La sociedad tiende a aceptar esta realidad

Preocupa la “naturalización” del trabajo infantil en Catamarca

Una vida de exigencias, de abandono, que requiere de una mirada tendiente a desnaturalizar un concepto que sólo debe ser tarea de los adultos.
sábado, 11 de septiembre de 2010 00:00
sábado, 11 de septiembre de 2010 00:00

“Señora, ¿me da una monedita?”, dice un nene con la cara curtida por el frío, que no debe alcanzar los 10 años, mientras abre la puerta de un taxi en la entrada del Predio Ferial, en donde se realiza la Fiesta del Poncho.
“¿Para qué querés una moneda?”, pregunta la mujer que se baja del auto, mirándo a los ojos al nene. “Es porque tengo que llevar para mi casa”, le responde.
“Vení, que te compro algo”, le dice, mientras le señala el fondo del edificio en donde se perfilan bares.
“No, sólo quiero una moneda”, responde, y sale corriendo.

Una y otra vez

La imagen es similar a muchas otras que se proyectan en la ciudad, niños lustra botas, vendiendo cds, desgajan su infancia por unas monedas. Abren la puerta de los autos, y piden algo a cambio, entran a un bar y te ofrecen macanitas, esa es su forma de subsistir.
La pregunta que surge de esa variedad de escena, a la que la sociedad pareciera acostumbrarse es ¿está bien dar una moneda a un niño?, y cuando no lo hacen, no existe una especie de remordimiento.
Ya sea vendiendo estampitas o lavando autos, el trabajo infantil se ha extendido hasta las formas más diversas dentro del plano urbano. La realidad no se limita a ese ámbito, y los niños cosecheros o los que exponen su salud aplicando agroquímicos en plantaciones, son sacudidos día a día por condiciones que vulneran sus derechos.
Pese a las políticas combativas contra su implementación, y a los diversos marcos legislativos nacionales e internacionales que los regulan, lamentablemente, el escenario va en aumento.
Lo cierto es que, pese al esfuerzo de organismos y áreas gubernamentales, el trabajo infantil es una modalidad constante difícil de atenuar. Lo complejo de esta trama radica en que la sociedad ha tendido a naturalizar la problemática, y a no visualizar que se trata de una condición que priva a los niños de su infancia, su potencial y su dignidad, y que simboliza prácticas que con el tiempo resultan nocivas para su desarrollo físico y mental.
Existen pautas culturales permisivas con estas condiciones de vida, ligadas a diversos factores sociales. Sin lugar a dudas, el componente de asistencia perfecta, es la pobreza. Pero además, muchos sectores asimilan la problemática como si se tratara de una forma positiva que insta por moldear el carácter de los menores y prepararlos para su futuro.
Innegablemente, la sensibilización sobre este creciente problema es una de las tareas a priori para socavar el mal desde fondo.
Fundar en las conciencias la percepción de los riesgos que implica cualquier tipo de actividad que amenace la integridad física y psíquica de los niños, como consecuencia de la desprotección y violación de sus derechos, es sin embargo la tarea más compleja.
El frío sucumbe en los huesos. La música en las calles aviva ínfimamente los pómulos de los que se aventuran a salir al casco principal. Mientras tanto, un niño limpiabotas se toma un descanso y apoya su cajón entre las piernas. La mirada del pequeño se pierde en los malabaristas que entretienen a los transeúntes. Quizá por un momento, se olvide de ser grande.

Myriam Juárez, delegada del RENATRE - “Es muy difícil de detectar”

“El problema es el modelo de sociedad”, plantea Myriam Juárez, delegada provincial del Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Estibadores (RENATRE). “Si yo te digo ‘Usted qué prefiere ¿que el niño juegue, tenga su etapa lúdica, recreativa y el único trabajo sea la escuela?’ Creo que, seguramente, esa será la elección. La opción que le damos a la gente es lo que ayudará a tomar conciencia sobre el trabajo infantil”.
El RENATRE se encarga de fiscalizar junto con Inspección Laboral, las producciones en donde las condiciones laborales no son favorables para el trabajo. La organización trabaja en forma conjunta con UATRE, OSPRERA y la COPRETI, para apalear una realidad compleja.
RENATRE no cuenta con estadísticas oficiales sobre la cantidad de niños que trabajan en producciones rurales, pero tienen detectadas las industrias en las cuales se observa el trabajo de menores. “Tinogasta con la zona de la vid; Pomán, Belén, Santa María, con la nuez y el pimentón; en Los Altos con el tabaco; Capayán el olivo y en la zona de Nueva Coneta la cosecha del tomate.

Coincidencias

Al igual que Jorge Zar, secretario de la COPRETI, la delegada del RENATRE manifiesta la dificultad para terminar de raíz con una situación que cada vez se instala en la sociedad como una condición normal.
“Es muy difícil detectar el trabajo infantil. Más cuando hay normativas que dicen que si el emprendimiento es familiar, el padre lo puede autorizar”, explica la delegada. El trabajo infantil está prohibido en todas sus fases.En cambio, el trabajo de menores está permitido en mayores de 16 y menores de 18.
En el abordaje de la problemática, Juárez considera necesario explicar dos diferencias entre el trabajo infantil desde el sector rural y desde el sector urbano. La primera, es que en el sector rural hay una valoración positiva que tiene que ver con una cuestión cultural, de que perciben las tareas de grandes como un aprendizaje. “Los mismos padres son los que alientan a que los más pequeños trabajen, ‘es bueno que aprenda al lado del padre’, dicen. Y cuando se contrasta ese modelo con el urbano ellos responden ‘y qué quiere, que mi hijo esté mendigando, haciendo malabares, prefiero que se quede acá aprendiendo con el padre’.”
El segundo aspecto es que en nombre de la pobreza se naturalizan determinadas conductas. “He escuchado a docentes decir que dejan llegar tarde al alumno porque va a la cosecha, para comprarse las zapatillas y la ropa”, cuenta Myriam Juárez.

