La convención nacional del radicalismo, ampliamente publicitada por los medios nacionales y locales, pasó sin pena ni gloria. Aunque dejó “perlitas” políticas, todo quedó como estaba entonces. El otrora indómito foro de lucha e intransigencia que, a fines del siglo XIX, fundaran Alem e Yrigoyen ratificó su alineamiento con la alianza Cambiemos que, ideológicamente, domina el PRO y se ubica en las antípodas de lo que fue el viejo radicalismo, una fuerza cuando no de izquierda, de centroizquierda como la que propuso Raúl Alfonsín en 1983 al adherir a la social democracia europea. El detalle más destacado del encuentro es que se pedirá la ampliación de la coalición o la reformulación de la fórmula presidencial. Es más de lo que, sin necesidad de convocar 305 convencionales, se venía diciendo. La fuerza que comanda el mendocino Alfredo Cornejo –expresó el discurso más duro contra Macri- sueña con incorporar al núcleo principal de Alternativa Federal (Urtubey, Schiaretti, Picheto y, tal vez, Massa), donde se alinean varios peronistas que colaboraron y colaboran con el Jefe de Estado. Y, además, pretendería colar al vicepresidente. Digamos Loustau, o alguien de la legión mendocina, el nombrado Cornejo o Sanz.

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Una comisión de seis “notables” designó la Convención para que negocie con Macri o sus colaboradores inmediatos. Por la experiencia de los últimos años, resulta poco creíble que logren mucho más que algunos cargos o, cuando más, capturen la vicepresidencia. Si hay incorporación de peronistas disidentes, que quede claro, no será por la intervención de los radicales. Mauricio tiene, desde rato, los puentes tendidos con tres de los cuatro jefes de Alternativa Federal y, precisamente, dos de ellos (Urutubey y Schiaretti), lo visitaron esta semana en la Casa de Gobierno y se mostraron en la foto. Por lo tanto, sería una exageración afirmar que la UCR se levantó en armas. Es más. Cuarenta y ocho horas antes, sin dudar, aseguraron la permanencia en Cambiemos, lo que debe leerse como una necesidad imperiosa de contar con los recursos para afrontar la campaña en toda la Nación. De hecho, una voz muy importante lanzó una frase que resume todo: “la UCR es una fuerza que se alquila”. Bien ahí. El locatario es el PRO.

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En cuanto a las apostillas fuertes habría que destacar la posición de 30 ó 40 convencionales, entre más de 300, que pidieron abandonar Cambiemos y volver a la levantar las banderas de Alfonsín, quien supo fijar como límites a la derecha política, a Macri y a Elisa Carrió. Lo curioso del caso es que los oradores que defendieron la permanencia en Cambiemos apelaron a la figura del expresidente para justificar posiciones que, como sofismas que fueron, se entienden muy poco. Varios de los intransigentes del día lunes en Parque Norte, entre ellos el hijo del prócer radical, se retiraron rápidamente de la convención a sabiendas que todo venía cocinado desde la Casa Rosada.

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La delegación de Catamarca, en la que se incluyeron los ocho convencionales (Roly Ibáñez, Luis Lobo Vergara, Claudia Vera, Ursula Díaz, Perla Quiroga, Vilma Chayle, Matías Collantes y Humberto Valdez), fue directamente una invitada de lujo. Ninguno de ellos, que sepamos, levantó la voz o propuso algo distinto. Como que fueron a hacer número y someterse al pronunciamiento final. Es que, como el resto de los distritos, juega un papel fundamental el financiamiento de las campañas y la llave de la caja mayor la tiene el PRO. Como quiera que sea, se espera que en las próximas horas, el comité provincial convoque a la convención del distrito y resuelva los pasos a seguir. Las horas y los días que pasan, en torno a esto, aumentan las ansiedades. En dos semanas hay que presentar las alianzas y diez días más tarde la lista completa de precandidatos. ¿O el castillismo, que domina la UCR, esperará el tiempo de descuento para resolver la interna que permanece intacta?

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La precandidatura de Rubén Manzi se mantiene firme, pero frente a un panorama de indecisiones y falta de apoyos concretos, habría conversado con autoridades nacionales para tantear la posibilidad de una postulación alternativa, como podrían ser la intendencia de la Capital o la diputación nacional. Para los dos casos habría recibido una respuesta negativa. Buenos Aires le comunicó, según la versión, que el circuito capitalino será manejada por el castillismo, que ya tiene a Fama en línea de partida, y que la diputación nacional será una opción que decidirá directamente el gobierno nacional con tres nombres en danza: Enrique Cesarini, Carlos Molina o Hugo Diamante. Por lo tanto, con o sin apoyo, Manzi debería mantenerse como precandidato a gobernador, para lo cual va a enfrentar a un escollo seguro y ya declarado: su colega Roberto Gómez quiere el sillón mayor y le disputaría una primaria “a todo o nada”.

