Sabato y su última visita a Catamarca

El escritor mencionó en un libro su último viaje a nuestra provincia.
sábado, 30 de abril de 2011 00:00
sábado, 30 de abril de 2011 00:00

Ernesto Sabato visitó por última vez la provincia de Catamarca en el año 2003, ocasión en la cual, a pesar de su avanzada edad, desarrolló una intensa actividad.

El escritor ofreció una charla en el Complejo Cultural “Urbano Girardi”, y luego viajó a la localidad de Londres, en el departamento Belén, donde encabezó el acto en el que se bautizó un espacio cultural con su nombre.

Sabato mantuvo en esa visita un profundo diálogo con grupos docentes, demostrando al mismo que se encontraba con plena lucidez, y brindando cátedra de los valores solidarios y humanos que guiaron su vida.

El propio Sabato menciona aquella visita en un trabajo publicado años más tarde como “España, diarios de mi vejez” Allí recordó su última experiencia catamarqueña:

“La Fundación que lleva mi nombre fue aprobada ayer por la Inspección de Justicia. Quiero poner todo el ánimo que me quede de vida para llevarla adelante, y quiero que cuando yo no esté sigan ustedes trabajando en ella y la conviertan en uno de los mojones en la historia de la reconstrucción de nuestro país.

Mi deseo es que los jóvenes puedan trabajar junto a nosotros apoyando a los más chicos que viven desamparados y desnutridos. Que encuentren en el trabajo social una alternativa sagrada frente al desempleo y a la incertidumbre. Es un grano de arena, entre los muchos que se dan hoy en la Argentina. Siento que es una manera de ir creando otra cultura.

Es lo poco que puedo aportar frente a tanto sufrimiento.

Hice prometer a Elvira que se ocupará de sacarla adelante.

Quiero agregar que en este tiempo la Fundación ha crecido y ya son más de mil los chicos y jóvenes que van a los fogones. También hemos hecho la primera compañía cultural itinerante que dirigió Alejandro Musich, y con la cual recorrimos pequeñas y alejadas poblaciones del noroeste del país, llevando títeres, teatro, libros y varios talleres.

Creí que no aguantaría semejantes viajes por caminos de montaña. Pero por el contrario gozé este itinerario que me recordaba a los teatros ambulantes.

La gente del interior, como ya lo he dicho, lleva una vida serena, más humana.

Hacía calor amera pero dentro de las casas de adobe el fresco era muy agradable. En Catamarca, al borde de los Andes, pasamos horas conversando con viejas tejedoras. Al salir una tarde, le pedí la llave y nos miraron desconcertados: ‘acá no tenemos, no hace falta’.

El año próximo, la Compañía Cultural irá por las tierras guaraníes. Ya nos han visitado sus ancianos. Espero ir”.

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