Catamarca: destacan sus “bellezas naturales y pueblos históricos colmados de leyendas”

lunes, 20 de agosto de 2018 08:44
lunes, 20 de agosto de 2018 08:44

El diario Los Andes de Mendoza, realizó un recorrido por Catamarca y destacó sus atractivos en el ámbito del turismo. Una enviada especial del medio, dio las razones para visitar y conocer la provincia.

El texto, por Josefina Cornejo Stewart:

Al momento de pensar en los atractivos turísticos del país, probablemente Catamarca no encabece la lista. Y sin embargo, la provincia ostenta impensadas bellezas naturales, colorida herencia indígena, y centenarios pueblos históricos colmados de leyendas y anécdotas, para hacerle frente a cualquier expectativa.

Que aún no se haya convertido en la gran revelación viajera, es cuestión de tiempo. Cuando se trata de turismo, Catamarca todavía es un secreto bien guardado. En esta nota, las razones para conocerlo (y antes de que se ponga de moda). 

A orilla de la ruta 40: Londres

A casi 300 kilómetros de San Fernando del Valle de Catamarca hay un pueblo llamado Londres. Solo su nombre comparte con la cosmopolita urbe inglesa. Aquí no hay cabinas de teléfono rojas, no hay bruma, ni autos con el volante a la izquierda. Este Londres tiene casas de adobe, calles de tierra bordeadas de naranjos y siestas silenciosas.

Fundada en 1558, fue la segunda ciudad argentina, tras Santiago del Estero. En sus orígenes, su fundador, Pérez de Zurita, la llamó Ciudad de Londres de la Nueva Inglaterra en homenaje a la ciudad natal de María Tudor, esposa del rey Felipe II. Sin embargo, con el apartamiento de la corona inglesa de la fe católica, se intentó cambiar -sin éxito- el nombre. Lo mismo sucedería -posteriormente- en varias ocasiones hasta el conflicto austral de 1982.

Fue incendiada, despoblada y renombrada repetidas veces. Otras tantas se mudó su emplazamiento y se la refundó hasta cinco veces para terminar de una vez con su nombre. Pero allí está Londres, testarudamente perfumada por los azahares de sus quintas domésticas de cítricos que alegran las callecitas confluyentes en la plaza, que enfrenta a la iglesia de la Inmaculada Concepción, una de las más antiguas del país y monumento histórico nacional.

La plaza central alberga a los artesanos que ofrecen tejidos y dulces regionales. Imposible no probar las nueces confitadas, una de las especialidades dulces que ostenta Catamarca. Se trata de un bombón con corazón de nuez, relleno de dulce de leche y cubierto con fondant. No en vano, este Londres es también cuna de la nuez, cuyo festival se celebra todos los meses de febrero.

El Shincal, herencia inca

A 5 kilómetros de Londres, el sitio arqueológico El Shincal es uno de los imperdibles que ofrece la zona. Siglos atrás estas tierras albergaron una ciudad administrativa del imperio Inca, hoy abierta al público. Rosa Nieves Ramos, una mujer de pelo negro y ojos achinados que no supera los 40 años, es quien oficia de guía.

“Esto antes era monte impenetrable” dice Rosita, como la conocen todos aquí. “Solo se veía una escalera y un mortero”, explica en referencia a los escalones que suben a uno de los templos.

“En ese momento no pensé que se iba a convertir en lo que es hoy” agrega mientras señala a su alrededor.  Descendiente de diaguitas, Rosita se crió en estas tierras y las conoció antes de que volvieran a entrar en valor, fruto del trabajo de arqueólogos y gente de la zona. Hoy  El Shincal cuenta con caminos demarcados, señalización y los visitantes solo pueden acceder con guía para asegurar el cuidado del lugar.

Las precauciones son necesarias, se trata de uno de los sitios arqueológicos más importantes del país. Cuenta con un pucará, dos templos ceremoniales (del Sol y la Luna), viviendas y tramos empedrados del Camino del Inca, entre otros atractivos.

“Mucha gente que ha estado en Machu Picchu dice que se le parece” cuenta Rosita desde el punto panorámico que ofrece el templo de la Luna. Aquí tuvo lugar el gran alzamiento Calchaquí conducido por el cacique Chelemín que tuvo sitio en Londres en 1632. Uno de los visitantes agrega: “Vamos a tener la misma vista que los indígenas pero nunca su mirada”.  