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Aunque no se publicite demasiado, en territorios peronistas existe una disputa subterránea. La Renovación, cuyos principales alfiles son Fernando Jalil y Jorge Moreno, va exigir una porción de la torta electiva que se definirá en los próximos días. Si no consigue sus objetivos, se comenta en los mentideros de la política, que tomaría la opción de aliarse a Alternativa Federal, una apuesta que no termina de definirse a nivel nacional y tiene en Catamarca como cabeza visible al senador nacional Dalmacio Mera. Este último, si finalmente se materializa la PASO por la candidatura presidencial entre Sergio Massa y su primo Juan Manuel Urtubey, tendrá que formar listas en la provincia y cuenta con demasiados casilleros como para ofrecer. Por lo pronto, las pintadas importadas del gobernador de Salta, resaltan el caro objetivo presidencial. De los cargos locales, nada. Volviendo a la Renovación, lo repetimos, con hechos de diversa naturaleza viene avisando que podría alejarse de gobierno. ¿Será?

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Prueba palpable de la escasa adhesión que, por lo pronto, muestra el senador Mera (el martes estuvo con Schiaretti acompañando a Urtubey) fue una reunión que hizo en Belén con una escasísima cantidad de adherentes. Estuvo acompañado por otro que anda alejado de la orgánica peronista y busca abrirse camino como sea, el diputado Hugo Avila. Decimos esto por lo contradictoria que resulta verlo junto a Mera. Logró la banca reivindicando la política de Cristina Kirchner –de hecho concurrió a las elecciones como representante de Unidad Ciudadana- y fue un crítico durísimo de Lucía Corpacci por haber colaborado con algunos proyectos del macrismo. ¿Cambió tanto, en tanto poco tiempo, como para juntarse con un senador que fue colaborador directo del presidente de la Nación en todos estos años de Cambiemos?

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Otro enigma en clave electoral, como ya es habitual, tiene que ver con Luis Barrionuevo. El dirigente gastronómico, se recordará, prometió que si Raúl Jalil no fuera ungido precandidato a gobernador, lucharía por lo que, indudablemente, es su sueño dorado e inalcanzable, salvo que ocurra un milagro. En los últimos días trató de “piantavotos” a su amigo Mauricio Macri, antes de ratificar que su candidato sigue siendo Roberto Lavagna, aunque las acciones de éste último hayan bajado en las últimas semanas por la negativa de enfrentar una primaria. El exministro de Economía de Néstor Kirchner y exsecretario de Industria de Raúl Alfonsín, tras sostener un maratón de reuniones, ratificó que quiere ser el candidato único de una gran coalición que reúna a peronistas, radicales y socialistas. Sin embargo, sus esperanzas comienzan a desvanecerse a medida que se van conociendo los posicionamientos de los distintos actores. Son todas malas noticias para Barrionuevo que, en los próximos días, podría reaparecer por la tierra que lo vio nacer buscando hacer espectaculares anuncios que, en verdad, ya no son tan espectaculares.

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Definitivamente, las posiciones del empresario Jorge Marcolli parecen más personales y políticas que referidas a certezas que puedan ser resueltas por la Justicia. Después del papelón de denunciar a Dusso sin contar con una sola prueba que lo avale, ha salido a acusar que el Secretario de la Vivienda del Frente Cívico, Eduardo Brizuela del Moral (h), habría realizado acuerdos con los funcionarios actuales para salvar su pellejo. Aparte, afirmó que va a volver a denunciar al ministro de Obras Públicas por la obra de OSEP. Suponemos que le irá peor que con las falsas coimas, toda vez que ese emprendimiento tuvo fallas notorias y, durante años, estuvo paralizado, al punto tal que una época era refugio de linyeras y malvivientes, lo que está publicado en los medios locales. Respecto a que le deben dinero, lo correcto es reclamarlo por la vía administrativa y no sería tal o cual persona el deudor, sino el gobierno de Catamarca que tanta animadversión le provoca. Tendrá que aceptar, como algún otro, que los vientos políticos no están soplando a su favor.

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RECUERDOS. Como lo hacemos siempre, completamos los “Apuntes” con el espacio de recordación de acontecimientos del pasado. El 25 de mayo de 1994, en la ciudad de Paraná (Entre Ríos), con la asistencia de 305 convencionales de todo el país, se inauguraba la Asamblea Constituyente que iba a reformar la Constitución Nacional. Se trataba de la séptima variante respecto al texto original de 1853 y la primera del siglo XX que se efectivizaba con el consenso de las dos fuerzas políticas más importantes de la Argentina. Ese acuerdo, cabe destacarlo, había surgido del llamado Pacto de Olivos que, en su momento, firmaron los expresidentes Carlos Saúl Menem y Raúl Alfonsín. Las palabras de apertura estuvieron a cargo del exgobernador de Entre Ríos, Mario Moine, y a continuación, con un discurso de 20 minutos, dejó abierta la Asamblea quien era presidente de la Nación, Carlos Menem, el que se iba a beneficiar con la posibilidad de reelegir al año siguiente. Por la provincia de Catamarca, en un solo acto, juraron los convencionales surgidos de la elección del 10 de abril: Ricardo Guzmán, Marita Colombo, Simón Hernández, Augusto César Acuña, Héctor Díaz Gimenez, Pilar Kent de Saadi y Ricardo Diego María Moreno. Un día como hoy, 30 de mayo, se iniciaban las deliberaciones, las que iban a tener lugar tanto en Santa Fe como en Entre Ríos.