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El litio de La Puna

Si bien el litio se volvió popular en la última década, ya Luciano R. Catalano, un importante químico y geólogo argentino que recorrió palmo a palmo la Puna Argentina lo señalaba en sus trabajos en la década de 1920.
miércoles, 26 de junio de 2013 00:00
miércoles, 26 de junio de 2013 00:00

Si bien el litio se volvió popular en la última década, ya Luciano R. Catalano, un importante químico y geólogo argentino que recorrió palmo a palmo la Puna Argentina lo señalaba en sus trabajos en la década de 1920. En los últimos años se comenzó a mencionar que el 80% de las reservas de litio en salmueras se encuentran en los Andes Centrales de Perú, Bolivia, Chile y Argentina y que en el caso de Bolivia contiene recursos de litio equivalentes al petróleo de Arabia saudita. Más allá de estos calificativos la pregunta es cómo, cuándo, dónde y porqué se produjo la acumulación de este elemento químico en nuestra región.
Como sabemos los Andes Centrales son un edificio joven, todavía en formación. Hace 65 millones de años ellos no existían como los vemos hoy. En el lugar se extendía un mar cálido y cuerpos de aguas dulces y salobres poco profundos donde se depositaban carbonatos que con el tiempo darían lugar a una formación rocosa de calizas amarillentas. Esas calizas formadas al nivel del mar se las encuentra desde el sur del Ecuador hasta el norte argentino, cubriendo partes de Perú, Bolivia y norte de Chile.
Es una formación donde abundan las huellas de dinosaurios, las algas estromatolíticas, restos de peces, plantas, gasterópodos y bivalvos; y que contiene además concentraciones económicas de uranio, vanadio, cobre, plomo y petróleo. Por supuesto de litio, nada. Esas calizas se depositaron, como dijimos, al nivel del mar, pero luego del levantamiento de los Andes las encontramos actualmente colgadas en el borde de la Puna a unos 4 km de altura mientras que al pie de las Sierras Subandinas yacen hasta 6 km de profundidad. Ello nos indica que en su formación el edificio de los Andes Centrales se fue rompiendo hasta lograr que las mismas rocas se encuentren hoy partidas unos 10 km en la vertical.
Ahora bien, pasarían todavía algunas decenas de millones de años más hasta que la ignición de la placa de Nazca en su contacto con la placa continental fundiera las rocas y diera magmas que se elevarían hasta la superficie para formar una impresionante cadena de volcanes. Esa cadena volcánica es la que constituye el límite entre Argentina y Chile, y está caracterizada por contener los edificios volcánicos más altos del planeta los que rozan los 7 km de altura sobre el nivel del mar. Esa fuente de calor dio lugar a que la corteza se ablandara y comenzara a deformarse por el permanente empuje de la losa del Pacífico. De ese arrugamiento o acortamiento surgió una cadena de montañas que dio lugar a la llamada Cordillera Oriental, donde se distinguen sierras y nevados como los del Cachi, Chañi, Aguilar y otras. Lo cierto es que entre la cadena de volcanes al oeste y la cadena de montañas al este quedó encerrada una amplia región endorreica que hoy alberga al Altiplano y la Puna.
Se trata de una gran cuenca cerrada, a unos 4 km sobre el nivel del mar, donde todas las aguas confluyen en su interior. Las montañas del este actúan como un efectivo freno a las lluvias que vienen desde la gran cuenca del Amazonas. Por su parte el Océano Pacífico a la latitud de los Andes Centrales está controlado por la corriente de Humboldt, que es una corriente fría que viene de la Antártida y donde al no haber evaporación tampoco hay precipitaciones convirtiendo al norte de Chile en un desierto híper árido donde cristalizan los nitratos. El Altiplano y la Puna son relativamente más húmedos hacia el norte y en su cara oriental y se hacen más secos hacia el sur y hacia su cara occidental. Reciben escasas precipitaciones lo que genera un ambiente desértico seco. De todos modos las aguas que llegan a la Puna y el Altiplano, sea por precipitaciones pluviales o nivales, se infiltran en los terrenos porosos y van a alimentar manantiales que luego brotan formando vegas y cuyas aguas pueden ser dulces o salobres según los terrenos que atraviesen. Por otro lado están las aguas termales que adquieren temperatura por su cercanía a cámaras magmáticas activas o donde el grado geotérmico es mayor. Esas aguas salen generalmente cargadas de numerosos elementos químicos que se precipitan dando distintos tipos de sales, tales como los carbonatos, sulfatos, boratos y cloruros.
Entre los carbonatos el más común se forma en el propio cuerpo de las fuentes y es el travertino; y cuando este tiene buena pureza da lugar al ónix. También se forma el carbonato de sodio que los nativos llaman coipa. Entre los sulfatos se forma el de calcio (yeso) o bien el sulfato de sodio del cual la Puna tiene el yacimiento más importante de América del Sur (Río Grande). Entre los boratos se forma la ulexita o borato común que se explota para ácido bórico; y en casos reducidos el bórax. Entre los cloruros se forma casi exclusivamente el cloruro de sodio o sal común, llamado halita. Ahora bien las fuentes termales acarrean también otros elementos químicos entre ellos el litio, potasio, magnesio, cesio, rubidio, estroncio los que no llegan a formar minerales sólidos sino que se mantienen en solución en las salmueras del interior de los salares. Los manantiales y termas se distribuyen en pequeñas quebradas laterales a los salares o bien en las márgenes de estos. Generalmente coinciden con fallas geológicas que son las que levantan y hunden los bloques montañosos que limitan a las cuencas tectónicas que a su vez albergan a los salares.
Llegados a este punto podemos ver que las características de nuestra región andina están gobernadas por los volcanes, por las fuentes termales a ellos asociadas, por las cuencas cerradas con drenaje interior y por el clima árido. O sea que todas las aguas mineralizadas, de origen volcánico (volcanogénicas), confluyen en cuencas cerradas donde solo pueden escapar por evaporación. Todo el residuo salino evaporado va a generar lo que se conoce como evaporitas, siendo el cloruro de sodio la más abundante.
En el interior húmedo se mantiene líquida la salmuera que contiene el resto de los elementos químicos entre los cuales el litio y el potasio son los que tienen mayor interés económico. La extracción del litio es amigable con el medio ambiente ya que consiste en evaporar en piletas las salmueras súper saturadas aprovechando las energías del sol y del viento para que estas precipiten el exceso de sal y luego las salmueras enriquecidas en litio o potasio sean tratadas para extraer esos elementos y convertirlos en cloruro de potasio o carbonato de litio. El interés de lo expuesto radica en que el potasio es absolutamente esencial para la agricultura y el litio lo es para las baterías de celulares y computadoras.
 

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