"El Papa tendrá que dar cuentas a Dios" respondió el obispo destituido por Francisco

jueves, 25 de septiembre de 2014 00:00
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En una carta dirigida al Cardenal Marc Oullet, Mons. Rogelio Livieres Plano cuestionó la decisión tomada por el Papa Francisco. Aunque la acepta, señaló a algunos obispos paraguayos, a la prensa y a sectores de la Curia vaticana como autores de ataques y maniobras destituyentes en su contra. "El pueblo y yo hemos sido desoídos" sostiene Mons. Livieres, el obispo destituido por el Papa Francisco.

Luego de que el Vaticano difundiera esta mañana un comunicado en el que reconoce que "después de un cuidadoso examen de las conclusiones de las visitas apostólicas efectuadas (...)el Santo Padre ha procedido a la sucesión S.E. Mons. Rogelio Ricardo Livieres" y que esa "ardua decisión de la Santa Sede, determinada por serias razones pastorales, obedece al bien mayor de la unidad de la Iglesia Ciudad del Este y de la comunión episcopal en Paraguay", el obispo removido de su cargo efectuó un enérgico descargo.
Fue primero la diócesis de Ciudad del Este (de la que Mons. Livieres fuera obispo desde el 12 de julio de 2004), la que en un comunicado de prensa difundido hoy, y en sintonía con la carta que el saliente obispo enviara al cardenal Marc Oullet, reconociera que en las reuniones que había mantenido en Roma en la Congregación para los Obispos, se lo había "instado vivamente a que renuncie a su cargo por la falta de unidad en la comunión con los otros Obispos del Paraguay".
Pero la reacción mas enérgica y dura fue la del propio obispo. En una carta dirigida al Prefecto de la Congregación para los Obispos, Cardenal Marc Ouellet, enumera las distintas irregularidades del "anómalo proceso" que culminó con la "intervención fulminante de la Diócesis" entre las que menciona el anuncio público de su destitución por parte del nuncio en Paraguay antes que él fuera notificado por escrito; la supuesta falta de imparcialidad del Cardenal Santos Abril y Castelló en el proceso y la manifiesta oposición del nuncio a su persona. "A pesar de tanto discurso sobre diálogo, misericordia, apertura, descentralización y respeto por la autoridad de las Iglesias locales, tampoco he tenido oportunidad de hablar con el Papa Francisco, ni siquiera para aclararle alguna duda o preocupación (...) Sólo he recibido presiones orales para renunciar" afirmó elevando el tono del escándalo, con críticas veladas hacia la figura del Sumo Pontífice.
Responsabilizando a los medios de comunicación, a altas autoridades en el Vaticano, el nuncio apostólico y algunos obispos del Paraguay de "estar maniobrando de forma orquestada para orientar el curso de acción y la opinión pública", incluso antes que pudiera asumir como obispo de Ciudad del Este (se presume por su pertenencia al Opus Dei), reconoce que "el Papa Francisco haya decidido retirarme ese apoyo" en contraposición a la que había recibido de Juan Pablo II y Benedicto XVI, quienes "lo apoyaran para seguir adelante" enviándole cartas laudatorias por los excelentes frutos del ahora suspendido Seminario diocesano.
Si algo quedó claro en su descargo, es que su relación con el ahora Papa Francisco no es la mejor (siendo Bergoglio arzobispo porteño ya habían tenido algunos "cruces" porque siendo obispo de Ciudad de Este aceptó a dos seminaristas de Buenos Aires sin seguir los procedimientos canónicos correspondientes):"El Papa tendrá que dar cuentas a Dios, ya que no a mí" lanzó sin medias tintas a la vez que criticó con dureza a la iglesia paraguaya que "sufre una crisis de fe y de vida moral junto a una mala formación del clero" cuyo máximo exponente es el ex presidente Fernando Lugo según señaló.
Ciertamente el camino de Francisco no está siendo fácil. Debe tomar decisiones que desnudan la fragilidad de la Iglesia, sin descuidar su unidad ni la alegría del Evangelio. Está claro que con su firmeza de carácter busca evitar el sectarismo y la discordia.
 

MinutoUno

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