Deficiencia en el sistema

Mientras tanto, las políticas sociales funcionan más como políticas de clientelismo político, que como estrategias que garanticen los derechos de los sectores excluidos del sistema laboral y los desprotegidos, dice Juárez, y se pregunta si no existirá la posibilidad de redireccionar las políticas sociales, “de que las becas le lleguen a quien realmente le tienen que llegar”, y agrega, “porque no hay derecho a que deban insertarse tempranamente en el mundo laboral, eso es responsabilidad de los adultos”.

Sector urbano

En el sector urbano, la situación pareciera haberse agravado. La negación es la misma. Cuesta aseverar que el niño que acomoda las bolsas en el auto, el que acomoda la mercadería, es un trabajador.
En ese caso, explica Juárez, se trataría de un trabajo indirecto del sector comercial. “El trabajo infantil se puede distinguir entre directo y trabajo infantil indirecto vinculado con alguna actividad”, manifiesta.
Por otro lado, también hay muchos niños que realizan actividades rayanas al trabajo infantil y que no tienen que ver con mecanismos de subsistencia. Por eso, debería repensarse el concepto y redefinirlo.
Por mucho tiempo se ha conceptualizado el trabajo infantil como toda actividad que realiza un menor, remunerada o no, y que implica un mecanismo de subsistencia. Hoy quizá la realidad nos supera y haya que considerar otras variables. “Cada caso debe ser analizado en su contexto”, asegura.
“La problemática social es tan compleja que siempre está concatenada con determinados hechos”, dice Juárez. Habría que replantearse si el niño que pide una moneda por el sólo hecho de ir a jugar al ciber, también realiza un trabajo. “Nada es aislado, todo es por causalidad y yo creo que cada vez más se incrementa el niño en situación de calle”, analiza.

Difícil soslayar

¿Qué se puede hacer? Porque más allá de la responsabilidad del Estado, es evidente que la sociedad no tiene afianzado un juicio sólido sobre la problemática.
“Hay que unificar los discursos”, responde Miryam Juárez. “Cuando se dice que el problema es de todos, en realidad en el colectivo imaginario, es de nadie”.
“Todos somos responsables, desde el que calma su conciencia dando una moneda”. Es una problemática difícil y compleja, pero que puede ser tratada y corregida en la medida en que la gente tome conciencia de ello.
El trabajo infantil no sólo está prohibido porque lo establece la norma, sino porque realmente es nocivo para el niño, física, psicológica y socialmente. Cuando un niño es sometido tempranamente al mundo laboral, alguien se beneficia, el padre, el empleador. Todos, a excepción del niño.
“La explotación no es gratis - asegura-, alguien paga el precio de eso, y por lo general siempre es el niño”.

Jorge Zar, secretario de Trabajo de la Provincia - “Debemos aprovechar la Asignación Universal”

Jorge Zar, secretario de Trabajo de la Provincia de Catamarca, explicó que la COPRETI cuenta con un relevamiento de niños que estuvieron vinculados al trabajo, a quienes se les hace un seguimiento particular.
El funcionario reconoce que se trata de una problemática difícil de abordar, porque los mismos chicos se niegan a cooperar. “Es un proceso de concientización a los padres y chicos sobre los riesgos a los que están expuestos cuando salen a trabajar. El alcoholismo, la drogadicción, abusos, trata de personas. Es importante que tomen conciencia. Para terminar con esto, se tiene que involucrar la sociedad en su conjunto”, explica.
Por ahora, desde la Comisión Provincial para erradicar el trabajo, manifestaron que se abocan a un trabajo particular. “Estamos trabajando en definir la agenda del niño. Cuánto tiempo tiene que dedicar a estudiar, a dormir, a comer, a realizar actividades deportivas”, las únicas tareas a las que deben dedicarse los niños.
Finalmente, consideró que la Asignación Universal por Hijo implementada por Nación, es uno de los “paliativos”, para evitar poner en riesgo la vida de los más pequeños. “Ahora debemos aprovechar la Asignación Universal por Hijo para protección social. Es un argumento fuerte para que los padres tengan menos motivos para enviar a sus hijos a trabajar”, aseveró Zar.

Datos oficiales

La Comisión Provincial de Erradicación del Trabajo Infantil (COPRETI) contabiliza 32 casos de niños que alguna vez realizaron alguna actividad de dependencia, y se afirma que actualmente se les realiza un seguimiento particular.

Un concepto aproximado

LA CONAETI, creada en 2000 bajo la órbita del Ministerio de Trabajo, define al trabajo infantil como “todas aquellas actividades y/o estrategias de supervivencia, remuneradas o no, realizadas por niños y niñas menores de la edad mínima requerida por la legislación vigente para incorporarse a un empleo. Actividades y estrategias visibles, invisibles u ocultas, donde el sustento logrado puede ser para sí mismo, para el mantenimiento del grupo familiar y/o para la apropiación de terceros explotadores”.
Es dominante la idea de que el trabajo infantil constituye mayoritariamente una estrategia básica de subsistencia para el grupo familiar. Hacer este tipo de generalizaciones constituye un error que suele operar como uno de los elementos prioritarios a la hora de la inercia prevalente para enfrentar el problema.

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