Apuntes del Secretario

domingo, 22 de diciembre de 2019 00:26
domingo, 22 de diciembre de 2019 00:26

Ante varios pares del oeste y el propio gobernador Raúl Jalil, el intendente de Belén lanzó el miércoles pasado un durísimo discurso sobre la relación que, por los temas mineros, tiene la provincia con la Universidad de Tucumán. Daniel “Telchi” Ríos no anduvo con rodeos para decir que el alto organismo educacional está demasiado bien pago con lo que ha recibido durante más de 50 años por integrar el directorio de Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio (YMAD) y que los departamentos mineros no pueden permanecer indiferentes ante una situación de injusticia, toda vez que los recursos son nuestros y hay que compartirlos con un socio bobo que no gasta ni una emoción en los diferentes proyectos. Por el contrario, cada vez quiere ganar más y en esos afanes no tiene problemas en “poner palos en la rueda”, como ha ocurrido hace pocos meses, cuando señaló públicamente que se oponía a un arreglo entre YMAD y las empresas que van a alquilar las instalaciones que tiene Minera Alumbrera (en asociación con Catamarca y la UNT) para moler el material que pueda extraerse en el futuro del yacimiento Agua Rica, cuyo inicio de producción está contemplado para 2025.

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Como lo haya dicho, resulta indiscutible que Ríos ha puesto el tema en el centro del debate. El concepto medular es que si alguna vez, a fines de los años 50, hubo una ley para crear YMAD, podría haber otra ley que modifique el funcionamiento del organismo. Más allá del texto legal, por casi 60 años, la Universidad de Tucumán se ha beneficiado con el oro que se extrajo de Farallón Negro, el yacimiento que sobre suelo belicho permite nada menos que 500 puestos de trabajo de calidad a una mayoría de catamarqueños o radicados en el pueblo que se creó alrededor de la mina, en las estribaciones de Hualfín. También la casa de altos estudios usufructuó a fondo las utilidades que, por dos décadas, dejó la explotación de la joya catamarqueña: Bajo la Alumbrera. Ahora, cuando ha reaparecido la chance cierta de un megaemprendimiento del que no será socio, dice que no acepta el arrendamiento de las instalaciones y para ello coloca el argumento falso de que, cuando se trató el acuerdo en el directorio, faltaron sus directores. ¿Qué tendrá que ver eso con que una mayoría de YMAD, tal como establece la ley, haya resuelto la aprobación y los términos del contrato hayan sido refrendados por el Poder Ejecutivo Nacional y publicados en el Boletín Oficial?

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Una vez más, para los que ignoran estas negociaciones o miran para otro lado, cuando no salen a respaldar “los proyectos tucumanos”, repetimos que YMAD recibió por el contrato acordado de arrendar las instalaciones una suma en dólares que, en su mayor parte, va a ser aplicada a asegurar la supervivencia de Farallón Negro y la existencia misma de YMAD. Sin el contrato de marras, la empresa y los trabajadores de Farallón tenían futuro incierto. Es que el único ingreso que tiene el organismo proviene de la mina, la cual requiere de manera urgente una inversión millonaria en chimeneas que aseguren su seguridad. ¿Qué tal si le pedimos a la Universidad de Tucumán que haga una erogación de esta naturaleza para garantizar el futuro de Farallón y de sus 500 trabajadores? No hace falta pensar la respuesta, pero los lectores deben saber, lo repetimos, que sin Farallón no hay YMAD. Por ello se necesitan realizar todos los negocios posibles, en orden a que en los presupuestos de Nación y la provincia de Catamarca no se contempla ni un peso de aporte. Por ello, y por mucho más, valoramos la posición de Daniel Ríos y ojalá ella despierte conciencia en los demás actores de la minería. 

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Quien se preocupó especialmente por la minería, como antes lo hizo Mauricio Macri, fue Alberto Fernández. Destacó las producciones de litio y silicio de Jujuy, los emprendimientos nuevos de Mendoza y Chubut y, en general, ya comenzó a prestar apoyo a una actividad generadora de dólares por la exportación. Por considerar que la mayoría de los yacimientos se encuentra en provincias pobres o empobrecidas, dispuso una rebaja del 12 al 8% en las retenciones, lo que hace más atractiva la oferta para las multinacionales interesadas en la explotación. Catamarca está en inmejorables condiciones de lograr ventajas en los próximos tiempos porque, tal como lo dijo el secretario de Minería, Rodolfo Micone, es una provincia muy bien vista a nivel mundial para ejecutar inversiones.


