Lo cuentan los jóvenes y adolescentes que están en rehabilitación en la asociación civil en Río Tercero, respecto de sus propias experiencias.

Respecto a lo que erogaban para comprar drogas antes de ingresar al tratamiento, uno planteó que “cuando se toca fondo”, es decir cuando el consumo de cocaína (la más cara entre las “comunes”) es importante, el gasto llegó en su caso a los 18 mil pesos por mes, sólo para comprarla.
Para la gran mayoría, no hay empleo que alcance. Ahí es cuando empieza la relación entre drogas y delito, admiten.
Juan tiene 20 años. Es uno de los internos. Hace cinco que consume y apenas un mes que pidió ayuda en esta asociación. “Empecé a consumir con mis amigos que eran mayores que yo y todos estaban en la misma. Consumía cocaína, o ácido. Era fácil conseguirla. En el último tiempo eran 20 gramos de cocaína por día. Sacaba adelanto de sueldos, y si no robaba. Y toqué fondo”, cuenta.
También confiesa lo difícil que es superar “la abstinencia”, pero confía en superar esa etapa “y poder salir”, a partir de asumir la necesidad de ayuda.
Laureano tiene 15 años y hace uno que es adicto. Hace tres meses que está en la asociación. Sabe que estará en rehabilitación “un largo tiempo”. Cuenta que consumía mucho alcohol y cocaína. Con dureza, reconoce que primero le robaba a su familia y luego afuera, para poder comprar la “merca”. Ahora, dice que alberga nuevos sueños: “estudiar, trabajar, aprender un oficio”, enumera.
Durante el tratamiento, si salen, lo hacen acompañados con un coordinador. “Nunca solos”, apunta César Tapia.
Forma parte de la rehabilitación hacer artesanías, cocinar y participar de charlas grupales.

Fuente / LaVoz