Serán ordenados mañana a las 20 en la Catedral

Tres nuevos sacerdotes para la Diócesis, en su Año Jubilar

Los jóvenes José Aguirre, Marcelo Amaya y Eugenio Pachado se mostraron felices por la llegada de este esperado momento y hablaron de cómo vivieron sus poco más de cuatro meses de diaconado, en el marco del Centenario de la Iglesia de Catamarca.
martes, 3 de agosto de 2010 00:00
martes, 3 de agosto de 2010 00:00

Un diácono es quien ha recibido el primer grado del Orden Sagrado y el Presbítero es quien ha recibido el segundo grado de este Sacramento, con facultades para celebrar misa, perdonar pecados, predicar, administrar los sacramentos, dirigir y cuidar al pueblo cristiano. El 25 de marzo pasado, estos jóvenes habían sido ordenados diáconos. En pocos meses vivieron este servicio de manera diferente. Cada uno narró a El Esquiú.com qué significa el diaconado y ahora el presbiterado.

Ronan José Aguirre

"Encontrarme haciendo ese servicio cada día me iba haciendo pensar en la grandeza de este ministerio, que mientras no lo tuve en mis manos, nunca me iba a dar cuenta de lo que implica, el privilegio que uno tiene de sentirse mirado y amado por Dios y de servir a muchas personas". Al hablar del Presbiterado dijo "Creo que es un privilegio el ser ordenado en este Año del Centenario, es una gracia especial que nos concede el Señor el haber recibido el orden Diaconal y ahora el Sacerdotal en el mismo año. A partir de ahora es un nuevo tiempo diocesano el que vivimos y en el que comenzamos, sin hacernos ilusiones de que vamos a hacer grandes cosas, sentimos que aportamos un grano de arena para que esta Iglesia sea lo que pide la Oración del Centenario".

Marcelo Amaya

"Me enviaron al interior. Fue una experiencia hermosa porque si bien había hecho como pequeñas idas en misiones pastorales que habíamos tenido en el interior, no es lo mismo cuando ya te quedás viviendo y te involucrás más con la comunidad. La verdad que ha sido una gracia trabajar en el Oeste. He sentido siempre confianza porque el llamado viene de Dios, sé que es algo querido por Él y que uno lo ha ido discerniendo todo este tiempo. Ahora experimento alegría por tan maravilloso don de sentirme llamado por Dios. Evidentemente allí yace la fuerza y la confianza. La fuerza de Dios, el amor de Dios".

Eugenio Pachado

 "Mi diaconía (en la parroquia del Corazón de Jesús) fue una prueba de fuego. Mi misión ha sido adentrarme en las zonas más alejadas de la jurisdicción: en Villa Eumelia, en el Oratorio del Divino Niño Jesús, en el sur, en el Centro Monte Cristo, donde hay muchísimo compromiso con la parroquia. También en el Barrio Virgen Niña tenemos un Oratorio de San Francisco de Asís. Vamos conociendo las necesidades, las carencias espirituales y materiales de la gente y responsabilizándonos con eso, porque es lo que me pidió el Padre Dennet, que llegue a donde él ya no puede ir caminando, así que yo soy los pasos del párroco por esos lugares. Ser sacerdote es tomar una decisión y decir sí quiero, a pesar de todas las circunstancias y las dificultades que pueda tener la Iglesia y el mundo en el que vivimos. Porque en primer lugar somos Iglesia, una Iglesia que cae, una Iglesia que se levanta y una Iglesia Santa. Y en este mundo hay que manifestar eso, que es una Iglesia débil pero al mismo tiempo Santa, que busca todos los días la perfección".

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