A propósito del Caso Morales - Da Prá

Especulación y Justicia no hacen una buena pareja

lunes, 27 de septiembre de 2021 01:03
lunes, 27 de septiembre de 2021 01:03

El caso de los camaristas Juan Pablo Morales y Raúl Da Prá pone nuevamente sobre el tapete el impacto de los tribunales mediáticos y la siempre celebrada condena social, que surgen implacables cuando se apuran conclusiones basadas en la simple especulación, que paradójicamente marcha en contra de las nociones básicas del derecho.

Cuando los pseudojusticieros se lanzan a descalificar y apuran sentencias sin más fundamento que su propia imaginación, suele ocurrir lo que ocurrió en la última semana: despejados objetivamente los elementos obrantes en la causa, se descubre que no queda absolutamente nada; como quien va retirando una tras otra las capas de una cebolla, y al cabo se encuentra con sus manos vacías y algunas lágrimas.

El punto esencial es que durante el camino se consumaron daños irremediables, claramente identificables en este caso: Morales y Da Prá fueron sometidos al escarnio público sin más sustento que una cruzada mediática nacional que carecía de puntos firmes de apoyo.

De ese modo, sus imágenes se replicaron en casi todos los medios del país, muchos de los cuales los señalaron directamente como “coimeros”, en base a una “prueba” que resultó no ser tal.

Aquí todo nació con el segmento de una filmación difundida desde el anonimato y de origen desconocido, que se difundió a la velocidad de la luz para mostrar a los camaristas recibiendo algo en sus manos. Todo lo que siguió fue especulativo: se abrazó la hipótesis de que se trataba de dinero, se sobreentendió que en el acto se practicaba un soborno, y se concluyó que el cohecho tenía por fin dirigir decisiones judiciales emanadas de los camaristas.

La secuencia lógica empujaba a suponer que los camaristas resolverían en una causa en forma contraria al derecho y violando sus responsabilidades, a cambio de favorecer a un delincuente por un beneficio económico ilegítimo. La coronación de la serie de especulaciones se expresa sola: la Justicia es corrupta y todo se puede manipular por dinero. Desde ya, los camaristas deberían ser desplazados y recibir su castigo.

Acusaciones graves, situación delicada, y una sucesión perfecta de razonamientos. Pero un detalle: todo fue especulación.

Es un silogismo correcto que parte de una premisa falsa: los hombres vuelan, Carlos es hombre, Carlos vuela. El razonamiento es correcto: la conclusión no.

Lo mismo ocurrió aquí, porque todo partió de una premisa falsa, que es la filmación -anónima y editada-, nula como prueba e inútil bajo todo concepto, según determinaron los peritos de Gendarmería Nacional.

Si no hay prueba, no hay caso: los sobres de papel que aparecen en la filmación pueden contener -como se dijo- “billetes de alta denominación”, como pueden contener un triple de jamón y queso. En cuyo caso no habría coima, ni corrupción, ni favores pagos. Solo un rosario de suposiciones que como tales pueden avanzar en el sentido que quien especula desee.

Del mismo modo, es pura especulación tomar la decisión de los camaristas de alejarse de sus cargos como señal que fortalece la presunción de culpabilidad.

Son aspectos que deben contemplarse desvinculados de cualquier simpatía o antipatía personal hacia los involucrados. Precisamente porque la justicia, para ser tal, debe funcionar así: objetivamente y en base a elementos concretos. Aquí no hay ninguno.

Bienvenido todo aquel que quiera desterrar la corrupción de la Justicia, pero deberá tener claro que para hacerlo deberá aportar algo más que suposiciones. Es una buena noticia que el proceso judicial cuente con anticuerpos suficientes para diluir acusaciones sin fundamento real, porque el terreno de las especulaciones vacías nunca podrá conducir a la justicia.

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