Uno de los pocos enigmas electorales que falta resolver, relacionado con el comicio del 27 de octubre, tiene que ver con la distribución de bancas para los concejales de algunos puntos del interior. El principal de ellos se ubica en Santa María, pero también se podrían plantear discusiones en torno a los resultados registrados en villa de Pomán, Londres (Belén), Aconquija (Andalgalá) y El Alto. En todos estos casos, la coalición Frente de Todos venció por cifras contundentes (superiores al 50%), en la categoría concejal, a sus similares de Juntos por el Cambio, por lo que de aplicarse el sistema D’Hondt que establece la Constitución la oposición quedaría sin representación o, por lo menos, diezmada.
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Este problema se planteó en 2015, cuando en Londres, Pomán, Aconquija y El Alto se dieron resultados muy parecidos a los de octubre. En esa instancia, un tribunal electoral en el que llevaba la voz cantante José Cáceres cambió el criterio que se venía aplicando con anterioridad y dejó de lado el sistema de proporcionalidad, permitiendo que asuman candidatos a concejal que habían obtenido magros resultados. Esa lógica hoy vuelve a ponerse en duda porque, de acuerdo a las épocas, se actuó en un sentido u otro.
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El nuevo tribunal electoral, conformado por Vilma Molina, Carlos Bertorello y el camarista Carlos Moreno, podría ratificar lo actuado en 2015 o volver hacia atrás y aplicar el sistema D’Hondt. En el caso de Santa María, el problema es más complejo. Allí la victoria del peronismo fue por 7.253 votos a 3.389 y deben elegirse cuatro concejalías, lo que podría arrojar una repartija de tres bancas contra una del radicalismo que, por su lado, estaría pidiendo que la cosa sea 2 a 2. El caso santamariano, por ser un municipio con carta orgánica, es distinto a los que no tienen. Es que colisiona la mencionada carta orgánica, que privilegia las minorías, y la Constitución Provincial, que alude a la proporcionalidad. Demás está decir que, por jurisprudencia, hay supremacía del texto constitucional.
El Esquiú.com