El Secretario

domingo, 26 de enero de 2020 00:48
domingo, 26 de enero de 2020 00:48

Si Lucía Corpacci, durante sus dos mandatos, terminó de reglamentar el uso de utilidades y regalías mineras apostando con ellas a la construcción de obras que sirvan a la producción, Raúl Jalil acaba de profundizar esa idea. Y, más que generalizar, indicó que los réditos mineros serán destinados a servicios públicos. Esto es, agua, energía y cloacas. Sin dudas es apuesta fuerte y saludable, porque tiene que ver con el futuro de la provincia que, en materia estructural, observa grandes desventajas comparativas con respecto a otras zonas del país. Más todavía. Este verano los problemas de provisión de agua potable en varios puntos críticos de la Capital –fundamentalmente la zona oeste- y, con mayor virulencia, en el interior, se han hecho sentir con fuerza. La multiplicación de las quejas, al ritmo del aumento poblacional, urgen  soluciones de fondo, lo que va en paralelo a los anhelos expuestos por el gobernador.
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El mandatario, en referencia a los servicios, ha incluido la construcción de varios diques, lo que fue una gran aspiración en toda la carrera política de don Vicente Saadi. El caudillo soñaba con este tipo de emprendimientos, los que nunca pudo concretar. Jalil iría detrás de aquellos objetivos. Por lo pronto ya anunció dos embalses para Antofagasta y alentó iniciativa similar para Londres (Belén) y Los Ángeles (Capayán). Aparte, es probable que le toque inaugurar el dique El Bolsón que, como se sabe, supo poner en marcha Néstor Kirchner.
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Obviamente, detrás de los recientes anuncios de Raúl Jalil, se reafirma la política minera, una de las pocas esperanzas que tiene Catamarca para salir del marasmo en el que, por circunstancias históricas y territoriales, le tocó caer. En ese sentido, Alberto Fernández ha comprometido su influencia en la búsqueda de inversores para provincias, como la nuestra, que garanticen la minería sin producir impactos ambientales. No por casualidad, la semana anterior convocó al gobernador para hablar con los directivos de la multinacional Yamana: Peter Marrone, Nicolás Bareta y Mario Hernández.
El Esquiú
 

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