Pinamar

Testimonio de los náufragos

"Cada segundo charlás con la muerte y pensás si perdés"
martes, 27 de noviembre de 2012 00:00
martes, 27 de noviembre de 2012 00:00

Lo que debería haber sido una salida reconfortante se convirtió en una historia de terror que dejó huella, porque les cambió la vida a cada uno de los integrantes de un grupo de amigos que durante horas se vio cara a cara con la muerte

Gabriel tiene 49 años, es un comerciante de Ramos Mejía que trabaja más de diez horas por día y, tras protagonizar la historia que tuvo un final feliz milagroso, asegura que ahora quiere "dedicarles más tiempo a otras cosas" e intentará tomarse la vida "con más tranquilidad".

Para entender por qué se modificaron sus prioridades, es necesario conocer el testimonio del hombre que fue rescatado del mar tras estar 18 horas a la deriva.

"Cada segundo hablás con la muerte y pensás si vas a perder o a ganar vos", contó Gabriel, quien mantiene fresco el recuerdo de esos momentos de desesperación en los que estaba "solo en el medio del mar".

"En la intimidad pensaba en mis hijos, en mi señora... Entre nosotros no hablámos de morirnos porque no queríamos tirar mala onda, pero cada uno la tenía internamente", reconoció el comerciante en diálogo con radio Mitre.

Sobre cuáles eran los temores que lo agobiaban en ese momento de incertidumbre y desesperación, Gabriel contó: "Yo tenía miedo de caer al agua y por el frío tener el problema de la hipotermia, ese era mi peor enemigo. Y el otro miedo era que realmente no nos encontraran".

"No nos podíamos dormir porque, si sucedía, nos caíamos al agua; a la noche había mucho viento y olas de 5 metros pero sin cresta: levantaban y bajaban, no te daban vuelta", describió Macord.

"En esa noche vimos el helicóptero de rescate a 500 metros, pero no nos podía ver y se fue. Entonces hubo momentos de desesperación; yo rezaba individualmente y entre nosotros tratábamos de levantarle el ánimo al que se bajoneaba", recordó Gabriel.

"Al otro día del naufragio se desató una tormenta, pero a la media hora se planchó el mar y se despejó el cielo. Y ahí empezamos a ser optimistas. Vimos el helicóptero a 2.000 metros y no nos vio; un rato después apareció a 1.000 metros, hicimos señas y de repente viró, hasta que quedó dando vueltas en círculos encima de nosotros; fue el ruido más feliz que escuché encima de mi cabeza", rememoró con una sonrisa el comerciante de Ramos Mejía.

Un dato sorprendente es que en el helicóptero que rastreaba a los náufragos viajaba la esposa de Macord.

"Prefectura quería que algunas personas fueran arriba para que vieran cómo se desarrollaba el operativo; no aceptaban familiares por temor a que sufrieran crisis de nervios o alguna descompensación, pero mi señora insistió y les dijo 'yo lo voy a encontrar'", relató el hombre de 49 años.

"Cuando la vi le di un abrazo, la besé y descargué todo, tanta angustia... Estás esperando ese momento y no lo podés creer", detalló Macord, quien apuntó que la gente de Prefectura le dio un dato escalofriante: "Cuando nos rescataron, los agentes nos dijeron que al 90% de las personas que se pierden en el mar, no las encuentan".

Una nueva visión

Este hombre, que fue uno de los protagonistas de este milagro en el mar, contó que en esa situación límite "todas las necesidades cotidianas, las cosas que uno aspira a tener, pasan a segundo plano... Ahí tomas valor a otras cosas: al tiempo que les dedicaste a tus hijos; pensás si te pasa algo, lo que sucederá a posteriori".

Por eso, Macord contó que ahora su prioridad es otra: "Voy a estar más tiempo con mis hijos". Y admitió que, aunque le gusta la pesca, va a cambiar su modo de practicar la actividad: "Lo haré desde la costa, embarcado no me meto más".
 

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