Desde la bancada periodística

“Hace 30 años que chorean los mismos empresarios”

sábado, 2 de marzo de 2019 00:00
sábado, 2 de marzo de 2019 00:00

El reconocido periodista de TN, Alfredo Leuco, tuvo expresiones tremendas contra los empresarios argentinos. En uno de sus programas de cada semana, en el canal de cable, los diferenció de los funcionarios y fue, inclusive, más allá. Según su visión, en términos de corrupción, son peores que los políticos.

Tratándose de Leuco, las conclusiones sorprenden.


Textualmente, y en tono editorial, indicó “para mí los empresarios no solo tienen la misma responsabilidad que los funcionarios, sino peor. ¿Saben por qué? Los político pasan, los empresarios se quedan y hace 30 años que vienen choreando estos mismos de ahora. Por lo menos, cuando uno los vota, los políticos van cambiando. Los empresarios, en gran parte, son los responsables de lo que pasa hoy en la Argentina. Podrían haber hecho un club y decir aquí viene Barata a pedirme plata de la coima… Angelo Calcaterra podía haber dicho aquí viene Barata a pedirme plata para la campaña”. Encima, estos tipos te dicen estamos preocupados por el trabajo de 1200 familias, pero tienen 18 yates, viven en Miami, etc. Los empresarios podían haber parado la corrupción en la Argentina y no lo hicieron”.

Un país de corrupción
No descubrimos nada si afirmamos que la Argentina figura entre los países más corruptos del mundo. Lo señalan informes diferentes que la colocan como líder –tristísima distinción- de América Latina y discutiendo el podio con países africanos como Nigeria.


De esta lamentable realidad no escapa prácticamente nadie. Los políticos se llevan la peor parte de la consideración pública, pero los que analizan seria y profundamente el sistema saben, como Leuco, que detrás de ellos están los empresarios.


Son ellos los que colaboran económicamente con los políticos y los partidos durante las campañas electorales. Saben que, cualquier sea el ganador, habrá lugar para recibir las compensaciones sin arriesgar nada. Ni siquiera poner la cara.


Si no aportan antes, emergen expertos en exacciones ilegales. Esto es, coimas para conseguir prebendas de obra pública u otras jugosas concesiones que, a través de funcionarios corruptos, puede ofrecer el Estado.
Por lo tanto, lo que ocurre en el país, no debería sorprender a nadie. Ya lo dijimos en otras oportunidades y hasta hablamos de porcentajes. Los políticos se quedan con el 10% del botín, que es fortuna mal habida enorme, pero los empresarios se llevan el 90%.


Para la prensa que es funcional al sistema, por lo general la denuncia va siempre contra el político y al que se lleva la tajada gigante del delito, actuando desde las sombras, no lo conoce el gran público. Por la influencia mediática, que ya nadie discute, “el pato de la boda” termina siendo el político.


Para que estas cosas ocurran, resulta imprescindible que las instituciones sean cómplices y, de forma distinta, alienten el “no metas” que caracteriza a los argentinos, buenos para denunciar por las redes sociales, pero asustadizos para hacerlo en la Justicia, otro estamento con escasos márgenes de credibilidad.
Hugo Alconada Mon, el periodista del diario La Nación al que muchos consideran el mejor informado del país, resume en su último libro, “La raíz de todos los males”, un prieto resumen de cómo funcionan la corrupción y la impunidad en la Argentina del siglo XXI.


Dice en el mismo arranque de su exitoso trabajo: “los fiscales no investigan, los jueces no juzgan, los organismos de control no controlan, los sindicalistas no representan a sus trabajadores, los empresarios no compiten, la policía no reprime el delito y los periodistas no informan”. Completa el escritor su crudo relato señalando “así funciona un sistema de corrupción e impunidad donde reina la hipocresía, que premia a los que se adaptan, expulsa a los elementos sanos, que son muchos, y castiga a los que intentan revelarse, que no son tantos”.
También aclara Alconada “esto excede al gobierno de Mauricio Macri o a los doce años y medio de kirchnerismo”, rematando su idea y convencimiento con “aunque pasan los gobiernos, se repiten los empresarios, los periodistas, los espías, los sindicalistas, los negocios y las prácticas en la sombra”.

Espectáculo obsceno
A propósito de estas lamentables conclusiones, los argentinos asisten desde mediados de 2018 al espectáculo obsceno que algunos pícaros dieron en llamar “los Cuadernos de las coimas”, un tema que supimos analizar en esta misma columna y tiene como epicentro a los tribunales de Comodoro Py.


Afirmamos cuando arrancó “el show de las coimas y los coimeros” (léase, empresarios de todo nivel) que lo denunciado o inventado por un ignoto chofer, para nada, estaba alejado de la realidad. ¿Quién no sabe, mínimamente informado, que las coimas existen y que el sistema de contratación de la obra pública solventa los gastos de la política?


A partir de ese presupuesto, conjeturamos que de la causa que conmocionaba a la clase política y, a pesar de la indiferencia de un pueblo apremiado por las calamidades económicas, se podían lograr grandes cosas, como comenzar a extirpar la corrupción y terminar con el sistema que, desde la Justicia, garantiza impunidad a los delincuentes.


Hoy podemos decir que pecamos de ingenuos. El esperanzador trámite judicial que prometía cambiar las trapisondas de políticos y empresarios, parece derivar a procesos más corruptos que los que se investigan. 
Es cierto que hay detenidos y que las sospechas siguen vigente. Pero también es cierto que los manejos de la Justicia persiguen, claramente, objetivos políticos y hasta económicos, a tal punto que los jueces y fiscales que conducen la causa madre ahora están acusados de coimear a los empresarios para dejarlos libres o fuera de los expedientes. 


Así las cosas, que nadie se extrañe si el mal triunfa sobre el bien. O que, apenas pasen las elecciones, haya una línea de corte y todo siga igual. Esto es, con grandes bolsones de corrupción, un periodismo totalmente desgastado y una Justicia con credibilidad a ras del piso.


Lógicamente, será el triunfo de los empresarios y el sistema que, a la vuelta de los tiempos, supieron crear. 
Estas lacras que se escuchan en continuado por los medios de comunicación, lo aclaramos, no excluyen a Catamarca. En estas tierras poco fecundas, también hay un empresariado que se aprovechó del Estado y goza de los almíbares del éxito por la capacidad de prebendas que, durante años, supieron acaparar. Sus nombres son conocidos y perfectamente identificables por las fortunas que amasaron. Trabajando, aun con una excelente remuneración, jamás las habrían alcanzado.


El Esquiú y esta columna hablaron de los empresarios hace largo rato, cuando los colocó en la delantera corrupta.
Hoy lo hace Leuco. También Alconada Mon. Enemigos eternos, ambos, de los populismos y de la política, a la que califican de vieja e inservible.


Un pequeño consuelo. No estábamos equivocados.

El Esquiú
 

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Comentarios

3/3/2019 | 08:43
#149006
MUEREN IMPUNES LOS QUE SE CONVIERTEN EN EMPRESARIOS, DEJANDO EL BALDE Y LA CUCHARA DE ALBAÑIL , PORQUE SAQUEAN EL ESTADO DESDE EL AÑO 1950. MUCHO MAS QUE 30 AÑOS. NUESTRA MISION ES ERRADICAR A LAS FAMILIAS SALTEADORAS DEL ESTADO ROBANDO NUESTRO DINERO. NO ENTREGUEMOS NUESTRO VOTO A FAMILIAS QUE SE ENQUISTAN EN LOS GOBIERNOS; DE ESO DEPENDE.