Apuntes del Secretario

martes, 16 de julio de 2019 00:18
martes, 16 de julio de 2019 00:18

Como lo adelantamos en numerosas oportunidades, las posibilidades que Luis Barrionuevo haga campaña en su condición de precandidato a diputado nacional, son prácticamente nulas. A los 77 años, con chances mínimas de superar a los precandidatos de las alianzas mayoritarias –Lucía Corpacci y Rubén Manzi-, resulta poco creíble que el hombre vaya a recorrer la escarpada geografía catamarqueña en busca de una hazaña que no ha de llegar. El, pícaro y sagaz como es, llega de vez en cuando a la tierra que lo vio nacer y eleva amenazas como maniobra para negociar, terreno donde verdaderamente hay que respetarlo. De allí a pensar que vaya a dar batalla electoral existe un abismo de distancia. Primero porque no tiene edad para hacerlo y segundo porque el peronismo, que en algún momento histórico lo apoyó masivamente para que fuera gobernador –año 2003-, lo puede querer y admirar, pero no está dispuesto a participar de ninguna aventura que se le vaya a ocurrir. De hecho, en su incursión de la primera quincena de junio, apenas lo rodearon para la foto el diputado Juan Carlos Rojas (conductor del gremio gastronómico a nivel local), la exdiputada Laura Arrieta y su sobrino Maximiliano Mascheroni. Días después se sumó Hugo Daniel “El Grillo” Ávila quien, enfrentado con el gobierno provincial y lejos del peronismo, aceptó ser el candidato de Consenso Federal, la alianza que a nivel nacional motoriza Barrionuevo con la precandidatura a presidente de Roberto Lavagna. El resto del peronismo, como se sabe, juega a la par de Corpacci y Raúl Jalil.

De todas maneras, Barrionuevo cuenta con una figura promisoria en términos políticos: Mascheroni. El joven sobrino –es hijo de una hermana suya-, cuya figura ya se muestra en los afiches de campaña, cuando fue electo concejal, realizó una excelente elección en la Capital en el año 2017 y hoy va por la intendencia. Se estima que no podrá rebasar el haber electoral de Gustavo Saadi (“Frente de Todos”) o de Flavio Fama (“Juntos por el Cambio”), pero le interesa sumar la mayor cantidad de adhesiones porque lleva precandidatos a concejal en todos los circuitos. Esta situación, por lógica, traslada preocupaciones al alto comando peronista. Es que los votos que logre el sobrino de Luis Barrionuevo son del mismo tronco y podrían influir en el resultado final, perjudicando directamente a Gustavo Saadi. Por ello, aunque no se diga, existirían negociaciones orientadas a que Mascheroni se baje o, en todo caso, que juegue la elección a ritmo cansino.

Más allá de Catamarca, paralelamente, no hay buenas noticias para Luis Barrionuevo. La fórmula Roberto Lavagna-Juan Manuel Urtubey, una hechura suya, no mueve el amperímetro y puede terminar siendo víctima de la tremenda polarización entre el macrismo y el kirchnerismo que, según cálculos alocados, podría sumar hasta el 85% del total de los votos. El 15% restante, si es que se cumplen semejantes predicciones, se lo repartirían Lavagna, Espert y las formaciones de la Izquierda, fundamentalmente Del Caño. Una figura importante de este sector, Margarita Stolbizer, ha quedado afuera del armado electoral –no aceptó ir detrás de Graciela Camaño- y, para colmo, sus candidatos de la Capital Federal han resultado eliminados de la competencia por presentaciones judiciales ordenadas por el propio Lavagna, quien privilegió la posición de su hijo Marcos, que se presenta por la reelección como diputado nacional. Frente a las deserciones del sector (recordemos que “abandonaron el barco” Miguel Pichetto, Sergio Massa y hasta el mismo gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti), las chances han disminuido hasta obturar lo que llaman la “tercera vía” o “avenida del medio”.

Quien habló de la “tercera vía” fue el precandidato a gobernador de Consenso Federal en Catamarca, Hugo Ávila. Sigue insistiendo que hay chances de que una parte del electorado dé la espalda al macrismo y al kirchnerismo, con el que paradójicamente capturó su banca de diputado provincial en 2017. Para que ello ocurra, destaca las cualidades de Roberto Lavagna, de quien dijo la semana que pasó “ya tuvo éxito cuando en 2001 sacó a la Argentina de la recesión y de una crisis peor”. Sobre esta cuestión, a la que se alude con alguna asiduidad en los últimos tiempos, vale aclarar que Lavagna hizo mucho para superar aquella crisis, pero no por cuenta propia. El respondía a las órdenes de Eduardo Duhalde, primero, y de Néstor Kirchner después. De los dos fue su ministro de Economía y, en el caso del santacruceño, se sabe que era un obsesivo de los planes económicos los que, en el mejor de los casos, fueron compartidos por Lavagna. En cuanto al período duhaldista, las grandes medidas la tomó Jorge Remes Lenicov, quien rompió nada menos que la paridad ficticia de un peso igual a un dólar, o sea la ley de convertibilidad de Cavallo. Por lo tanto, resaltar los méritos de Lavagna tiene un límite. Lo que nadie discute es su decencia, al punto que antes de renunciarle a Kirchner denunció la cartelización de la obra pública, por la cual sí hubo actos de corrupción.

