Celia Sarquís

“No todos los escritores han muerto...”

sábado, 28 de agosto de 2010 00:00
sábado, 28 de agosto de 2010 00:00

Una gran conocedora en la materia es la profesora y escritora Celia Sarquís, directora de la Biblioteca Julio Herrera, autora de tres libros de poesías, y que ahora se está volcando al género narrativo. A medida que va introduciéndose en la charla, reconoce que la región cuenta con mucho potencial, pero se debe trabajar con mayor ahínco en la teoría y la práctica. Abiertamente, analiza el desinterés que se está instalando desde hace algunos años en el plano de la literatura en Catamarca.
A su modo de ver, “es necesario que se implementen políticas que apunten a solucionar las siguientes fallas: cómo mejorar, cómo producir literatura, por qué no hay espacios para ello y cuestionar, por ejemplo, por qué no hay producción de géneros que apunten a la literatura infantil y la dramaturgia”.
Sarquís indica que existe un vasto grupo de escritores con libros de una calidad literaria muy buena, pero que pasan desapercibidos. “No hay canales de promoción para ellos, o quizá por no pertenecer a un círculo literario, se les hace muy difícil trascender”. Según remarca, existe la premisa de que la literatura es vista como una ciencia y no como arte, no hay apreciación de la escritura y tampoco se dan los espacios para quienes quieren compartir sus producciones. “Los que trascienden son aquellos que viajan a Buenos Aires y se conectan con grupos literarios. El ejemplo de Luis Franco o de Ponferrada son puntuales, y si nos abocamos a los trabajos más actuales podríamos nombrar a Paolantonio y Leonardo Martínez”, dice la especialista.
La escritora señala la importancia de las herramientas de comunicación como internet, que nos dejan al alcance de las manos diversas obras de la literatura universal. Pero en el plano local, el marco es más limitado. “Hoy quizá los chicos leen mucho a través de Internet, pero cuando se busca autores regionales, no es de asombrarse que se encuentre a unos pocos”.
Otro punto que subraya, es que los escritores contemporáneos no trascienden porque los espacios que se les brindan son escasos. Pareciera que el panorama literario está restringido a los escritores que ya han muerto, sumado a que hay una marcada individualidad que emerge de esos círculos.
La autora coordina hace ocho años el grupo literario “La Cueva”, que funciona como taller en Extensión Universitaria, en donde se pone de manifiesto la necesidad que tienen las personas de contar con ámbitos que permitan crear un vínculo con la escritura. Allí, se les proporciona bibliografía, tareas y comparten sus propuestas literarias para que se interioricen, en un proceso de formación. Hasta la fecha, el grupo publicó tres antologías y armó una colección de cuentos infanto-juveniles.
En este sentido, Sarquís hace un llamado de atención sobre la falta de producciones destinadas a los más chicos y a la dramaturgia. En el último caso es de extrañarse, ya que se perfila una oferta variada en cuanto a grupos o espacios teatrales en donde pueden promocionarse las obras. En cuanto a la literatura para niños, es aún más preocupante, dado que la niñez es la etapa ideal para atraer al pequeño con la literatura.
No obstante, el desencanto del lector para con lo nuestro pareciera extenderse cada vez más a todos los ámbitos, sobre todo al educativo. “Si se realiza un café literario sólo concurren los escritores y unos pocos que están interesados en el tema”, asegura la poeta. Por ello, la función de los docentes resulta esencial para atrapar a los más jóvenes en el placer de la lectura y salvar del olvido a cientos de joyas de la literatura regional. En este amplio panorama, libros como “Las sendas del Llastay” de Joselín Cerda Rodríguez, o “Nuestro padre el árbol” pueden ser adecuados para esa edad.

Esnobismo barato

“Hoy, la literatura está vinculada a la venta de bestsellers y al esnobismo, pero no hay un interés por conectarse con nuestra realidad”, reconoce Celia. El desapego por las obras literarias que pertenecen a los autores de Catamarca se percibe directamente en las consultas que se hacen en la biblioteca, explica Sarquís. Lo que más se consulta es historia, geografía, matemática, pero literatura casi nada.
La escritora rescata la originalidad de los autores norteños. Piezas cargadas de armonía que mantienen una estrecha vinculación con la música.
Existe un movimiento literario fuertemente vinculado al regionalismo, conformado por la obra de Carlos Quiroga, Luis Franco, José Ramón Luna. Si bien las generaciones de escritores posteriores a ellos no rechazaron del todo este aspecto, le dieron un giro más urbano a las historias.
En ese sentido, recuerda la experiencia del grupo literario Umbral, en donde se reconocen valiosos nombres de las letras de Catamarca inclinados sobre todo al género de la poesía. En esa camada se destacan César Vera Ance, Aníbal Albornoz Ávila, Jorge Tula, Enrique Traverso, Alejandro Acosta, Arturo Herrera, entre otros. El grupo duró cinco años y según remarca Sarquís, eran portadores de una técnica rica y particular.
Actualmente, pese al “vacío literario” que pareciera reinar, hay un grupo de jóvenes que marcan una nueva tendencia, destacándose los trabajos de Guillermo Alanís Otero de Tinogasta, Víctor Aybar y Fernando Franceschi, recientemente premiado en un concurso literario del NOA, con el cuento “A garrotazos” del libro homónimo.
De los más tradicionales, Celia Sarquís distingue las obras de artistas como Rosario Andrada, Hilda García, Leonardo Martínez, Horacio Monayar, Jorge Paolantonio, en donde prima el conocimiento, la teoría, la práctica y la vocación. Invita a conocer y a asombrarse con la versatilidad y la riqueza de estos autores. Particularmente, elige la poesía y descubre la belleza que envuelve a creaciones como las de Carlos Quiroga, quien además de ser un gran narrador, “cuenta con una selección de poesías que son para sacarse el sombrero”, expresa Sarquís.
Recomienda la narrativa de Juan Zalazar, quien crea los cuentos como si se tratase de un mecanismo de reloj. Perfectamente armados y sincronizados. Pero sobre todo, invita a volver a fascinarse con el poder de la lectura. La literatura tiene una finalidad, pero si no se la transmite con goce estético, razón por la cual ha sido creada, no se puede pretender un vínculo con la lectura.

Libros de Celia

La voz del río (escrito junto a Alejandro Acosta)
De tirar la lengua a la memoria (Escrito junto a Ramón Morra)
El hueco en la piedra.

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