4 mujeres presas murieron en un incendio en una comisaría de Tucumán: "Murieron abrazadas"

lunes, 6 de septiembre de 2021 12:03
lunes, 6 de septiembre de 2021 12:03

El viernes pasado, cuatro mujeres presas murieron durante un incendio que se habría iniciado de manera accidental en una celda de una comisaría de Tucumán en medio de una protesta. Las presas reclamaban el traslado a la cárcel de mujeres.

Según informaron medios locales, a las 17.30 se desató el fuego y los gritos desgarradores que provenían del interior del edificio policial alertaron a los vecinos, que de inmediato llamaron a los Bomberos Voluntarios.

Sin embargo, cuando estos llegaron, las llamas no permitieron que pudieran abrir el calabozo a tiempo para poder rescatar a las cuatro mujeres que se encontraban alojadas en ese lugar.

Virginia Santana, madre de Micaela Rocío Mendoza de 22 años, una de las jóvenes que falleció reclamó justicia: “mi hija no es un perro tampoco para que muera así”.

Santana contó que su hija y sus tres compañeras de celda, “murieron abrazadas”.

Micaela había sido condenada a una pena de 5 años por el robo de un celular pero, como no había cupo en la cárcel de Mujeres, se encontraba detenida desde hacía siete meses en la Brigada Femenina de Concepción, en Tucumán.

“Las cuatro murieron abrazadas ¿Cómo puede ser que los policías que estaban a siete metros de la celda no hayan escuchado nada ni salido a llamar a los Bomberos antes? Las dejaron morir. La celda, además de la cerradura, tenía un candado”, expresó Santana.

De acuerdo a la versión oficial, el incendio en el que también resultaron heridos siete agentes se desató cuando los guardias se negaron a entregarle una hoja de afeitar a una de las presas y esta, en represalia, “arrojó un objeto a un foco de la celda provocando un cortocircuito que generó el incendio”.

Las familias de las víctimas, en cambio, sostienen que el fuego se inició en el marco de una protesta por las condiciones de reclusión.

“Vivían en una celda de tres metros por tres; dormían en el piso, en unos colchones sucios. No tenían cocina; no podían cocinarse nada. Tampoco podían estudiar, ni trabajar, ni hacer actividades de recreación. Estaban aburridísimas. Sabían que en un penal estarían mucho más cómodas. Y dos de las chicas vivían en San Miguel de Tucumán, a 90 kilómetros. Sus familias no podían viajar a llevarles la comida. Comían gracias a que mi hija les compartía lo que yo le llevaba. Por eso, y por las condiciones de detención, pedían el traslado”, aclaró Santana.

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