La situación del candidato a la reelección en la Puerta de Corral Quemado (Belén), Enrique Aybar, sigue complicada y hace peligrar sus chances de seguir en el municipio belicho. Sectores de izquierda ratificaron que una persona acusada de violación, aun cuando no haya recibido hasta el momento una condena, debería hacerse un lado o ser borrado por su auspiciante, en este caso la alianza “Juntos por el cambio”. En ese sentido, el abogado del intendente, Daniel Ortega, denunció maniobras políticas y repitió cuestiones legales que hacen a la defensa. “Se está gestando una condena social y aquí hay un principio de presunción de inocencia que no se puede dejar de lado” señaló, para agregar “este es un operativo muy fuerte y sobre todo con una injerencia política de sectores del peronismo”. En cuanto a lo primero, no hay dudas que Ortega tiene razón, aunque en las últimas décadas la Justicia de Catamarca no respetó a rajatabla el principio básico. Y hubo condenas mediáticas.

El sinuoso transitar del senador Dalmacio Mera en la política de los últimos tiempos lo llevó a salir de escena, lo que no quiere decir que esté quieto. Se sabe que apoya al primo gobernador de Salta, aunque no se animó a ser su precandidato a gobernador, quizá por miedo al papelón. Después se publicitó que estaba en conversaciones con Luis Barrionuevo para armar una alternativa a la dupla Corpacci-Jalil, la que fue rechazada de plano por el gastronómico. Finalmente se dijo que iba a contribuir a la unidad del peronismo, lo que tampoco se materializó en hechos concretos. Para peor, en los últimos días, surgió una versión que tiene márgenes de credibilidad. Sus equipos de trabajo estarían colaborando con el precandidato capitalino a intendente de “Juntos por el Cambio”, Flavio Fama, con quien tiene una reconocida relación de carácter institucional, que se habría trasladado ahora al campo de la política. Por el lado del rector universitario, de ser cierto, se trata de un aporte importante para su campaña.

José Elías “Chichí” Jalil no se resigna a quedar al margen de la elección, como ya ocurrió en ocasiones anteriores. En 2017 participó con Unidad Ciudadana, el enclave electoral que creó la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Lo hizo junto a Daniel Ávila y Verónica Mercado, el primero de los cuales terminó como diputado. Ahora inscribió la alianza “Juntos por Catamarca”, pero con una salvedad. Dentro de ella se anotó como precandidato a gobernador y a diputado provincial al mismo tiempo. Desde la justicia electoral provincial le habrían advertido que no puede ser y dado un tiempo mínimo para que opte por una u otra cosa. Lo más probable: Jalil buscará la diputación provincial.

RECUERDOS. Como lo hacemos todos los martes, jueves y domingo, cerramos los “Apuntes” de la fecha consignando acontecimientos de la década del 90.
En el año 1994, cuando ya habían pasado casi tres años de la caída del gobierno de Saadi, se mantenían las arremetidas de la Justicia contra exfuncionarios. De esta manera, en los últimos días de junio, el exjuez de Instrucción N° 3 y hoy camarista, Edgardo “Cococho” Álvarez, dictaba el procesamiento del exgobernador Oscar Garbe; del exministro de Gobierno, Sebastián Corpacci y del exministro de Economía, Carlos Elías Bogomolny, por lo que se llamó la Causa Telecor, empresa esta última responsable del Canal 12 de Córdoba. La denuncia, por un supuesto pago indebido de honorarios, la había realizado la exfiscal de Estado y actual ministro de la Corte de Justicia, Amelia Sesto de Leiva.

Ya en el mes de julio del mismo año, por la famosa Obra del Siglo (se trata de las cloacas capitalinas que, a finales del año 1990, fueron adjudicadas a la empresa NORUZI, la que cobró un monto millonario con un avance de los trabajos de sólo el 13%), se presentaba a indagatoria ante el juez Juan Carlos Sampayo quien había firmado el contrato. Esto es, el exvicegobernador Garbe. Otro funcionario saadista, el abogado Gustavo Martínez, quedaba detenido por decisión del exjuez Manuel de Jesús Zeballos, quien lo acusaba de malversación de fondos en un programa referido a comedores escolares de Recreo (La Paz). En cuando a la Obra del Siglo, hay que decir que en aquel affaire estaban imputados más de 20 exfuncionarios.
 

El Esquiú.com

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Comentarios

16/7/2019 | 00:52
#149006
Me parece que hay un error. La lista de candidatos a CABA auspiciada por Margarita Stolbizer logró en instancia judicial la habilitación para participar. Me gusta Margarita, pero Furque es parte del pasado, como Ramón Saadi.