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Las buenas noticias, como no puede ser de otra manera en un contexto de crisis, se cruzan con una mayoría de malas. En este caso vale hablar de la pobreza que, en la provincia, se exterioriza por la desocupación, la pobreza y la indigencia. No es casualidad, en este marco, que a diario seamos testigos de gente mendigando ayuda o comida por los hogares, que los chicos desfilen por las zonas más concurridas –bares, por ejemplo- pidiendo una limosna o que otros menesterosos estén apostados en la calle procurando una “ayudita”. Por cierto, en los grandes centros urbanos, estas escenas se reproducen por cientos o por miles de casos, lo que llevó a la administración nacional peronista a crear el Consejo Federal Argentina contra el Hambre. El viernes, con la presencia de Alberto Fernández, fue lanzado formalmente y contó con la presencia de figuras de renombre y popularidad como Estela Carlotto (Abuelas de Plaza de Mayo), Marcelo Tinelli o el destacado periodista Martín Caparrós, autor del libre “El Hambre”. Por este desolador panorama, no dejó de llamar la atención que el diputado nacional Rubén Manzi haya asegurado estos días que no había motivos para declarar la emergencia. ¡Por favor!

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Cuando han pasado prácticamente dos semanas de la asunción de autoridades, los cuadros de funcionarios han quedado completados tanto en la provincia como en los municipios. Muchos nombres y caras se repiten y, sin dudas, son el reflejo de lo que gestionaron bien en los últimos ocho años. En otros casos, hubo funcionarios y funcionarias que, por su falta de compromiso o ineptitud, se quedaron en el camino y no renovaron tareas directivas. Ahora resta saber quiénes serán los encargados de los organismos nacionales que funcionan en la provincia, cuya designación corre por cuenta de las autoridades respectivas pero, por lo general, reciben el aval de los principales responsables del gobierno local, o sea el gobernador Jalil o la diputada nacional Lucía Corpacci, de sólida llegada a la Casa Rosada.

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Los roces y desinteligencias que habría tenido el último secretario general de la Gobernación de Lucía Corpacci, el licenciado Edgardo Macedo, habrían apurado su salida del esquema que, con el adentro, pensaba armar el gobernador Jalil. La situación, que adelantamos la semana pasada, se terminó de concretar y no hubo explicaciones oficiales al respecto, pero lo cierto y concreto es que Macedo levantó sus bártulos y, por lo que sabemos, marchó a su casa. Gran parte de las tareas que estaban bajo su responsabilidad hoy corren por cuenta del exministro Guillermo Dalla Lasta que, en la nueva gestión, ejerce como secretario de Gabinete. La pregunta clave que surge de esta situación es a dónde irá Macedo. Como político que es, seguro no está pensando en “colgar los botines”. Por lo que se rumorea en Casa de Gobierno podría terminar trabajando en el despacho de la diputada nacional Lucía Corpacci o en alguna dependencia nacional que funcione en Catamarca. ¿Será Radio Nacional? ¿Podrá ser el Enacom? ¿O Anses? Ya veremos.

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RECUERDOS. Como lo hacemos habitualmente, en el cierre de los “Apuntes” incluimos los acontecimientos del pasado.
A fines de 1994 se elegían las autoridades de la cámara de Senadores de la provincia. Marita Colombo, la representante de Fray Mamerto Esquiú, era ungida presidenta provisoria y Adolfo Martín Giordani vicepresidente provisorio. Por el lado del bloque del entonces gobernante Frente Cívico, el nominado presidente fue el más joven de los senadores de aquel entonces, el tinogasteño Mario Quintar. Como vicepresidente quedaba Luis Falcón, senador de Capayán. Por último, el licenciado Edgardo Macedo resultaba designado secretario parlamentario.

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Valle Viejo fue la segunda ciudad de Catamarca que tuvo carta orgánica. La primera había sido la Capital, por decisión política del exintendente Eduardo Brizuela del Moral. En las postrimerías del 94, el exintendente Gustavo Roque Jalile convocaba para el 29 de enero de 1995 a elección de constituyentes para que dictaran el texto que iba a regir la vida institucional del municipio chacarero. El diputado provincial de aquella época, Jorge Herrera Castellanos, se oponía. Al final se cambió la fecha y se dispuso que se votara el 5 de febrero, lo que finalmente ocurrió. Entre otros artículos, como en otros departamentos (Recreo o Andalgalá, por ejemplo), la carta orgánica estableció que el intendente puede permanecer en el cargo únicamente dos mandatos. Todas tienen una gran diferencia con la Constitución Provincial, que habla “reelección indefinida” para gobernador y vicegobernador.


El Esquiú
 

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Incertidumbre
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Indiferencia

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