Lo revelaron paleontólogos

Cómo atacaba el Andalgalornis steulleti

El ave prehistórica habitó en Santa María hace unos seis millones de años.
viernes, 20 de agosto de 2010 00:00
viernes, 20 de agosto de 2010 00:00

Mediante un complejo cálculo de ingeniería, paleontólogos argentinos y estadounidenses determinaron cómo usaba su enorme y poderoso pico el Andalgalornis steulleti, una gran ave predadora que vivió hace unos seis millones de años en el noroeste de nuestro país.
Los resultados de la investigación, iniciada a principios de 2007, fueron publicados hoy en la revista Plos One.

Andalgalornis

El Andalgalornis fue dado a conocer en 1960, a partir del único ejemplar hallado hasta el momento –sólo el cráneo, la pelvis y la columna–, en Chiquimil, valle de Santa María, Catamarca. Pertenece al género de los Phorusrhacidae, que en español se denominan fororracos, y en Estados Unidos llaman “aves del terror”. El más grande, hallado en Bariloche, es el Kelenken, que medía 3 metros de altura.

Características

Las aves de esta familia, bien representada en Sudamérica, no eran voladoras, pero tenían en común un pico potente, con forma de gancho. Con 1,4 metro de altura, el Andalgalornis era un fororraco mediano.
El cráneo encontrado mide 37 centímetros, de los cuales dos tercios corresponden al pico, que es fuerte y similar al de las aves rapaces. Por esa razón, siempre se dijo que eran aves depredadoras, carnívoras. Lo que hicieron ahora los paleontólogos fue aplicar un método ingenieril para confirmar esa hipótesis.

Un cráneo incomparable

“El análisis de elementos finitos es una herramienta que se usa en ingeniería para testear la resistencia de distintos materiales –explicó a Clarín el paleontólogo Federico Degrange, de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata–. Hace unos veinte años se descubrió que puede utilizarse en biología, y empezó a aplicarse en restos fósiles”.
A partir de una tomografía computada se realiza un modelo 3D, al que se aplican diferentes fuerzas, como la que ejercen los distintos músculos del cuello sobre el cráneo, las fuerzas que ejercen todos los músculos mandibulares –que hacen que se abra y se cierre la boca–, y la fuerza de mordida, en la cual se concentraron esta vez.
En la tomografía, los científicos comprobaron que este cráneo era mucho más fuerte que lo habitual en las aves, y también más rígido.

Análisis

“El análisis de elementos finitos divide ese modelo 3D en una cantidad finita pero numerosísima de elementos (1.200.000 en el Andalgalornis), y a través de ecuaciones diferenciales calcula cómo va distribuyéndose la fuerza a lo largo de la estructura –el cráneo– de acuerdo con las propiedades que uno le ‘dice’ que tiene esa estructura, en este caso hueso”, explicó Degrange.
El resultado se visualiza en imágenes coloreadas, donde el azul y el verde indican baja concentración de fuerzas por superficie, mientras que los colores rojo, naranja, rosa y blanco muestran las zonas menos resistentes del cráneo.La fuerza de mordida calculada para el Andalgalornis “fue aplicada a tres tipos de mordidas –explicó el paleontólogo–: una directamente vertical; otra como tirando hacia atrás, tratando de desgarrar la presa; y una mordida con el cráneo sacudiéndose de lado a lado”.

Cómo atacaba

Las imágenes mostraron que “para poder matar a una presa, no podría ponerse a sacudirla de lado a lado porque el pico podría romperse; por el contrario, tendría que haberla mordido de forma bien vertical, con un golpe certero o varios repetidos, tratando de evitar cualquier tipo de pelea”.
El único “pariente” actual de los fororracos que vive en la Argentina es la seriema o chuña, pequeña ave corredora de las que hay dos especies: la de patas rojas y la de patas negras.

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