33 de mano

La sordera de los que ayer pedían votos

miércoles, 27 de noviembre de 2019 00:30
miércoles, 27 de noviembre de 2019 00:30

Acalladas las voces de la siempre insoportable campaña electoral y calmadas las expresiones del triunfo y de la derrota, según los resultados, hay otros gritos que parecieran ser del silencio porque nadie -o pocos, muy pocos- los escuchan. La dramática situación que vive una familia fue dada a conocer, primero,  por el locutor radial Hugo Ovejero (39) a través de las redes sociales y después por gente que se hizo eco del pedido de socorro. Ovejero es conocido por haber prestado sus servicios en varias emisoras locales. Su esposa, María Simona Sacchet (36) está internada desde hace varios días en el Hospital Padilla (Tucumán) y padece un estado crítico de su salud por la presencia de un tumor de Hipófisis en su cerebro. María Simona ya fue sometida a cuatro operaciones de alto riesgo en la cabeza. Es madre de cuatro hijos, tres de los cuales son menores, de 2, 5 y 7 años. Ambos, Hugo y María Simona, forman parte del doloroso ejército de desocupados. Dos de los miles y miles que hay en la provincia, dos de los millones y millones que hay en el país. Enterados de la dramática situación, el domingo al mediodía mantuvimos un diálogo telefónico con Hugo Ovejero, quien se encontraba en el citado hospital tucumano. Esto nos contó: “Ahora está en terapia (por María Simona), con pronóstico reservado, y los médicos dicen que está en un marco de evolución favorable. Ella está consciente, pero con mucho dolor”. La charla duró largos minutos, los suficientes para que al final le expresáramos a quien teníamos más cerca: ¡que lo parió! Las tres palabras que resumen un estado de bronca, dolor e impotencia. Lo dicho: la pareja está sin trabajo y los tres hijos menores quedaron a cargo de la abuela materna, de escasos recursos: una jubilación mínima que con los descuentos no supera, al final de cuentas, los 3.500 pesos. “Por eso pido también  la colaboración de alimentos no perecederos, que pueden ser acercados a la casa de la abuela, Rosa Alicia Vélez, ubicada en Mardoqueo Molina esquina Lavalle, para que mis hijos tengan qué comer. Desde ya gracias a los que puedan colaborar, y que Dios los bendiga”, nos dijo Hugo.
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  Ese es el cuadro de situación: una mujer joven con una maldita enfermedad. Una pareja, padres de cuatro hijos, tres menores, desocupados. Ella, internada en Tucumán, él esperando en el hospital que esta pesadilla pase lo antes posible. Los tres niños menores en la casa de la abuela, cuyos recursos económicos no alcanzan para nada. Y en Tucumán hace falta dinero. Y en Catamarca, igual. ¡Cuántos  frentes de tormentas y la familia en medio del desamparo y las necesidades! Hugo quiere trabajar y le pide a la gente que lleven alimentos para sus hijos. Le pide, además, “que recen, porque eso nos transmite buena energía” y nos remarca “el agradecimiento por el acompañamiento de muchos medios en esta campaña”. La familia vive en Valle Chico (calle 3, casa 6) y el número del teléfono de Hugo es 3834-054248. El número de cuil de María Simona es 27-29917139-1. De algo estamos seguros: hace poco, en plena campaña electoral, TODOS los candidatos de TODOS los partidos se acercaron a pedirle los votos a la familia. Esos mismos candidatos que pagaron costosos asados y no menos costosa folletería que todos reciben pero nadie lee. Recuerden esos candidatos que “puede el silencio gritar”, como dice el sanjuanino Osvaldo Montes en el emblemático tema del Caso Morales. El pasado jueves, El Esquiú.com titulaba en su tapa: “Organizan ollas populares por cierre de comedores comunitarios”, a la vez que informaba: “Algunos comedores comunitarios dejaron de recibir aportes luego de las elecciones y debieron cerrar. Se organizaron 30 días de ollas populares en diferentes barrios.” ¡Que lo parió! Los y las protagonistas de tanta vocinglería a la hora de pedir votos, con caras de somos buenos, de pronto se volvieron sordos y sordas. “A las necesidades del pueblo que las escuche otro, nosotros vamos por los votos” pareciera ser la consigna. Señoras y señores que viven de la política: María Simona no vale un voto. Tampoco Hugo. Ninguna persona vale un voto. Son ciudadanos que aspiran y merecen vivir dignamente. O acaso tiene razón Tabaré Cardozo: “El tiempo me enseñó que la miseria es culpa de los hombres miserables, que la Justicia tarda y nunca llega pero es la pesadilla del culpable”. María Simona, Hugo y muchas Marías Simonas y muchos Hugos están pidiendo ayuda. Sí, los mismos a los que fueron a pedirles votos en las elecciones. No se hagan los giles… aunque lo disimulen  tan bien.
 

22%
Satisfacción
7%
Esperanza
62%
Bronca
7%
Tristeza
0%
Incertidumbre
0%
Indiferencia

Comentarios

27/11/2019 | 08:54
#149006
TODOS LOS USAPUEBLO TE DICEN LO MISMO, QUE NO PUEDEN ATENDER PORQUE ESPERAN A LA NUEVA GESTION Y HACE UN MES TE LLORABAN QUE LOS VOTES

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