33 de mano

¿Quiénes son los verdaderos animales?

martes, 10 de marzo de 2020 01:00
martes, 10 de marzo de 2020 01:00

Cuentan que hace algunos largos años, se presentó un señor en los estudios de una radio que funcionaba en una galería céntrica y sin mediar presentación ni saludo increpó al conductor del programa matutino: “Escuchame hdp, los caballos son míos porque tengo plata para criarlos y te aviso que yo no soy ningún animal”. La furia de la inesperada visita a la emisora obedeció a que el periodista había hecho un comentario sobre un trágico accidente en el que fallecieron dos personas cuando el vehículo en el que se conducían chocó con un caballo que había salido a la ruta nacional 38, en un tramo del departamento Paclín. El periodista había lanzado al aire un molesto interrogante “cuando suceden tragedias de esta naturaleza nos tenemos que preguntar ¿quiénes son los verdaderos animales: los dueños o los caballos o vacas que provocan los accidentes en las rutas?” Quedó claro que al hombre no le gustó que lo trataran de ignorante, comparándolo con un animal, a tal punto que amenazó con esperar en la calle al periodista para dirimir la cuestión por la fuerza, lo que para suerte del comunicador no ocurrió. Desde aquel hecho hasta el presente pasaron muchos años y quedaron muchas muertes para lamentar. El recurrente dolor por las vidas perdidas en estas circunstancias siempre tiene el mismo final: se hace el papelerío de rigor por parte de la Policía, el propietario del animal paga la multa y a esperar que se produzca otro lamentable episodio de iguales características.  A fines del mes pasado, los titulares de los diarios locales coincidían: “Motociclista murió al chocar con un caballo en Aconquija”. La información consignaba además que la  víctima tenía 19 años y falleció en el acto por la gravedad de las lesiones recibidas y que sumaban 10 los muertos en accidentes viales en el territorio provincial, en lo que va del año. Un triste récord. Lo peor es que todo parece indicar que este terrible drama no tiene solución. En otras palabras: hoy, mañana o pasado puede ocurrir algo parecido, con un final de muertes y todo se arregla con un puñado de sucios billetes ante la autoridad competente.
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  El domingo 16 de febrero, el licenciado en Psicología Ricardo Pianetti decía en este mismo diario, en referencia al crimen del joven Fernando Báez en Villa Gesell: “Aquí hay algo que tiene que ver con la ausencia de culpas; no hay muestra de connotación alguna de culpabilidad”. Entonces, ¿a quién le cargamos la culpa cuando sucede un accidente vial con muertos como saldo fatal? ¿Los animales son los únicos culpables?”. Dice el cantor popular: “No quiero ver un día manifestando por la paz del mundo a los animales. Cómo me reiría ese loco día: ellos (los animales) manifestándose por la vida y nosotros, apenas sobreviviendo”. Heredia en su emblemático “Sobreviviendo” deja bien en claro que no es lo mismo sobrevivir que vivir la vida. Y que, aunque nos duela admitirlo, los argentinos estamos desde un largo tiempo a esta parte, “apenas sobreviviendo”. Porque hay olor a muerte por todos lados. La muerte se presenta entre nosotros de las formas más horrendas. El propio padre de Fernando Báez, en su desesperado grito de justicia, dijo: “Mataron a mi hijo como si fuera un animal”. También aquí nos preguntamos: ¿quiénes son los animales en este terrible episodio? Mientras escribimos estas líneas, leemos que Fátima Acevedo, que estaba desaparecida desde el 1º de marzo, fue encontrada asesinada luego de haber denunciado a su expareja por violencia de género. En conocimiento del hallazgo del cuerpo sin vida de Fátima, las artistas Teresa Parodi, Miss Bolivia, Ana Prada y Luciana Jury suspendieron sus presentaciones en la ciudad de Paraná en el marco del Festival Nacional del Mate. El show no puede continuar en medio de tanta muerte. Las nombradas grabaron un video en el que expresan de manera contundente: “¡Paren de matarnos!” Mientras, en Rosario otro crimen sacudió a los rosarinos. Van 53 asesinatos en 2020. Cada femicidio, cada muerte injusta nos interpela como sociedad. Y lo más doloroso de todo es que, parece, no tenemos respuestas y, en muchos casos, lo peor: no encontramos a los culpables. Debe haber una manera para impedir que la muerte sienta placer entre nosotros.

Kelo Molas
 

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