Desde la bancada periodística

Córdoba puede marcar el rumbo electoral

sábado, 11 de mayo de 2019 00:48
sábado, 11 de mayo de 2019 00:48

Hasta ahora, desde febrero a mayo, hubo varios test electorales. Algunos permitieron triunfos de partidos provinciales en el sur del país; en San Juan y Entre Ríos barrió el peronismo; los socialistas ratificaron su poderío en Santa Fe y en diversas contiendas municipales el reparto fue más o menos parejo. En ninguno de ellos, sin embargo, pudo tomar vuelo el gobierno nacional. Apenas si pudo festejar derrotas ajenas, las del kirchnerismo, antes que victorias propias.


Por el tamaño de los electorados que, hasta ahora, fueron convocados a las urnas o por el margen de indefinición que a veces dejan las PASO –caso de Santa Fe-, de ninguna forma puede afirmarse que está apareciendo, con miras a la presidencial, una tendencia o la preferencia de la ciudadanía por una fuerza política en especial.


En ese razonamiento, hay que coincidir con la mayoría de los analistas que presumen que la elección de Córdoba, a llevarse a cabo mañana, puede marcar no solo rumbos electorales camino al 27 de octubre, sino hechos que hagan hacer tambalear todo el tablero político.


Sin menoscabar a las elecciones que comentamos anteriormente, por variadísimos motivos, la de Córdoba no será una más. Podría marcar un antes y un después para la República Argentina.

Schiaretti: algo más que el favorito
Paradójicamente, en la docta ciudad no hay dudas sobre quien se llevará el triunfo y se calzará la banda de gobernador. Apenas se abre una incógnita por saber por cuántos puntos habrá de vencer el actual mandatario, Juan “El Gringo” Schiaretti. 
Precisamente sobre la diferencia que alcance sobre sus antagonistas radicales, que van separados, su futuro podría ir más allá de los límites provinciales.


Por ejemplo, si consigue una victoria con el 50% de los votos, de hecho, se convertirá en la principal figura de la Alternativa Federal, donde militan Sergio Massa, Juan Manuel Utubey y Miguel Pichetto. Quedaría, sin proponérselo, como un candidato natural del campo no kirchnerista.


De igual forma, con un porcentaje tan alto en la segunda provincia del país, tendría pergaminos suficientes para ampliar el espacio a los socialistas de Santa Fe, al GEN de Margarita Stolbizer y al mismísimo Roberto Lavagna, a su vez aliado de un pedazo muy importante del radicalismo.


Sin dudas, la vida y la política le están sonriendo a Schiaretti. Sin despeinarse, y aun sin el aporte inestimable que le aportaba su compañero de ruta de los últimos 20 años, José Manuel de la Sota, tiene en su poder todos los boletos que se ponen en juego y, por si fuera poco, cuenta con grandes chances que su delfín en la capital provincial, Martín Llaryora, le despoje el principal bastión a los radicales mediterráneos.


En fin, quedan horas para que sepamos cuántos kilates calza Schiaretti. Todo el espectro pamperonista, sin dudas, estará atento a los guarismos que consiga. La dirigencia, de sobra, sabe que un liderazgo de contundencia lo elevará a los primeros planos de la política argentina.

El sello “Cambiemos” en el aire
Conscientes los opositores del triunfo irremediable de Juan Schiaretti, en realidad, la gran expectativa de la elección cordobesa se concentra en saber quién se quedará con el puesto de escolta. O, mejor dicho, quién se impondrá en una interna radical que excede a la provincia.


Si decimos que en el duelo entre Ramón Mestre y Mario Negri se juega el futuro de la alianza que llevó al triunfo a Mauricio Macri en 2015, no exageramos en un ápice.


El primero, actual intendente de Córdoba-Capital, en esta elección, es pura sangre de la Unión Cívica Radical. Hasta pidió que no baje a hacer campaña ningún porteño. 


Su rival, el legislador Mario Negri, también radical, es el candidato de la alianza Cambiemos y tuvo en las semanas previas el acompañamiento de la diputada Lilita Carrió, quién provocó nuevos escándalos con su estilo de producir denuncias estrepitosas, normalmente “flojitas de papeles”. De igual manera, Macri, Frigerio y Peña se mueven en apoyo del diputado nacional
El resultado de la interna que Negri no aceptó disputar con Mestre y produjo la escisión que impidió armar una lista única, puede llegar a superar en importancia al triunfo de Schiaretti. Lo repetimos, esa es la gran paradoja de una carrera en la que no interesa tanto quien sale primero, sino conocer el nombre del segundo mejor colocado. Una rareza de la política nacional.
Todo esto ocurre porque, después de las 10 de la noche de este domingo, puede comenzar a definirse si la UCR se mantiene en Cambiemos o abandona la alianza para caer en brazos de Lavagna y compañía.
Las especulaciones son dos y nada más que dos. 


Si gana Mestre, el gran derrotado será Mauricio Macri, precisamente el hombre que ganó la presidencia de la Nación por el voto de los cordobeses cuando, hace cuatro años, disputó el balotaje con Daniel Scioli.
Aparte de la hipotética amargura de Cambiemos por abdicar ante el mestrismo, que se sumaría a los fracasos que ha recogido desde febrero, el resultado se trasladaría casi automáticamente a la convención nacional que, el 27 de mayo, sesionará en la Capital Federal  y resolvería la salida de la alianza, postura que cada vez con mayor fuerza fogonean Federico Storani, Ricardo Alfonsin, “Coti” Nosiglia y Cascia, el presidente del principal organismo deliberativo de la UCR.
Otra historia podría alumbrar si quien se lleva los laureles del segundo puesto es Negri. Será un alivio para Macri y compañía. También para Lilita Carrió, cuya incursión por Cruz del Eje y Río Cuarto no se sabe qué efectos habrá provocado entre los votantes.


Mucho de los lectores de esta columna que, los días sábado, analiza la política local, se preguntarán por el abordaje especial de una elección nacional. Es que su incidencia será directa sobre la fracturada UCR de estas tierras.
Si decimos que Córdoba influirá, decisivamente, sobre la convención nacional, por carácter transitivo, el impacto recaerá sobre Catamarca.


Es que la conducción local que, en los papeles, ejerce Alejandro Páez, acatará lo que se resuelva el 27 de mayo y horas más tarde hará sesionar, poniendo fin a las especulaciones, a su propia convención.
Así son las cosas. Verdaderamente Córdoba no será una elección más, aunque de antemano las cartas parezcan marcadas. Lo de Schiaretti interesa por qué su triunfo pondrá otras expectativas en el peronismo y hasta puede cambiar el escenario actual.
La batalla Mestre-Negri, cuyo resultado nadie se anima a pronosticar con contundencia, en la vigilia, se parece demasiado a una moneda al aire que nadie sabe cómo caerá.

El Esquiú
 

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