Abarca a muchas personas y es un grave problema para la salud pública

Depresión: qué es y qué hacer

Informe especial para El Esquiú.com de la psiquiatra Astrid Valeria Teme.
sábado, 3 de agosto de 2013 00:00
sábado, 3 de agosto de 2013 00:00

¿Qué es la depresión?

La depresión es un trastorno que abarca un gran número de personas y es un grave problema para la salud pública. Se presenta con un estado de ánimo depresivo y falta de placer por la mayoría de las actividades de la vida. Es por lo tanto de diagnóstico amplio y heterogéneo. Es de dos a tres veces más frecuente en personas con problemas de salud física crónica; en estos casos aproximadamente 2 de cada 10 pacientes van a presentar un cuadro depresivo.
Ocasionalmente, todos nos sentimos melancólicos o tristes, pero estos sentimientos, por lo general, son pasajeros y desaparecen en unos días. Cuando una persona tiene un trastorno depresivo, éste interfiere con la vida diaria y el desempeño normal, y causa dolor tanto para quien padece el trastorno como para quienes se preocupan por él. Es una enfermedad común pero grave y la mayor parte de quienes la padecen necesitan tratamiento para mejorar.
Muchas personas con una enfermedad depresiva nunca buscan tratamiento. Pero la gran mayoría, incluso aquellas con los casos más graves, pueden mejorar con tratamiento. Intensivas investigaciones de la enfermedad han resultado en el desarrollo de medicamentos, psicoterapias, y otros métodos para tratar a las personas con este trastorno incapacitante.
La enfermedad depresiva puede ser aún más frecuente en las próximas décadas por diversas razones, entre ellas la mayor expectativa de vida y los altos niveles de estrés y debilitamiento en el apoyo social.
La depresión está proyectada mundialmente como la segunda causa en importancia de discapacidad para el año 2020 detrás de las enfermedades cardiovasculares, y pasará a ser la primera en el 2030.
Más alarmante aun resulta observar que ocupa actualmente el primer lugar en la región de las Américas, como causa de discapacidad.
El trastorno depresivo es uno de los trastornos mentales más comunes en atención primaria y en psiquiatría. La prevalencia oscila entre el 6% y 20%. La depresión es a menudo una enfermedad crónica. Los estudios indican que hasta un 60% de los pacientes que experimentan un primer episodio sufrirán al menos una recurrencia en su vida.
Cada repetición parece aumentar la probabilidad de nuevos episodios. Los episodios recurrentes de depresión tienen un impacto significativo en términos de cuidado de la salud, tratamiento y consecuencias económicas. Este es un tema clave en la gestión a medio y largo plazo de los trastornos afectivos.

¿Cuáles son los diferentes tipos de depresión?

Existen varios tipos de trastornos depresivos. Los más comunes son el trastorno depresivo grave y el trastorno distímico. El trastorno depresivo grave, se caracteriza por una combinación de síntomas que interfieren con la capacidad para trabajar, dormir, estudiar, comer, y disfrutar de las actividades que antes resultaban placenteras. La depresión grave incapacita a la persona y le impide desenvolverse con normalidad. Un episodio de depresión grave puede ocurrir sólo una vez en el curso de vida de una persona, pero mayormente, recurre durante toda su vida.
El trastorno bipolar, también llamado enfermedad maniacodepresiva, no es tan común como la depresión grave o la distimia. El trastorno bipolar se caracteriza por cambios cíclicos en el estado de ánimo, que van desde estados de ánimo muy elevados (por ejemplo, manía) a estados de ánimo muy bajos (por ejemplo, depresión).
El trastorno distímico se caracteriza por sus síntomas de larga duración (dos años o más), aunque menos graves, pueden no incapacitar a una persona pero sí impedirle desarrollar una vida normal o sentirse bien. Las personas con distimia también pueden padecer uno o más episodios de depresión grave a lo largo de sus vidas.
Algunas formas de trastorno depresivo muestran características levemente diferentes a las descritas anteriormente o pueden desarrollarse bajo circunstancias únicas. Sin embargo, no todos los científicos están de acuerdo en cómo caracterizar y definir estas formas de depresión. Estas incluyen:
 -- Depresión psicótica, que ocurre cuando una enfermedad depresiva grave está acompañada por alguna forma de psicosis, tal como ruptura con la realidad, alucinaciones, y delirios.
-- Depresión posparto, la cual se diagnostica si una mujer que ha dado a luz recientemente sufre un episodio de depresión grave dentro del primer mes después del parto. Se calcula que del 10 al 15 por ciento de las mujeres padecen depresión posparto luego de dar a luz.
-- El trastorno afectivo estacional, se caracteriza por la aparición de una enfermedad depresiva durante los meses del invierno, cuando disminuyen las horas de luz solar. La depresión generalmente desaparece durante la primavera y el verano. El trastorno afectivo estacional puede tratarse eficazmente con terapia de luz, pero aproximadamente el 50% de las personas con trastorno afectivo estacional no responden solamente a esta terapia. Los medicamentos antidepresivos y la psicoterapia pueden reducir los síntomas del trastorno afectivo estacional, ya sea de forma independiente o combinados con la terapia de luz.

