Desde la bancada periodística

Más que un reclamo, un pedido de ayuda

sábado, 16 de marzo de 2019 01:05

Todo año electoral se caracteriza por teñir cada acontecimiento con un tono político, lo cual puede alcanzar desde el rumbo económico hasta una superficial competencia deportiva. Nadie más que los propios políticos está al tanto de la hipersensibilidad del electorado, máxime en tiempos como los actuales, donde la militancia se expresa en círculos cerrados y son los ciudadanos independientes o indecisos quienes pueden inclinar la balanza en una consulta en las urnas.


Entre todas las alternativas de la compulsa democrática, por otra parte, ninguna adquiere más relevancia que la elección presidencial, que define nada menos que el rumbo del país por un período de cuatro años.
Si se toman todos esos elementos, y se los analiza en el contexto de severísima crisis que atraviesa la Argentina, la conclusión emerge por sí sola.


La campaña electoral de este 2019 tendrá características únicas. Porque como condimentos finales deben añadirse las irreconciliables diferencias entre los dos sectores mayoritarios, y la real incertidumbre sobre quién podrá finalmente prevalecer en el comicio de octubre.


Es mucho lo que está en juego, porque se discute más que un proyecto o un modo de administrar. Hay millones de argentinos que involucraron sus sentimientos en esta pelea ideológica, y entienden que quien se siente en el sillón de Rivadavia el 10 de diciembre será determinante por un lapso muy superior a los cuatro años que marca la Constitución.


Para el peronismo es urgente retomar el poder, y corregir lo que considera retazos de una Argentina que interpreta despedazada por el modelo macrista.


Para el macrismo, es decisivo asestar la estocada final a una oposición maltrecha en 2015, pero que mantuvo viva a fuerza de demonizarla, y a la cual en base a desaciertos propios le inyectó motivación para intentar la unidad.

Escenario

Sin contar las deblaces económicas que cerraron anticipadamente los ciclos de Raúl Alfonsín y Fernando De la Rúa en 1989 y 2001, ningún presidente llegó al final de su primer mandato tan débil como Mauricio Macri en esta oportunidad.


La inestimable ventaja de manejar toda la estructura oficial y los recursos públicos, le otorga demasiado handicap al gobernante que aspira a ser reelecto.


Por eso Carlos Menem se impuso sin sobresaltos al concluir su primer mandato, y hasta fue el candidato más votado cuando buscó una segunda reelección.


También el kirchnerismo se solidificó a tal punto que hilvanó tres presidencias sin rivales a la vista, la primera con Néstor y las dos siguientes con Cristina.


Es tan obvia la supremacía del candidato que compite mientras ejerce el poder, que sabiamente la Constitución (tomando el ejemplo de democracias más sólidas) impone la alternancia, porque de otro modo facilitaría el camino a cualquier presidente a perpetuarse en el cargo.


Distinto es el caso de Mauricio Macri, que se aferró a una receta impiadosa con las clases medias y bajas, y ejecutó una batería de medidas que hicieron desastres en la industria nacional, el bolsillo del asalariado promedio, la producción y el comercio, simultáneamente con devaluaciones, tarifazos y endeudamientos insólitos.
Tan salvaje ajuste tiene un costo, y es el que aceleró los naturales procesos de desgaste de imagen, de modo que Macri llega a su declarada intención de ser reelecto sin la fuerza que habitualmente tiene un presidente en esa instancia.


El panorama indica lo que todo argentino sabe: los próximos meses el país entero será escenario de una campaña feroz, con buenas y malas armas, para lo que asoma como la batalla final.

Mensaje

Con aguda percepción de la realidad social y el horizonte que se vislumbra, adquirió especial relevancia el mensaje difundido tras la 117º Asamblea Plenaria, de la Conferencia Episcopal Argentina, que se enfocó precisamente en la situación electoral, y pidió a los políticos, prácticamente, piedad por la gente.


El documento del episcopado exhortó a los candidatos a las próximas elecciones presidenciales a escuchar los pedidos “dramáticos” de trabajo y educación, reclamó plataformas con propuestas concretas y campañas “austeras” y “transparentes”, y llamó a construir entre todos un país “más justo y solidario, sin excluidos”. 
El mensaje con el título “Con esperanza, educación y trabajo, artesanos de una nueva Argentina”, fue difundido tras el debate de un centenar de obispos en la casa de ejercicios El Cenáculo La Montonera, de Pilar.

Irrebatible

Sus conclusiones son casi irrebatibles, y reflejan la incertidumbre general ante el panorama político nacional.
“En una realidad que nos golpea y nos duele por su pobreza creciente, no queremos perder la esperanza de salir adelante, asumiendo el desafío de pasar de la cultura de la voracidad y el descarte, a la cultura del cuidado de toda vida y de nuestra Casa común, de la fraternidad y de la hospitalidad”, subrayó el Episcopado. 
“Como obispos presentes a lo largo y ancho de nuestro país, escuchamos el dramático pedido de trabajo. Junto a la educación, constituyen los ejes más importantes de la cuestión social. Estamos convencidos de que debe superarse para siempre la lógica de la dádiva, de la especulación financiera, y del enriquecimiento a costa de los otros”, agregó. 
Los obispos pidieron a los candidatos que “presenten propuestas concretas a los ciudadanos en sus plataformas electorales; y a la vez, que las campañas sean austeras, con gastos transparentes”. 
Citando al mártir riojano Enrique Angelelli recuerdan que “Votar es hacer y construir nuestra propia historia argentina y provincial. Es poner el hombro para que como pueblo no se nos considere solamente en las urnas, sino el gran protagonista y actor en la reconstrucción de la Patria”. 
Por eso para los obispos “la nobleza de la vocación política pide a los dirigentes la responsabilidad de colaborar para que el pueblo, que es soberano, sea artesano de su historia. Necesitamos políticos que nos ayuden a mirar más allá de la coyuntura, y que nos propongan caminos auténticos de amistad social”, se reclama.
Es un llamado que se orienta como un toque a la conciencia de las cúpulas partidarias, responsables en gran parte del espíritu de división y odio que se sembró en la población argentina, y que puede tener -si es que no las tiene ya- consecuencias nefastas para la Nación.
Argentina y los argentinos fueron muy maltratados en los últimos años, y en algún momento quienes dirigen la orquesta deberán dejar de tensar la cuerda y pensar un poco en “los de abajo”, porque existe un enorme riesgo de llegar a un punto sin retorno, si se sigue alimentando la división y el enfrentamiento irracional.
Estamos a tiempo de recordar que el país es de todos.

El Esquiú.com

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