Andalgalá y su impronta minera

Aguas, manantiales y torrentes

La inmensidad del Conando en donde se emplaza la ciudad de Andalgalá y otras poblaciones menores, se constituye en pequeños oasis en donde florece la vida, la flora, la fauna y la humanidad. Es ahí donde el hombre desarrolla sus potencialidades y el ciclo de la vida se cumple de manera matemática.
jueves, 6 de junio de 2013 00:00
jueves, 6 de junio de 2013 00:00

La inmensidad del Conando en donde se emplaza la ciudad de Andalgalá y otras poblaciones menores, se constituye en pequeños oasis en donde florece la vida, la flora, la fauna y la humanidad. Es ahí donde el hombre desarrolla sus potencialidades y el ciclo de la vida se cumple de manera matemática.
   Para que ello sea posible se hizo imprescindible la existencia del agua como motor de esa misma vida en todas sus dimensiones, surgiendo desde la prehistoria del seno mismo de los cerros nevados que circundan la región. Y he ahí los manantiales, los torrentes y los ríos haciendo prosperar la vida en el Conando.
   Desde entonces, el hombre lugareño ha trabajado la tierra y ha comenzado la cultura con los productos de la tierra para todo lo cual ha necesitado del agua como elemento insustituible. La usó para asuntos suntuarios, para usos medicinales, para la agricultura y hasta para el comercio. También la utilizó para el refinamiento y proceso de los minerales que  extraía de los socavones del cerro.
   En este sentido, el agua es el elemento omnipresente en el desarrollo de los pueblos, y en la zona de influencia de Andalgalá, se ha utilizado mucho, especialmente en la actividad minera que reforzaba la cultura y la tradición, sin que se tengan registros de que alguna vez faltó el agua, ni aún en los períodos de sequía cuando perecían las especies más vulnerables. Pero el cerro ahí, majestuoso y presto a reponer los daños naturales. Y el hombre siguió sacando cobre y oro de los cerros. No se sabe de contaminación alguna, no se sabe de antagonismos  entre minería, agricultura y en fin, vida humana.
   Los tiempos que corren plantean una situación que haciendo abstracción de la cuestión meramente temporal, presenta las mismas variables, es decir, minería, agricultura y desarrollo humano en el Valle del Conando cuyas montañas rebosan de riqueza, a disposición de las comunidades para lograr su desarrollo por varias generaciones, sólo que hoy existen pequeños grupúsculos fundamentalistas de la anarquía, productos vivos de la postmodernidad y de la globalización en sus aspectos más crueles e inhumanos que  esgrimiendo un discurso apocalíptico, se oponen a la extracción de minerales con el argumento de que se acabará o contaminará el agua de los ríos Candado y Blanco, como la principal fuente de provisión de agua de gran parte de este Valle.
   Es política de la Nación y acaso del continente que se exploten los yacimientos pero con los correspondientes cuidados del preciado medio ambiente, del agua y del aire, que son monitoreados permanentemente ya que las empresas, por pura responsabilidad y por imperio de la legislación vigente sobre la materia,  destinan mucho material humano y financiero para el cuidado del entorno, sobre todo del agua que desde sus manantiales, torrentes y ríos,  es  el elemento rector de toda vida.
   Los tiempos actuales dan para todo, las cosas están planteadas con corrección, legal y coherentemente, si alguien no quiere verlas no es problema comunitario; si alguien no puede verlas, existen los organismos, instituciones y personas que pueden informar oportuna y acertadamente para evacuar cualquier duda o inquietud.
   Es necesario que Andalgalá despegue y para comenzar, nada mejor que seguir el ejemplo de nuestros inmemoriales ancestros.
 

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