¿Qué causa la depresión?

No existe una causa única conocida de la depresión. Más bien, ésta parece ser el resultado de una combinación de factores genéticos, bioquímicos, y psicológicos.
Investigaciones indican que las enfermedades depresivas son trastornos del cerebro. Las tecnologías para obtener imágenes del cerebro, tales como las imágenes por resonancia magnética, han demostrado que el cerebro de las personas con depresión luce diferente del de quienes no la padecen. Las áreas del cerebro responsables de la regulación del ánimo, pensamiento, apetito, y comportamiento parecen no funcionar con normalidad. Además, hay importantes neurotransmisores, sustancias químicas que las células del cerebro utilizan para comunicarse, que parecen no estar en equilibrio. Pero estas imágenes no revelan las causas de la depresión.
Algunos tipos de depresión tienden a transmitirse de generación en generación, lo que sugiere una relación genética. Sin embargo, la depresión también puede presentarse en personas sin antecedentes familiares de depresión. La investigación genética indica que el riesgo de desarrollar depresión es consecuencia de la influencia de múltiples genes que actúan junto con factores ambientales u otros.
Además, los traumas, la pérdida de un ser querido, una relación dificultosa, o cualquier situación estresante puede provocar un episodio de depresión. Episodios de depresión subsiguientes pueden ocurrir con o sin una provocación evidente.

 

Dra. Astrid Valeria Teme
Psiquiatra


Síntomas

No todas las personas con enfermedades depresivas padecen los mismos síntomas. La gravedad, frecuencia, y duración de los síntomas pueden variar según la persona y su enfermedad en particular.
- Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad o vacío.
- Sentimientos de desesperanza y/o pesimismo.
- Sentimientos de culpa, inutilidad, y/o impotencia.
- Irritabilidad, inquietud.
- Pérdida de interés en las actividades o pasatiempos que antes disfrutaba, incluso las relaciones sexuales.
- Fatiga y falta de energía.
- Dificultad para concentrarse, recordar detalles, y para tomar decisiones.
- Insomnio, despertar muy temprano, o dormir demasiado.
- Comer excesivamente o perder el apetito.
- Pensamientos suicidas o intentos de suicidio.
- Dolores y malestares persistentes, dolores de cabeza, cólicos, o problemas digestivos que no se alivian, incluso con tratamiento.

Consecuencias

Las consecuencias de la depresión no tratada son graves e incluyen el aumento de la morbi-mortalidad por diversas enfermedades físicas y por la depresión misma (suicidio), así como la probabilidad de un deterioro significativo que produce una mayor discapacidad que muchas enfermedades crónicas comunes, como por ejemplo la diabetes y las colagenopatías.
La depresión es uno de los factores más relacionados con la conducta suicida, siendo ésta el resultado de la confluencia de un gran número de situaciones y factores que se combinan entre sí para generar un abanico que transcurre desde la simple ideación pasajera hasta el suicidio consumado.
Las variables que intervienen en la producción de la conducta suicida son numerosas, e incluyen factores biológicos y variables socio-demográficas, psiquiátricas y psicosociales.
En 1976, la Organización Mundial de la Salud definió el suicidio como “un acto con resultado letal, deliberadamente iniciado y realizado por el sujeto, sabiendo o esperando su resultado letal y a través del cual pretende obtener los cambios deseados”.
En la actualidad, se considera que el suicidio incluye la ideación (idea de la muerte como descanso, deseos de muerte e ideación suicida) y la gradación conductual creciente (amenazas, gestos, tentativas y suicidio consumado).

¿Cómo tratarla?

Los antidepresivos son el tratamiento de primera elección debido a su eficacia comprobada y buena tolerancia. Es importante que sean considerados dentro de una estrategia terapéutica integral. Las psicoterapias cognitivo-conductuales y las interpersonales han demostrado su utilidad en estudios controlados en combinación con antidepresivos frente a las de orden psicoanalítico que se basan en la casuística.
La depresión, aun en los casos más graves, es un trastorno altamente tratable. Al igual que con muchas enfermedades, mientras más pronto pueda comenzar el tratamiento, más efectivo es y las probabilidades de prevenir una repetición son mayores.
El primer paso para obtener el tratamiento adecuado es visitar a un médico. Ciertos medicamentos y condiciones médicas, tales como virus o trastornos de tiroides, pueden provocar los mismos síntomas que la depresión. Un médico puede descartar estas posibilidades por medio de un examen físico, una entrevista, y pruebas de laboratorio. Si el médico puede descartar a una condición médica como la causa, él o ella debe llevar a cabo una evaluación psicológica o referir al paciente a un profesional de la salud mental.
El médico o profesional de la salud mental llevará a cabo una evaluación diagnóstica completa. Debe conversar con el paciente sobre cualquier antecedente familiar de depresión y obtener todos los antecedentes de los síntomas, por ejemplo, cuándo comenzaron, cuánto han durado, su gravedad, y si ocurrieron antes, y cómo fueron tratados. También debe preguntar si el paciente consume alcohol o drogas y si ha tenido pensamientos suicidas o de muerte. Una vez diagnosticada, una persona con depresión puede ser tratada con varios métodos. Los tratamientos más comunes son la medicación y la psicoterapia.
Las personas con depresión mejoran con el tratamiento. Éste se puede dividir en dos etapas: tratamiento agudo dirigido a tratar un episodio de tratamiento de enfermedades, y mantenimiento destinado a prevenir la recurrencia.

