33 de mano

Bomberos voluntarios y políticos millonarios

miércoles, 28 de agosto de 2019 00:21
miércoles, 28 de agosto de 2019 00:21

La ocurrencia popular, que no tiene límites, apareció en las redes sociales la semana pasada: “los bomberos voluntarios no cobran un peso y además ponen en riesgo sus vidas, los políticos no hacen nada y tampoco deberían cobrar un mango”. Suena a utópico, a un guión de ciencia ficción, porque sabemos que en la realidad eso no ocurrirá jamás. ¿Alguien en su sano juicio se imagina a “políticos voluntarios”, prestando funciones en distintos cargos sin recibir dinero por ese servicio? Nos imaginamos la respuesta, con un agregado: “¡Ni loco! Si comienzan a recibir plata desde que se inician como punteros en el barrio”. Al momento de escribir estas líneas, tomamos conocimiento que el pasado lunes se decidió cerrar el cuartel de los bomberos voluntarios de Huillapima “por falta de elementos básicos para su funcionamiento”. La pelea diaria: lograr acercar fondos para que pueda funcionar una institución que brinda un elemental servicio a la comunidad como son los bomberos voluntarios. “Dar hasta que duela”, como dijo la Madre Teresa. Son entidades que se mantienen en pie merced a la realización de peñas solidarias, rifas, bingos y otras actividades que les permita reunir algo de plata y poder seguir adelante. En la vereda de enfrente, está la clase que goza de muchos privilegios: los políticos. Y no son pocos los que se hicieron millonarios por prestar un servicio que muchas veces no prestaron en el marco de la cosa política. Algunos comienzan haciendo las inferiores, esto es de “puntero barrial”, para luego seguir la carrera: concejal, intendente, diputado o senador, miembro de un gabinete gubernamental y, si la suerte lo ayuda, puede llegar a gobernador. Diploma de nuevo rico y gracias por los servicios prestados. Ni hablar de la práctica del nepotismo. A propósito: un ocurrente vecino de Polcos contaba que ahora ciertos políticos no le enseñan a cantar la marchita preferida a los loros: los instruyen a decir “¡Sí, juro!”. Para que no queden al margen de la repartija del Estado. Esos son los polìticos-Lambada (no se  sabe si te están bailando o tienen otras intenciones), o políticos-Llanero solitario (solamente montan a Plata) o políticos-saco cruzado (se prenden de los dos lados).

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Está claro que hay políticos y políticos: Los buenos y los malos, los honestos y los corruptos, los decentes y los ladrones, los sinceros y los mentirosos, los necesarios y los audaces, los trabajadores y los vagos, los eficientes y los ineptos, los que llegan por méritos propios y los que lo hacen solamente por “ser fieles a la causa”. Los hay para todos los gustos, pero fiel a nuestra costumbre sería un despropósito meter a todos los que ejercen la política en la misma bolsa. Por suerte están los que honran a la política con su labor cotidiana y constituyen un ejemplo a seguir. Los que tiene una manifiesta vocación de servicio. Los que son capaces e idóneos para ocupar determinado cargos en favor de la gente. Los que se diferencian de los “otros”. Los que justifican lo que ganan mensualmente. Decía Facundo Cabral: “Cada hombre justo es una buena noticia. Cada cantor es una buena noticia, porque es un soldado menos. ¿Cómo queremos que funciones un país si nadie está en su debido lugar?”. Hay muchos polìticos que están en el lugar equivocado. A lo largo y ancho del país. Volviendo a los bomberos voluntarios: es una identidad en la vida. En cada rincón del territorio provincial tiene que funcionar a pleno un cuartel de bomberos voluntarios y no esperar a que si ocurre un siniestro en determinado pueblo haya que reclamar  el servicio de la Capital o una localidad vecina. Merecen los bomberos voluntarios una mayor y mejor atención. Esa pasión por prestar un servicio gratis a la comunidad debe ser valorada en su justa dimensión. ¿O vamos a seguir adorando a algunos (no todos) dioses de barro de la política, muchos de los cuales se hicieron millonarios sin vergüenza alguna? No sigamos alimentando aves de carroña de la política. Los que usan teléfonos pagos por el pueblo, los que no gastan en combustible, los que no rinden cuentas de los dineros públicos, los eternos habitantes del Congreso de la Nación, los que nunca rindieron cuentas al pueblo y si llaman a una conferencia de prensa dirían solamente dos palabras: “Hola y chau”, los que viven de privilegios en medio de tantos pobres. Bomberos voluntarios y políticos. Cualquier diferencia entre ellos no es pura casualidad.
 

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