Tinogasta

Cambios varietales y las obras hídricas

La obra del Dique Nivelador de La Puntilla, San José, está próxima a cumplir 100 años.
lunes, 3 de diciembre de 2012 00:00
lunes, 3 de diciembre de 2012 00:00

Tradicionalmente, Tinogasta se caracterizó por su producción de uvas, pasas y vinos, lo cual trascendió los límites provinciales, como resultante de una valiosa cultura laboral de sus pobladores, mayormente agricultores, que la poseían como resultante de ese esfuerzo personal, que en muchos casos estuvo complementado por el apoyo familiar, ya que de esto dependía el futuro bienestar, y por lo tanto cada uno valoraba el esfuerzo y sacrificio.
El trabajo agrícola se complementaba con cultivos estacionales, y con la crianza de animales de corral para el sustento familiar, también redituable económicamente con un valor agregado, elaborando harinas de trigo y maíz. Por ello, la existencia de molinos con ese fin, hoy lamentablemente desaparecidos, ni siquiera mantenidos como “reliquias”. No obstante, una excepción se resiste a la regla, ya que uno de ellos, en Villa San Roque, se resiste desaparecer. Esto habla de una actividad económica sustentable que poco a poco fue perdiéndose y por cierto reflejándose en la economía lugareña, que hoy está relacionada directamente al ingreso salarial mensual del empleado público, cuya mayor parte no gira en el medio, ya que retorna a otras ciudades por inversiones suntuosas de la comunidad,
La economía agrícola tinogasteña siempre estuvo acompañada por un muy eficiente aprovechamiento del agua para riego, con una obra base que está a punto de cumplir sus cien años de efectiva existencia, que se inicia con el dique nivelador de La Puntilla de San José y la canalización con piedras calzadas y compuertas de hierro en ambas márgenes del río Abaucán, con sus correspondientes banquinas alambradas y muy bien mantenidas, cuando todo ello dependía de la Dirección de Riego de Agua y Energía de la Nación, lo que desgraciadamente desapareció luego de la revolución de 1955.
Por lo que se puede apreciar, parece que las cosas del Estado no son de nadie y hay que destruirlas, cuando en realidad pertenecen a todos, pero lo más lamentable es que a los que representan un organismo estatal que deberían cuidar, a quienes les pagan para que cumplan la función, menos les importa. En el caso emblemático de la obra del Dique Nivelador en la Puntilla de San José, un trabajo admirable desde todo punto de vista realizado con piedra granítica, donde se levanta toda el agua para riego canalizado, hay dos placas cinceladas en las mismas piedras. En una dice “M C M X I V- M O P DE LA NACIÓN- DIRECCIÓN NACIONAL DE IRRIGACIÓN –LEY 6546, y en la otra Guillermo O. Cespede, Ing. director”, por lo que se evidencia que está a punto de cumplir los 100 años. A partir del mismo, el Canal Matriz, y a pocos metros con una noria, se levantaba el agua para la casa del guarda dique, con la que se regaba una hermosa huerta con plantas frutales. Desgraciadamente hoy la noria no existe, la casa está abandonada, las plantaciones se secaron y de todo ello sólo queda un lindo recuerdo de otras épocas. ¿Acaso esto no se puede recuperar y hacer de ello un atractivo turístico?.
Después de esto, todo se fue degradando con el paso a otro “manejo”, porque poco y nada se continuó haciendo como aporte a la agricultura, que también fue sintiendo los efectos negativos, ya que no fue acompañando el desarrollo de los tiempos. Siempre se pone como pretexto que falta agua para riego; quizás haya mermado en algo el caudal. Pero las otrora grandes y pequeñas fincas que se fueron perdiendo o en las que se hicieron conglomerados de viviendas para barrios, se dejaron de regar. ¿Dónde fue a parar ese caudal de agua? Al respecto, los regantes manifiestan que hace falta un nuevo cronograma de reparto que esté adecuado a la actualidad, pero quienes lo hagan deben tener la capacidad para hacerlo, ya que si antes se hizo ¿cómo no se lo puede hacer ahora?.-
Otro efecto concurrente a esta situación actual es que se quedó prácticamente dependiendo de un “mono cultivo”, como el de la vid. Tinogasta, por sus características climatológicas, como así también de suelo y agua, tiene un gran parecido con Mendoza y San Juan, provincias que cosechan cientos de millones de kilos de uva para diferentes destinos y también producen frutos con carozos que les dan una valor agregado, en fresco, disecados, dulces y jugos, a lo que se agrega la explotación petrolera y minera. ¿Por qué aquí no se intenta, al menos? Si hay zonas muy especiales donde otras variedades se pueden producir y con ello otras posibilidades para encontrar un valor agregado en beneficio de la economía regional. ¿Porqué aquí no se buscan alternativas, si apenas ahora se cosechan unos pocos millones de kilos de uva?.
Sería muy interesante que se implemente en forma real, no declamativa, un verdadero apoyo a la producción por intermedio de los organismos estatales ya existentes, con una implementación experimental de las diferentes variedades. De la misma manera, el INTA oportunamente analizó las vides para saber la que mejor se adaptaba para cada uno de los fines y más convenía a los productores.
Ya se sabe los lugares de las variedades que se conocen que tienen buena producción, sería cuestión de especificar las que mejor se adapten en cada lugar y poder lograr un mayor valor agregado. Indudablemente, para ello es necesario conocer el medio. Esto no se logra con emitir un decreto desde un escritorio a la distancia, hay que conocer y andar el medio. Desgraciadamente esto siempre ocurrió con la parte agrícola ganadera del departamento Tinogasta. Siempre es oportuno cambiar los métodos, quizás ahora sea el momento.
Con relación a lo realizado en el sistema de canalización desde que perteneció a A y E de la Nación- conforme la opinión de los regantes-, es muy poco lo realizado, por lo que se hace necesario, a muchas de las acequias secundarias actuales, revestirlas y colocar adecuadas compuertas para la derivación de los turnos, como una manera efectiva de apoyo a la producción, de los pocos reales y auténticos productores que están quedando, ya que cada vez son más los desalentados por la falta de una compensación económica adecuada a lo que ellos producen o cosechan, por lo que están dejando la actividad agrícola, ya que a la vez es más difícil conseguir mano de obra, por cuanto la mayoría de la población potencialmente activa cuenta con algún plan social que los conforma, es decir que la otrora cultura laboral agrícola prácticamente está desapareciendo en nuestro medio.


Carlos H. Varela
 

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