Los tratamientos para la depresión se pueden clasificar en varios grupos:
• Estrategias de cuidado personal (por ejemplo, contacto social y apoyo social, buenos hábitos de sueño, el ejercicio, la nutrición, la moderación del consumo de sustancias).
• Medicamentos
Los antidepresivos normalizan las sustancias químicas naturales del cerebro llamadas neurotransmisores, principalmente la serotonina y la norepinefrina. Otros antidepresivos normalizan el neurotransmisor dopamina. Los científicos que estudian esta patología han descubierto que estas sustancias químicas en particular participan en la regulación de los estados de ánimo, pero no están seguros de cómo funcionan exactamente.
No obstante, los medicamentos pueden tener distintos efectos en las personas, no existe una única propuesta cuando se trata de medicamentos. Por lo tanto, a veces los antidepresivos tricíclicos pueden ser la mejor opción para ciertas personas. Con cualquier clase de antidepresivo, los pacientes deben tomar las dosis indicadas durante al menos tres a cuatro semanas antes de poder experimentar un efecto terapéutico completo. Deben continuar con los medicamentos durante el tiempo especificado por su médico, aunque obtenga una rápida mejoría, para de esta manera evitar una recaída de la depresión.
Es importante resaltar que los medicamentos únicamente deben interrumpirse bajo supervisión médica. Algunos medicamentos deben dejarse de tomar gradualmente a fin de darle al organismo tiempo para ajustarse. Aunque los antidepresivos no forman hábito ni son adictivos, el dejar de tomar repentinamente un antidepresivo puede provocar síndrome de discontinuación o una recaída. Algunas personas que sufren depresión crónica o recurrente, pueden necesitar medicamentos por tiempo indefinido. Algunas veces se utilizan otros medicamentos para mejorar el rendimiento de los antidepresivos o para mejorar otros síntomas psíquicos como son la ansiedad o el insomnio.
Sin embargo, ni los medicamentos para la ansiedad ni los estimulantes son efectivos contra la depresión, si se toman solos y ambos deben tomarse solamente bajo estrecha supervisión médica.
Todo aquel que tome antidepresivos debe ser controlado regularmente por un médico. La duración del tratamiento depende de factores clínicos específicos de la persona. Las personas que han tenido muchos episodios o complicaciones o dificultades para tratar la depresión, pueden tomar medicamentos durante años para reducir las probabilidades de recurrencia y el suicidio.
Otros tratamientos están reservados para las personas con depresión grave que no han respondido a la medicación, psicoterapia o una combinación de los dos. La terapia electroconvulsiva (TEC) es efectiva para muchas personas, incluso aquellos para quienes otros tratamientos no han funcionado. Otros tratamientos están reservados para las personas con depresión grave que no han respondido a la medicación, psicoterapia o una combinación de los dos.

Efectos secundarios de los antidepresivos

Los antidepresivos pueden causar efectos secundarios leves y a menudo temporales en algunas personas, pero por lo general, no son duraderos. Sin embargo, cualquier reacción inusual o efecto secundario que interfiera con el desempeño normal debe ser inmediatamente comunicado al médico.
Los efectos secundarios más comunes asociados con los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina incluyen:
- Dolor de cabeza, náuseas (son temporales y desaparecen);
- Insomnio y nerviosismo (dificultad para dormir o despertar con frecuencia durante la noche, pueden ocurrir durante las primeras semanas pero a menudo disminuyen con el tiempo o con la reducción de la dosis).
- Inquietud (sensación de ansiedad y nerviosismo).
- Problemas sexuales (hombres y mujeres pueden experimentar retardos en sus orgasmos sexuales y en ciertas ocasiones y con determinados antidepresivos, disfunción eréctil y/o, eyaculación retardada).
Los antidepresivos tricíclicos también pueden ocasionar: sequedad de boca (se recomienda beber más agua, mascar chicle y cepillarse los dientes a diario.
- Estreñimiento o constipación (se recomienda ingerir cereales de fibra, pasas, frutas y verduras).
- Somnolencia durante el día (generalmente desaparece rápidamente pero se debe evitar conducir u operar maquinaria pesada mientras exista un estado de somnolencia). Los antidepresivos con mayor efecto sedante generalmente se toman por la noche para ayudar a dormir y evitar la somnolencia durante el día.
También se recomienda el cuidado en el uso de antiinflamatorios asociados con los antidepresivos ISRS e ISRSNA, por el peligro de poder causar sangrado gastrointestinal en pacientes sensibles.
 

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