Un desagradable episodio padecieron en la mañana de ayer trabajadores de este medio, increpados por efectivos de Gendarmería Nacional, cuando realizaban la cobertura periodística del traslado de Edgar Bacchiani al Penal de Miraflores (Capayán).

Con una prepotencia propia de otras épocas, avasallando a ciudadanos que realizaban su trabajo, se impidió que el equipo de El Esquiú Play registrara el último tramo del operativo.

Un atropello innecesario e injustificado, infrecuente e impropio de representantes de una institución de la talla de Gendarmería Nacional.
Estamos en serios problemas si los gendarmes no son capaces de distinguir una amenaza real y confunden a periodistas que realizan sus tareas cotidianamente y de manera pública, con elementos que pueden interferir en su labor o alterar el orden.

Con más de doce años de trabajo al servicio de la comunidad catamarqueña, no existe un solo antecedente de periodistas de El Esquiú.com que hayan faltado el respeto a las autoridades, que hayan infringido la Ley para cumplir su labor, y mucho menos que hayan entorpecido la tarea de efectivos del orden.

La labor periodística consiste en mostrar lo que sucede y dejarlo a consideración de la comunidad, en un marco de libertad de expresión que históricamente nuestros gobernantes destacan como uno de los pilares del sistema democrático.

La información no obstruye y deberían saberlo los gendarmes, quienes con su actitud no solo privaron a un medio de informar -en la vía pública- sino a la comunidad de informarse.

Existe en Catamarca un amplio abanico de serios problemas como para que personal armado sostenido con los impuestos de la ciudadanía, pierda tiempo cerrando el paso a periodistas y amenazándolos con utilizar la fuerza.

Sin magnificar ni dramatizar este incidente, es nuestro deber exigir que conductas como la señalada no vuelvan a repetirse, porque Gendarmería asumió la responsabilidad de cuidarnos y no puede permitirse un error tan torpe.

                                  El Esquiú.com