Los nuevos vientos de la política, generados por el resultado de las primarias, influyen en la vida de la gente y las instituciones. Si no es así que lo diga el otrora astro del fútbol, Diego Armando Maradona, quien se robó todos los flashes durante el fin de semana. Y no fue precisamente por el hecho de haber asumido como director técnico de Gimnasia y Esgrima de La Plata, sino porque regresa al país uno de los tantos símbolos que tuvo el kirchnerismo hasta 2015 cuando, vía elecciones, cedió el poder a la alianza Cambiemos. No casualmente, al momento que el sector político que nació en Santa Cruz y vela sus armas para regresar a la cúspide del poder, reaparece el ídolo y se roba toda la agenda política. No hubo medio de comunicación que, ayer, no estuviera pendiente del acontecimiento popular de La Plata que, sin dudas, se inscribe más allá de lo estrictamente deportivo.
****

Diego Maradona, que estuvo dirigiendo en tierras lejanas como Dubai o México, es un enemigo declarado del presidente Macri y, más de una vez, tuvo frases críticas hacia su figura y, paralelamente, defendió proyectos diametralmente opuestos al suyo como los de Fidel Castro en Cuba y Nicolás Maduro en Venezuela. Con estos antecedentes, no asociar el regreso del “10” con la política es casi una ingenuidad.
****

Lo antedicho quedó expuesto durante la desordenada conferencia que Maradona ofreció a los medios de prensa. De fútbol prácticamente no habló, pero sí se refirió a la situación de pobreza que vive la Argentina. Finalmente tuvo un encuentro –tampoco casual- con la hermana de la expresidente Kirchner, de nombre Giselle, a quien le firmó una camiseta de Gimnasia en homenaje a su madre, una fanática de la institución fallecida dos meses atrás. También pudo saberse, en medio del ambiente político-deportivo, que Maradona invitó a su debut como técnico –será ante Racing durante el venidero fin de semana- a Cristina y al candidato presidencial, Alberto Fernández.
El Esquiú.com