentido, agravando cada vez más el problema. ¿Qué se hará con esta situación? ¿Se pensaron alternativas de generación de empleo genuino, se seguirá inflando indefinidamente la administración pública?
¿Qué postura se asumirá ante el proyecto de Agua Rica, varias veces superior en magnitud a Bajo La Alumbrera? ¿Se impulsará alguna industria que permita sumar un valor agregado a la extracción de litio? ¿Se tiene alguna estrategia especial para fortalecer el turismo? ¿Cómo se alentará la producción agroganadera? ¿Cómo se enfrentará la crisis industrial?
Pequeñas y grandes preguntas se suceden, en relación directa con cuestiones que en mayor o menor medida afectan la vida de cada comprovinciano. ¿Cómo se resolverá el caos del tránsito que se lleva decenas de vidas cada año? ¿Qué se hará con la obra del Estadio Bicentenario, que se cae a pedazos? ¿Qué plan de acción se tiene en carpeta para prevenir, asistir y contener al universo de jóvenes expuestos al flagelo de las adicciones?
¿Cómo se atacará el déficit crónico de la mayor obra social de la provincia? ¿Cómo se piensa desarrollar la prestación de servicios básicos en el próximo lustro, contemplando el crecimiento demográfico de Capital e interior? ¿Cómo se actuará ante la proliferación de asentamientos ilegales?
Es tan amplio el abanico de realidades que hacen al interés de un gobierno que toda enumeración se percibe incompleta.
Por ello es desconcertante que los discursos se localicen tan lejos de las preocupaciones del ciudadano.

El Esquiú.com

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