El Secretario

miércoles, 6 de noviembre de 2019 00:46
miércoles, 6 de noviembre de 2019 00:46

El 2 de junio de 2018 estaba programada la interna radical. Debía elegir las autoridades partidarias. Iban a ir a la disputa por la presidencia del comité provincial Alejandro Páez y Horacio Pernasetti, lo que significaba enfrentar a un intendente de gestión cerrada y casi misteriosa con un peso pesado del viejo tronco radical que, por las dudas le faltaran pergaminos, fue funcionario de primer nivel, presidente del Concejo Deliberante capitalino, tres veces diputado nacional, jefe de bloque del radicalismo nacional y auditor de la Nación. Tan desigual enfrentamiento fue desbaratado por quienes, de antemano, tenían la idea de evitar una definición por las urnas. Como contaban con la Junta Electoral de su lado, no hubo problemas en abortar el proyecto opositor al castillismo, cuando tenían todo para solucionarlo y defender la democracia interna. Después, la Justicia Electoral refrendó lo que los propios radicales, por su cuenta, se negaron a remediar. Así resultó presidente Páez y Pernasetti, con sus aliados, quedó mirando al más allá.
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Cuando han pasado las elecciones y los ánimos han calmado, el excandidato a intendente, Flavio Fama, ha vuelto a poner el dedo en la llaga que dejó aquel 2 de junio. Sin entrar a detallarlos, ha afirmado que la derrota de Juntos por el Cambio y la suya propia mucho tienen que ver “con una serie de desencuentros internos”. Fue más allá el hombre al perfilar el futuro. Puso en duda su continuidad en cualquier proyecto que no parta de entendimientos básicos, lo que coincide con nuestras predicciones editoriales. Desde lo que llamamos “la interna que no fue”, salvo un milagro, la UCR no tenía chances de ganar.
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La fractura de la oposición, que se materializó por aquella interna fallida a la que siguió la partición del bloque de diputados –de allí surgieron los “orgánicos” e “inorgánicos”- tuvo el domingo 27 otra exteriorización evidente. Al candidato a gobernador, Roberto Gómez, parte de la clase alta de la Capital lo “tijereteó” con ganas, lo que provocó que el triunfo de Jalil fuera más amplio.
El Esquiú.com
 

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