Eva Duarte nació en Los Toldos el 7 de mayo de 1919, en el seno de una familia humilde y tuvo una infancia no muy distinta a la de millones de niñas argentinas, atravesada por las privaciones y las ilusiones de salir de esa situación.

A los 15 años, emigró a Buenos Aires para dedicarse a la actuación, alcanzando renombre en el teatro, el radioteatro y el cine.

En 1944, el destino quiso que conociera a Juan Domingo Perón. Evita no ocupó el lugar que tradicionalmente tenían las Primeras Damas, siempre de posición social acomodada, para las que la actividad política estaba prácticamente vedada y su rol, como mucho, era el de la beneficencia. Por el contrario, Eva tuvo un papel central durante el peronismo y desde el Ministerio de Trabajo seguiría la problemática sindical: de manera cotidiana, recibiendo delegaciones de obreros y sindicalistas, era parte de las discusiones de los convenios colectivos de trabajo, mantenía una relación diaria con los más altos dirigentes de la CGT y actuaba como intermediaria en la discusión de algunas reivindicaciones.

Ya desde entonces, comenzó a gestarse la controvertida imagen de esta mujer que para algunos era la “abanderada de los pobres”, y para otros, todo lo contrario.

Lo indiscutible, es la importancia que logró su nombre durante una época de nuestra historia nacional. Amada y odiada, Evita se abrió paso en un mundo reservado exclusivamente al hombre. 

El voto femenino, lucha de muchísimas mujeres a lo largo de la historia argentina, la tuvo como emblema al ser ella quien desde 1947 llevó adelante los discursos más difundidos. El 9 de septiembre de 1947 finalmente se sancionó la Ley de Sufragio Femenino.

Muchos aseguran que la construcción del mito en relación a su personalidad y su rol como protectora y abanderada de los más pobres no escapó a las intencionalidades políticas del momento. Su figura ayudó a forjar la idea de que los trabajadores y sectores populares tienen que seguir líderes buenos y salvadores, en lugar de tomar en sus manos su propio destino y convertirse ellos mismos en sujetos de transformación real.

Eva sigue hoy en boca de los argentinos, ya sea para usarla como un ejemplo, o para remarcar lo que no se debe hacer. Controversial y única, Evita continúa presente como aquella mujer que apareció en escena cuando el espectáculo era exclusivamente masculino.