El Secretario

viernes, 18 de octubre de 2019 00:35
viernes, 18 de octubre de 2019 00:35

Ayer se conocieron escalofriantes imágenes, fotografías y filmaciones de un salvaje ataque sufrido por simpatizantes del Frente de Todos, que estaban pegando afiches y realizando pintadas proselitistas en Belén. Tres de los agredidos quedaron hospitalizados como consecuencia de los golpes recibidos con hierros, palos y piedras, en un acto alejado de las más elementales normas de convivencia cívica. Que a casi cuatro décadas de recuperación de la democracia sigan ocurriendo estos episodios es algo inadmisible, que indigna y preocupa, al tiempo que representa un fuerte llamado de atención para toda la ciudadanía, en especial para la dirigencia política. Si en más de dos siglos de historia de nuestro país no aprendimos que la violencia no es el camino, entonces no aprendimos absolutamente nada. Cada ciudadano tiene derecho a votar al candidato que le plazca, cada fuerza política tiene derecho a hacer la propaganda que quiera. La tolerancia y el respeto son los únicos medios por los cuales podemos avanzar como sociedad. Una victoria o una derrota electoral son apenas circunstancias del acontecer político. Sería sano, aunque improbable, que estos hechos fueran condenados en conjunto por todos los sectores partidarios, sin importar el color de agresores y agredidos.

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Hace 20 años, en octubre de 1999, un militante peronista de 41 años fue asesinado a balazos mientras pegaba afiches de la fórmula presidencial del Partido Justicialista. Ocurrió en el cruce de la avenida Ahumada y Barros. La víctima era un conocido exboxeador, Carlos Andrés “Torito” Ponce, padre de seis hijos, quien fue baleado por un grupo de personas que escaparon en dos motos y un auto. El peronismo culpó entonces al gobierno del Frente Cívico y Social por el crimen, que durante años dejó una herida profunda en la militancia.


Es inaceptable que un hecho así vuelva a ocurrir. A diez días de una elección, todos los candidatos deberían hacer un llamado a la cordura e impartir instrucciones para que se cuide cada palabra y cada gesto, rechazando toda expresión de violencia. Ya que coinciden en la Catamarca de paz que anhelan, que hagan algo por dejar atrás estos actos irracionales para siempre.
 

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