Saludo del Obispo por el día del maestro

viernes, 10 de septiembre de 2010 00:00
viernes, 10 de septiembre de 2010 00:00

El Obispo de Catamarca dirigió una carta de salutación a todos los maestros por conmemorarse su día mañana 11 de septiembre.

 

«Ustedes son la sal del mundo… Ustedes son la luz del mundo… procuren que su luz brille delante de la gente, para que viendo el bien que Ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo», cfr. Mt 5, 13-16


En este Año Jubilar por el Centenario de nuestra Iglesia de Catamarca, deseo llegar con un cordial saludo y entrañable afecto a todos los educadores que cumplen su labor a lo largo y ancho de esta tierra bendecida por la Morena Virgen del Valle.
Esta es una ocasión especial para revalorizar la sagrada misión del docente de forjar las mentes y los corazones de tantos niños y jóvenes catamarqueños, a través de la transmisión de conocimientos y de valores esenciales para la edificación de la persona y la construcción de un mundo mejor.
Dice el Vaticano II: “Entre todos los medios de educación, el de mayor importancia es la escuela, que, en virtud de su misión, a la vez que cultiva con asiduo cuidado las facultades intelectuales, desarrolla la capacidad del recto juicio, introduce en el patrimonio de la cultura conquistado por las generaciones pasadas, promueve el sentido de los valores, prepara a la vida profesional, fomenta el trato amistoso entre los alumnos de diversa índole y condición, contribuyendo a la mutua comprensión; además, constituye como un centro de cuya laboriosidad y de cuyos beneficios deben participar a un tiempo las familias, los maestros, las diversas asociaciones que promueven la vida cultural, cívica y religiosa, la sociedad civil y toda la comunidad humana”.
“Hermosa es, por tanto, y de suma importancia la vocación de todos los que, ayudando a los padres en el cumplimiento de su deber y en nombre de la comunidad humana, desempeñan la función de educar en las escuelas. Esta vocación requiere dotes especiales de alma y de corazón, una preparación diligentísima y una facilidad constante para renovarse y adaptarse”.
En este tiempo histórico de nuestra Patria Bicentenaria, en que debemos trabajar en la reconstrucción de una sociedad más justa, fraterna y solidaria, la labor perseverante y empeñosa de los maestros sigue siendo una luz de esperanza en este País.
Imploro bendiciones al Todopoderoso, para que sea El quien los anime y premie el esfuerzo y entusiasmo que ponen cada día frente a los Alumnos, a las Familias y a la Sociedad.
Y que María, Madre y Maestra, en su advocación del Valle, en compañía de los Santos Educadores, los ampare bajo su manto protector.

Mons. Luis Urbanc
Obisbo de Catamarca

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