33 de mano
“Una Catamarca buena”: ¿un sueño imposible?
Hace casi 13 años, un reclamo de justicia nos dejó un mensaje que consideramos importante rescatarlo del olvido para volver a instalarlo en el marco de la opinión pública. En octubre de 2006, en la localidad de Chumbicha, departamento Capayán, falleció el joven Esteban Corzo en un hecho que se conoció como “accidente fatal”. La madre de la víctima, por el contrario, sostuvo siempre que a su hijo lo mataron, razón por la cual comenzó a reclamar justicia junto a vecinos y familiares. En una oportunidad, la señora Yolanda Corzo declaró a un periodista de Radio Centro (Valle Viejo) que su objetivo era luchar por justicia para su hijo Esteban y “por una Catamarca buena”. Pasado un tiempo, podemos afirmar que aquella ilusión de una mamá dolida por la pérdida de un ser amado, caería en saco roto y quedaría sólo en una quimérica expresión de anhelo. De algo también estamos convencidos: son miles y miles los catamarqueños que sueñan con “una Catamarca buena”, como Doña Yolanda, donde lo bueno gane por goleada a lo malo en el partido cotidiano de la vida, en todos los órdenes de la existencia. Por más difícil que parezca, hay quienes se empeñan en mantener viva la llamita de la esperanza. Y hay gente buena en Catamarca que nos demuestra día a día que es posible una provincia más justa, más solidaria, más hermanada y más tolerante. Dejemos a la política y a los malos políticos de lado, que lamentablemente abundan aquí y en el mundo entero. Los buenos, hay que admitirlo, son los menos y confiamos –pese a todo- en que algún día se sumarán más y más a las filas de los hombres y mujeres útiles hasta conformar un ejército invencible para hacer feliz a los pueblos. Los buenos políticos tienen que multiplicarse para que los malos sean tan sólo un triste recuerdo. No es tan sencillo que esto se haga realidad, pero es de esperar que alguna vez suceda y pronto. Mañana puede ser demasiado tarde. Que una lluvia de sopa no nos encuentre con un tenedor en la mano.
///////////
A propósito de que no todo está perdido en el mundo de la política. El domingo 31 de marzo pasado, en el espacio Cara a cara de este diario, nos ocupamos de un hombre bueno: Don Moisés Seleme, figura respetada y querida en los pagos de Piedra Blanca, Fray Mamerto Esquiú. Al día siguiente, fueron muchos los mensajes en las redes sociales para referirse a Don Moisés y destacar sus virtudes personales y políticas, compartiendo con beneplácito el contenido del reportaje. De esta gente necesita nutrirse el ejército de los buenos para que podamos sostener el sueño de “una Catamarca buena”. De esta gente…y no “de la otra”. Además, en nuestros habituales recorridos por merenderos, comedores comunitarios y ollas solidarias, que cada día crecen en cantidad por culpa de una política impiadosa e injusta que castiga a los pobres, nos encontramos con más gente buena. Mujeres, hombres y jóvenes que se levantan pensando en cómo conseguir los elementos para darles un mate cocido y un pedazo de pan o un plato de comida a cientos y cientos de chicos con hambre y adultos indigentes. Y no todo termina ahí: también se dan tiempo para buscar abrigos y calzado y puedan los excluidos del sistema afrontar los duros fríos que castigan a la pobreza por estos días. Una tarea maravillosa la de esos comprovincianos útiles y saludables, mientras la mayoría –significa que no todos- de los políticos, malvados muchos de ellos, se pelean únicamente para sacar ventajas personales y/o partidarias. Y los radicales se creen mejor que los peronistas. Y los peronistas superiores a los radicales. Al final, terminan empatando en el ring de la mediocridad. Las pocas excepciones, por favor, ubicarse en plateas. Reconforta saber que hay gente que tiene bondad y que practica la misericordia con el hermano que necesita una mano, cómo duele saber que hay políticos con cargos importantes que se parecen mucho a una tortuga arriba de un árbol: no se sabe cómo llegaron a ese lugar. Imaginen al Chapulín Colorado en una sesión de senadores, diputados o concejales gritando: “¡Síganme los buenos!”. Apenas un puñado se dará por enterado...el resto mirará el techo. Nos está haciendo falta gente buena. Para “una Catamarca buena”, como soñó alguna vez doña Yolanda de Chumbicha.