Misa en su honor
Mons. Urbanc: “Él ha elegido siempre a los últimos, a los postergados”
La Catedral Basílica reunió a los fieles catamarqueños para despedir al santo papa.Durante la noche del lunes en la Catedral de nuestra provincia, una multitud de fieles catamarqueños, en comunión con la Iglesia en todo el mundo, celebró una misa “por el eterno descanso del papa Francisco” presidida por el obispo diocesano Mons. Luis Urbanc.
En el marco de la ceremonia y tras la proclamación del Evangelio, Mons. Urbanc destacó “el testimonio” del papa Francisco: “Cuánto hemos soñado que viniera a Argentina”, sin embargo, el santo Padre eligió ir “donde los cristianos eran minorías, porque había que estar donde más lo necesitan”.
“Él ha elegido siempre los últimos, los postergados, aquellos que no cuentan, nos ha descolocado a muchos con sus decisiones, pero son las decisiones que brotan ese gran amor al que está lejos, al pobre, al necesitado, al marginado”, expresó el obispo y señaló que así fue “como ha instruido a la jornada de oración por los pobres”.
De igual manera, mencionó que otra de las grandes luchas del papa fue “la lucha por la vida” y agregó: “La vida se respeta desde su concepción hasta su partida natural, y con eso no transó y cuántos lo han criticado”.
“El papa también ha instituido la jornada de oración por los ancianos que gira en torno al 26 de julio, el Día de Santa Ana y San Joaquín, los abuelos de Jesús, porque hay que respetar los abuelos, hay que cuidar la vida de los ancianos”, manifestó y destacó: “Siempre cerca de lo que para el mundo competitivo consumista no cuenta”.
“Porque la vida de un niño no cuenta, la vida de un anciano no cuenta, porque no produce, es grave, y eso es lo que vemos nosotros como algo permanente de nuestra sociedad”, remarcó Urbanc.
“Hay un legado del papa Francisco que nosotros tenemos que asumir, somos argentinos, paisanos de él” y “tenemos que escuchar lo que Dios a través de él nos ha enseñado”.
“Hacia el final de su pontificado nos ha enseñado a que aprendamos a caminar juntos. Dos años seguidos se ha dedicado el sínodo de los obispos para hablar, para profundizar en el estilo sinodal que tiene que tener la vida de los bautizados, caminar juntos”, dijo.
Asimismo, resaltó: “Quería hacer alguna reseña de algunas ideas conductoras del papa Francisco, pero siempre desde este nombre, Francisco, todo lo que eso significa, 8 siglos atrás como fue profético, desafiante, también hoy es profético y desafiante
este estilo de vida”.
“Un hombre con una gran travesía, no tenía miedo de nadie, ni de las autoridades del mundo, ni de sus colegas obispos, sencillamente libertad para vivir auténticamente la fe al servicio de los más necesitados”.
Finalmente, llamó a la oración de todos los fieles: “Recemos en estos días para que Dios reciba al buen servidor que ha sido el papa Francisco y que también el Señor por intercesión del papa Francisco y de los papas anteriores, para que pronto tengamos aquel papa según el corazón de Jesús que siga guiando la Iglesia, para que sea testigo del Cristo resucitado, para que sea servidora de la humanidad y por esa preferencia de los más necesitados”.
Sencillez
El 13 de marzo de 2013, el mundo se detuvo y puso sus ojos en la Basílica San Pedro del Vaticano. Tras la salida de Benedicto XVI, ocurrida días antes, y en el segundo día del cónclave, la fumata blanca de la chimenea anunciaba la designación de la nueva máxima autoridad de la Iglesia Católica.
“Habemus papam”, fue la frase en latín que precedió a la designación del cardenal argentino Jorge Bergoglio como el nuevo sumo pontífice. Bajo el nombre Francisco I, el máximo referente de la Iglesia Católica nacional se había convertido en el papa 266.° de la historia y el primero en ser argentino y latinoamericano.
“Queridos hermanos y hermanas, les agradezco muchísimo recibirme de esta forma. Ustedes saben que el deber del Cónclave es dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo”, fueron las primeras palabras de Francisco ante la multitud de casi 100.000 personas, que aguardaban bajo el frío y la lluvia en la plaza y que respondieron eufóricas ante su aparición.
La diferencia a otros actos de asunción estuvo marcada por la sencillez, algo que caracterizó su papado en estos más de diez años al frente de la máxima institución católica.