El Secretario

jueves, 23 de enero de 2020 00:40
jueves, 23 de enero de 2020 00:40

El paquete de medidas que el Gobierno provincial enviará a la Legislatura para su tratamiento en sesiones extraordinarias, sin dudas, está lleno de buenas intenciones. Ninguna de las propuestas parece alocada y, por el contrario, se orientan a realinear el Estado en materia de orden, eficacia e institucionalidad. En base a ello, no debería haber demasiadas discusiones entre oficialismo y oposición para implementarlas rápidamente. Pero no será así. En varios tópicos pueden surgir rispideces y no se descarta la participación, directa o indirecta, de quienes se puedan sentir perjudicados porque al gobernador Jalil o al ministro Moreno se les haya ocurrido “meter el cuchillo” en algunos territorios del Estado donde cabalga la desaprensión, por no decir la anarquía.
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Que se pretenda normalizar organismos que, por ley, deben tener directorios donde se discutan las políticas a aplicarse, no debería provocar alarmas. De hecho y, desde los tiempos del Frente Cívico, Capresca, Vialidad provincial, OSEP o el IPV permanecen intervenidos y, por lo tanto, dependen del funcionario de turno que, a su vez, es nombrado por el gobernador. Tampoco tiene que provocar pánico que se centralice la recaudación y que los dineros públicos sean custodiados con el mayor celo posible. Ni hablar de la responsabilidad municipal, a la que nadie se anima a encuadrar conteste a la Constitución, o de los períodos de transición democrática en los que, claramente, no deberían producirse nombramientos que terminen trasladando incertidumbre a una nueva gestión.
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En relación al orden público, las ideas no son nuevas, pero en Catamarca cuesta implementarlas. La ley de alcohol cero o reglamentar el funcionamiento de los boliches bailables deben ser medidas expeditivas, no sujetas al debate inconducente. Estas y otras cuestiones, en algún momento, además, chocarán con la letra de la Constitución. Ojalá, en ese caso, se entrelacen las iniciativas y a las extraordinarias le siga la ley de reforma. La última: si se aprueban varias de estas propuestas, el propio gobierno que las alienta deberá soportarlas. ¡Qué nadie se engañe!
EL ESQUIÚ.COM
 

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