¿Qué clase de soberanía hay sobre los hombros de este Niño?

Hoy es el último domingo de Adviento y en pocos días más será Navidad.
sábado, 18 de diciembre de 2010 00:00
sábado, 18 de diciembre de 2010 00:00

Haciendo abstracción de tantas distracciones publicitarias y de ese entorno frívolo que la envuelve, podemos centrarnos en el sentido de esta fiesta cristiana y en el de sus símbolos.

Soberanía

“...Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros ...” (Is 9,1-7)
¿Qué clase de soberanía hay en el hombro de este niño, que, a la hora de su venida al mundo, ni siquiera tenía un simple techo sobre su cabeza y como primera cuna tuvo un pesebre de animales?
En la noche de Belén nos preguntamos acerca de esta soberanía.
¿Qué trae consigo al mundo el recién nacido?
Hemos oído que con el ángel que anunció a los pastores el nacimiento del Salvador “apareció una legión del ejército celestial que alaba a Dios diciendo: Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor”. Pues bien, en esta anunciación de Belén encontramos respuesta a nuestra pregunta.
¿Qué soberanía se ha colocado en el hombro de Cristo en esa noche? Un poder único. El poder que solamente Él posee. En efecto, sólo Èl tiene el poder de penetrar en lo profundo del alma de cada hombre con la paz del gozo divino. El poder de rescatarnos y de salvarnos. Saludémoslo con agradecimiento y alegría, en esa noche radiante.

Por qué el 25 de diciembre

La Iglesia en su misión de ir por el mundo llevando la Buena Nueva ha querido dedicar este tiempo a profundizar, contemplar y asimilar el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Cerca de la antigua fiesta judía de las luces y buscando dar un sentido cristiano a las celebraciones paganas del solsticio de invierno, la Iglesia hizo suyo este momento para celebrar la Navidad.
En este tiempo los cristianos por medio del Adviento se preparan para recibir a Cristo,”luz del mundo” (Jn 8, 12) en sus almas, rectificando sus vidas y renovando el compromiso de seguirlo. Durante el Tiempo de Navidad al igual que en el Triduo Pascual de la semana Santa se celebra la redención del hombre gracias a la presencia y entrega de Dios; pero a diferencia del Triduo Pascual en el que se memora la pasión y muerte del Salvador, en la Navidad recordamos que Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.
Como el sol despeja las tinieblas durante el alba, la presencia de Cristo irrumpe en las tinieblas del pecado, el mundo, el demonio y de la carne para mostrarnos el camino a seguir. Con su luz muestra la verdad de nuestra existencia. Cristo mismo es la vida que renueva la naturaleza caída del hombre y de la naturaleza. La Navidad celebra esa presencia renovadora de Cristo que viene a salvar al mundo.
La Iglesia en su papel de madre y maestra por medio de una serie de fiestas busca concientizar al hombre de este hecho tan importante para la salvación de sus hijos. Por ello, es necesario que todos los feligreses vivamos con recto sentido la riqueza del valor real y profundo de la Navidad.

ES NAVIDAD...

Es navidad cada vez
que sonríes a un hermano
y le tiendes la mano.
Es navidad cada vez
que estás en silencio
para escuchar al otro.
Es navidad cada vez
que no aceptas
aquellos principios
que destierran a los oprimidos
al margen de la sociedad.
Es navidad cada vez que esperas
con aquellos que desesperan
en la pobreza física y espiritual.
Es navidad cada vez que
reconoces con humildad
tus límites y tu debilidad.
Es navidad cada vez
que permites al Señor
renacer en tu corazón
para darlo a los demás.

Madre Teresa de Calcuta

 

El Árbol

En el libro de Isaías, del Antiguo Testamento, dice que una rama saldrá del tronco de Jesé -el padre de David-. Un retoño brotará de sus raíces. Imagen tradicional en Israel en que, refiriéndose a la felicidad, se habla de un árbol floreciente... refiriéndose a la desgracia, se habla de un árbol seco reducido al tronco... De ese tronco casi muerto sale una pequeña yema, un brotecillo endeble, una ramita frágil. Esa es la escena del Nacimiento.
El Árbol de Navidad es esa “rama del tronco de Jesé” que reverdece, que permite que florezca la esperanza, que da frutos en abundancia, que ilumina disipando las tinieblas, que da vida. Al armar el Árbol tenemos la opción de hacerlo junto a los más pequeños, leyendo aquel pasaje bíblico de Isaías (11,1), y a medida que le vamos poniendo velas, las bolitas que representan los frutos, los ángeles que cantaron ¡Gloria a Dios! ante el Niño de Belén y otros adornos, vamos dando significado a este símbolo de Cristo.

El Pesebre

El misterio de la Natividad se ha representado desde hace siglos por pequeñas figuras que forman el momento del nacimiento del Niño Jesús, al lado de la Virgen María y su esposo José. Según la tradición cristiana, el primero en realizar un pesebre fue San Francisco de Asís en el año 1223, en las cuevas de Grieco (Italia), usando personajes y animales reales, para conmemorar la llegada al mundo del Niño Dios. Desde entonces los católicos adoptaron el pesebre como uno de los símbolos navideños.

Papá Noel

San Nicolás de Bari es al que hoy llaman Papá Noel. Fue tan popular en la antigüedad, que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. Era invocado en los peligros, en los naufragios, en los incendios y cuando la situación económica se ponía difícil, la gente conseguía por su intercesión favores admirables.
Por haber sido amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños. Como en alemán se llama “Sankt Nikolaus”, lo empezaron a llamar Santa Claus.
De padres muy ricos, desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres.
Una marca de gaseosa y el consumismo generalizado lo convirtieron en un gordo que llega del Polo Norte, cambiando la imagen original de este Santo que invita a compartir los bienes con los que menos tienen.

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