Belén: cuna del poncho

Graciela Carrasco maneja el telar con movimientos acompasados, como si se tratara de un baile. Aprieta el pedal, mueve las manos, pasa el ovillo de lana de un lado al otro, con la destreza que le dan sus años de tejido. Como una deportista de alta competición que mide sus fuerzas; sin prisa, pero sin pausa. Del otro lado del telar el fragmento ya tejido reposa, testigo del esfuerzo y las horas.

En Belén, un departamento del interior de Catamarca, el tejido es una habilidad que se enseña de generación en generación y que ha hecho a las tejedoras belenistas famosas en todo el mundo. De hecho, tanto Graciela como su marido Ramón Baigorria son quinta generación de tejedores. No en vano este pueblo tranquilo de veredas angostas se jacta de ser la cuna del poncho. “Creo que aprendí primero a hilar que a jugar”,dice Graciela entre risas. Mientras que Ramón cuenta que él aprendió: “haciéndole lío a su abuela”. 

En las repisas de Rua Chaqui, el taller que también funciona como local comercial de la empresa familiar,  hay ponchos, pashminas, bufandas y chalecos. Cada pieza es única y conlleva un trabajo artesanal difícil de dilucidar a primera vista.

En tiempos de inmediatez, los tejidos belenistas dan cuenta de la importancia del esfuerzo y la paciencia. Algunas piezas pueden recabar una labor de meses antes de ser terminadas, advierten los tejedores. Las lanas -de oveja, llama o vicuña- como los colores con que las tiñen, son naturales.

Graciela misma es quien hila las madejas y quien las colorea. Los años de experiencia la han convertido en una alquimista experta que sabe a la perfección qué ingredientes de la naturaleza combinar para obtener determinados tonos. “Utilizo frutas, flores, hojas y hasta té en hebras”, revela orgullosa. Los resultados están a la vista. Todo lo expuesto está vendido explica Graciela. Y es que, durante los días que dura la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho en Catamarca, los tejidos de Belén son lo más codiciado por los visitantes.

De hecho, los tejidos de este distrito atravesado por la célebre ruta 40 han llegado a presidentes nacionales y extranjeros. Además de celebridades y personalidades de lo más diversas. Graciela fue quien tejió una manta de vicuña que Mauricio Macri le regaló al Papa Francisco en 2016. “Esto lo aprendimos de niños y nos dio un lugar en el mundo" cuenta Ramón, cuyos tejidos han participado de ferias y desfiles europeos, asiáticos y americanos y que, en Argentina, ha contribuido con marcas como Ricky Sarkany.

No se puede pasar por Belén sin dedicar una especial visita el ex Museo de Ricardo Cura -hoy provincializado- que muestra varios miles de piezas arqueológicas, desde las tempranas culturas diaguitas hasta la conquista y colonización y que está considerado uno de los más importantes del país.

San Fernando

“Luis Caravatti, recuerden ese nombre” dice el guía Pablo González, un venezolano criado en Buenos Aires y -después  de 16 años en la ciudad- catamarqueño por adopción. Y es que Caravatti es el arquitecto detrás de los grandes íconos de San Fernando del Valle de Catamarca, como el Paseo de la Alameda, la Catedral -donde su ubica la Virgen del Valle-, la Casa de Gobierno y el Colegio Nacional, entre otros. Durante las dos horas que dura la visita guiada por la ciudad, queda en evidencia la impronta que este arquitecto italiano supo imprimir en la ciudad y cómo sus construcciones guiaron la fisonomía urbana.

Entre los imperdibles de la capital está visitar los renovados: paseo de La Alameda, la plaza 25 de Mayo, el Museo de la Virgen del Valle, la Casa de la Cultura y el Convento de San Francisco, obra del fraile arquitecto Luiggi Giorgi y en cuyo interior se conservaba el corazón incorrupto de Fray Mamerto Esquiú. Pasajes y anecdotarios ideales para absorber el relajado ritmo citadino.

El campanario de la Catedral está abierto al público y asegura unas vistas panorámicas de la plaza principal, la ciudad y los cerros que rodean a la capital catamarqueña.

Por Josefina Cornejo Stewart - Especial para Los Andes.

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