El Frente de Todos que lleva a Alberto Fernández como candidato a la Presidencia de la Nación, anunció la creación de “Capitales Alternativas” a lo largo y a lo ancho del país, en caso de imponerse en los comicios del próximo 27 de octubre. Considerando la notable diferencia de votos que Fernández obtuvo sobre Mauricio Macri en las primarias de agosto y, ante los sondeos de opinión que coinciden en indicar que esa brecha podría ampliarse en las generales; cada definición de Alberto genera expectativas, porque se lo trata virtualmente como un presidente electo, aunque técnicamente -como él mismo aclara-, no es por el momento más que un candidato. Por esa razón, la creación de las “Capitales Alternativas” tuvo un importante impacto en casi todo el interior y también en Catamarca, donde se seleccionó la ciudad de Tinogasta como representativa de la Provincia.
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Conviene aclarar que no se trata de un cambio de la Capital Federal, proyecto que la última vez que se insinuó fue por iniciativa de Raúl Alfonsín, quien durante su presidencia propuso trasladar la Capital a Viedma y años más tarde aseguraría que si algo lamentaba era no haber logrado avanzar con ese proyecto. Lo que Fernández propone con el nombre de capitales, se asemeja más a un gesto, a una señal en favor del federalismo, que en principio se expresaría con una reunión del Gabinete nacional en cada una de las ciudades seleccionadas. No es poca cosa, en particular si se hilvana la idea con el pacto previamente firmado con los gobernadores para integrarlos en la toma de decisiones más relevantes.
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Es de algún modo curioso que en el umbral del año 2020 sigamos discutiendo de federalismo, como si nuestra Nación no encontrara la manera de eludir las dicotomías que la marcaron desde su mismo nacimiento. Pero en todo caso es positivo que exista la voluntad de dejar definitivamente atrás un sistema centralista, que a contramano de todo lo que reza la Constitución, ha postergado históricamente a la mayor parte de los distritos argentinos, siempre sometidos a la voluntad y los privilegios de quienes concentran el poder económico y político a orillas del gran puerto.